Juntos Haremos Historia
Samuel Podolsky

Pensar sintiendo

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Como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador está haciendo historia. Le entregamos el país.

Fotografía: La Razón.
Fotografía: La Razón.

Lectura: ( Palabras)

“Juntos Haremos Historia”, la entonces “coalición” o alianza que surgió el 13 de diciembre de 2017 entre el partido Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES), además de la alianza del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que en 2018 se sumó en algunos estados, iniciaba su unión al mismo tiempo en que se nombró al representante de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, como su precandidato presidencial.

Actualmente, ya como presidente de México, Andrés Manuel está haciendo historia.

Le entregamos el país.

Recuerdo cuando tuve mi primera reunión en el Palacio del Virreinato cuando él era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Había una mesa amplia, circular, en donde estábamos reunidos alrededor de unas 15 personas o posiblemente más, y en la que podíamos vernos todos, permitiéndonos interactuar entre todos los presentes.

Atento, con dominio del ambiente, escuchaba. Andrés Manuel respondía con claridad, y no dejaba hueco alguno en su respuesta para ser abatido. No implicaba que los asistentes estuviesen de acuerdo, sino que él estaba expresando su punto de vista, y con ello bastaba para que así fuese considerado como atendido.

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Imagen: Homozapping.

La claridad de su expresión cerraba la posibilidad de profundizar en el tema. Y de hacerlo generaba temor, pues implicaba negarlo. Así las cosas, había agilidad en el proceso. Rápidamente se pasaba de un tema a otro.

En corto y con la gran velocidad de su actuar basada en su claridad interna, las reuniones fluían y se temía en caso de no cumplirlas. De esta manera él descubría en la conducta de los demás, en quiénes no debía confiar.

Es por esta razón que ha logrado mover profundamente al país en tan corto tiempo.

Su capacidad de reflexión es tan aguda como sus percepciones. Para él mismo resulta muy difícil descubrir algo errado en su sapiencia. Con precisión matemática, Andrés Manuel pudo percibir a través de su propia experiencia cómo tenía que actuar el día de hoy. En otras palabras, está consciente de sus actos con gran intensidad interna así como cada una de sus decisiones e implicaciones.

Hoy que reanudo mi columna, le escribo a él, al presidente Andrés Manuel López Obrador, con aprecio, en la esperanza de que su interior nos lleve a buen destino.

Espero pronto ver nacer con su apoyo, el premio que tanto he anhelado que exista en nuestro querido país. El premio “Creador de Valor y Prosperidad” a aquellos funcionarios quienes demuestren, en términos medibles y objetivos, de que lo están logrando. Por el bien de México y de todos los mexicanos.

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    ( Palabras)

    En esta ocasión presento la columna de mi invitado Deogracias Yarza, abogado egresado de la UNAM, quien antes de iniciar la carrera de Derecho cursó la de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la propia Universidad. Es autor de tres libros en los que mezcla la historia nacional y regional con historias familiares. Fue socio fundador del despacho de abogados Arena, Arce, Robles, Yarza y es en la actualidad consultor del Bufete Saucedo.

    deo yarza

    Muchos de los medios de comunicación aseguran que el presidente de la república es un gran político, su sensibilidad en este campo, añaden, es casi genial, tanto como su enorme poder de comunicación que lo ha llevado a niveles inusitados de popularidad y de aceptación entre la población.

    No obstante, creo que la característica que lo pinta de cuerpo entero es la terquedad, una cualidad que puede convertirse en defecto. El presidente es antes que nada de un gran terco. En tres ocasiones ha buscado la presidencia de la república y ha explorado todos los medios posibles para alcanzar su objetivo. El discurso ha cambiado según los tiempos electorales, pero desde los primeros momentos de su vida política ha tenido el empecinamiento como una constante.

    Acompañando a su obstinación, el actual presidente ha mostrado un desapego a la observancia de las leyes. La terquedad y el desprecio a las instituciones no lo han llevado a ceñir la banda presidencial. Lo realmente relevante para el triunfo electoral de año 2018, fue el convencer a los electores que los males sufridos por el país, la corrupción, la inseguridad y la pobreza debían y podían ser erradicados.

    Estos males, que a la mirada de los electores, parecían aumentar día con día, parecían poder ser superados en el discurso de López Obrador con su liderazgo y le dieron una ventaja para ganar cómodamente las elecciones con una numerosa votación a su favor. El voto por López Obrador arrastró, además, el triunfo de su partido y sus aliados a construir una mayoría en las cámaras, que una oposición pasmada permitió que fuera aun mayor a la que la ley permitía.

    Con este escenario, nunca un presidente desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, es decir desde 1988, tuvo la oportunidad de plasmar en leyes y reformas constitucionales las políticas públicas y las medidas legales para poner freno a corrupción, combatir la inseguridad y realizar las enmiendas fiscales que redujeran la desigualdad, apoyándose en los programas sociales que paliaran la pobreza y empujaran el desarrollo. La lectura del mandato que obtuvo López Obrador en las elecciones de 2018 para su periodo presidencial fue clara: cumplir con estos tres propósitos. Por lo demás muy de su gusto y muy anunciados en su narrativa y en el discurso de toma de posesión de su cargo.

    El país se colmó de grandes expectativas. Más allá de que se creyera en una transformación histórica, anunciada como la cuarta, las personas de bien, el pueblo bueno como lo llama el presidente, esperaron la venida de tiempos mejores. Una transformación podía ser mucho pedir pero un mundo mejor era una esperanza más que justificada. La terquedad del presidente parecía ser el viento que inflaría las velas y movería el barco hacía mejores días. Por fin las clases más desprotegidas, abandonadas por los gobiernos anteriores a su suerte, tendrían las oportunidades para acceder a instituciones de salud y de educación, al mundo del bienestar al que tienen derecho.

    El bienestar material vendría de la mano de una mayor seguridad. El ejército sería retirado de las calles y de las plazas públicas para dar paso a una policía efectiva, honesta y ciudadanizada. Se acabarían las matanzas sin sentido. La impunidad sería cosa del pasado. Los jueces protegerían a los ciudadanos y administrarían la justicia con equidad y mirando lo dispuesto en las leyes y no el interés de los poderosos. La procuración de justicia obedecería, pues, a la ley y no a las necesidades políticas.

    La corrupción, ese mal que carcome a las sociedades y destruye lo mejor que tienen. Ese mal que no sólo cancela la posibilidad de mejores proyectos públicos sino que tuerce la justicia y abona el atropello. Ese mal que favorece a los amigos y familiares y quita las oportunidades a los que no tienen la suerte de contar con las influencias de los de “arriba” o con los dineros para comprar conciencias. Ese mal que el pueblo bueno estaba cansado de tolerar porque su sin razón destruye las instituciones y la honra de las mujeres y los hombres, se barrería de arriba para abajo, como se barren las escaleras.

    Hoy se cumplen tres años y medio que la coalición “Juntos haremos historia” llegó al poder con la mesa puesta. No sólo una mayoría legislativa sino una oposición fracturada y desconcertada, le extendieron lo que puede llamarse un cheque en blanco para lograr sus objetivos. Los tres grandes ejes para el desarrollo de su gobierno, acorde a sus promesas de campaña y a sus proyectos anunciados: el combate a la corrupción, la generación de un estado de bienestar y la pacificación del país, son promesas que siguen esperando un gobierno que se interese en estos temas, aunque sea un poco.

    presidente juntos haremos historia

    Con la terquedad que lo caracteriza, el presidente trata de convencer a los ciudadanos, a los electores, a sus bases, a sus opositores que el país va conforme a sus planes. No importan los datos duros que día a día se acumulan para desmentir sus afirmaciones. La terquedad del presidente se ha vuelto un arma letal para los intereses del país. El presidente, que según muchos de los analistas políticos goza de una enorme sensibilidad política y de un gran poder de comunicación es incapaz de dar marcha atrás.

    Los datos apabullan. La pobreza se extiende. La inversión en gasto social del país en relación con el PIB es uno de los más bajos del mundo. Sin reforma fiscal es difícil una mejor redistribución del ingreso, así, la reasignación del dinero hacia el gasto social implica la cancelación de otros programas, inversiones o recortes en el gasto público.

    El desmantelamiento del Seguro Popular, la cancelación de las guarderías infantiles y ahora la cancelación de las escuelas de tiempo completo son signos inequívocos de las malas decisiones tomadas para extender políticas públicas que traigan verdadero bienestar. Preocupa la soberbia de la actual administración para evaluar lo poco o mucho que se ha hecho en política social. 

    Los homicidios dolosos, de acuerdo con Rosa Icela Rodríguez secretaria de Seguridad Pública, al mes de septiembre de 2021, superaban los 100 mil. Algunos voceros oficiales señalan que van a la baja, sin embargo las desapariciones forzadas suben y los especialistas afirman que muchos son homicidios sin cadáveres, una siniestra modalidad del crimen organizado en nuestro país.

    La corrupción es otro tema pendiente. México ocupa el lugar 124 de 180 países evaluados por Transparencia Internacional, además ocupa el último puesto entre los integrantes de la OCDE. Los casos emblemáticos que la actual administración se ha propuesto procesar, tal como la estafa maestra, Odebrecht, Agroquímicos y los supuestos casos de corrupción de los expresidentes, no han sido sancionados en materia penal y no parece que lo sean en un futuro próximo.

    El pleito que se ventila entre el exconsejero jurídico de la presidencia y el Fiscal de la federación es una muestra de la corrupción que puede alcanzar los más altos niveles del gobierno. México es un país donde la confianza en las instituciones encargadas de la procuración de justicia y de la impartición de esta es muy baja, abundan en estos últimos tres años ejemplos aterrorizantes, como la historia inacabada de la familia Cuevas Morán. Todavía esperamos la explicación del caso de la llamada “casa gris”. 

    Más preocupante es la corrupción que se adivina en nuestro sistema de justicia. Las instituciones usadas con fines políticos: la inexplicable orden de aprensión girada contra el C. Ricardo Anaya, acusado, junto con un diputado encarcelado por un delito a todas luces inexistente con el mismo cuento ya desmentido ante los tribunales.

    El estado de Derecho nunca ha sido tan maltratado en la historia reciente del país. Las leyes se desobedecen, se violentan, se desconocen, incluso desde los más altos círculos de la administración y del poder, se incita a su inobservancia y quebrantamiento.

    El diagnóstico parece que es acertado. La corrupción, la inseguridad y la pobreza son los tres jinetes de nuestro apocalipsis nacional que siguen preocupando a los mexicanos. Ahora, hay que sumar un aumento significativo en estos rubros, que más de tres años de desidia han causado. El presidente que tiene la sensibilidad política está a tiempo de ofrecer a los mexicanos una mejor opción para su futuro, si lo logra, quizá pase a la historia como un buen presidente.

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    ( Palabras)

    Integralia Consultores anticipa el triunfo de MORENA en cinco de ocho gubernaturas que se disputarán en 2022 y 2023. En otras palabras, esta casa fundada por Luis Carlos Ugalde, nos ofrece un escenario catastrófico para los que odian a López Obrador: llegaría la coalición Juntos Haremos Historia a la sucesión del 2024 con el control de 21 entidades.

    El próximo año están en juego Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Oaxaca. En dos años, se competirá por Coahuila y Estado de México.

    En este espacio, especializado en la observación de los mandatarios estatales, ofreceremos información interesante para el lector sobre los procesos electorales que se aproximan. En esta ocasión nos concentraremos en Hidalgo.

    MORENA bandera
    Foto: Noticias Énfásis.

    El Partido Revolucionario Institucional (PRI) perderá esta importante plaza. Omar Fayad le entregará las llaves de su despacho a un opositor. Massive Caller, de acuerdo a su más reciente estudio demoscópico, indica que el grupo del presidente obtendrá 50% de los votos, mientras el PRI sólo obtendrá 20.7% de los sufragios. Acción Nacional recibiría 7.1 de la intensión de voto, y un candidato independiente el 5.1%.

    Entre los priistas que perderían la elección están Israel Félix Soto, Carolina Viggiano Austria y David Penchyna Grub. Entre los panistas que también perderían las elecciones están Xóchitl Gálvez, Hazael Hernández Cerón y Cornelio García.

    Los morenistas que se pelean la candidatura, y por ende, la gubernatura de Hidalgo, son Francisco Javier Berganza, Cuauhtémoc Ochoa, Ricardo Raúl Baptista, Julio Ramón Menchaca y Damián Sosa Castelán.

    Omar Fayad
    Omar Fayad (Foto: Quadratin).

    Que nadie se engañe: aunque harán la faramalla de la encuesta al interior del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el candidato oficial será quien señale con su dedo el Presidente de la República. ¿Acaso no es una prerrogativa metaconstitucional del Jefe de Estado en turno de palomear las listas de aspirantes sin importar el partido?

    Pero en el fondo, más allá del triunfo de MORENA en Hidalgo, lo que pasará en las urnas es el rechazo a Omar Fayad. Reprobarán el mandato del gobernador tricolor saliente.

    Fayad logró su objetivo: convencer a Peña Nieto para ser señalado, pero nunca convenció a los hidalguenses.

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    ( Palabras)

    Para las elecciones de diputados federales del próximo 6 de junio, se presentan dos grandes coaliciones electorales, que tienen como objetivo de alcanzar la mayoría parlamentaria de la Cámara de Diputados federal. Por un lado, la coalición “Va Por México”, conformada por la alianza opositora: PAN, PRI y PRD; y por el otro, la coalición “Juntos Hacemos Historia”, con el bloque de la 4T: MORENA, PT y PVEM.

    Una característica de ambas coaliciones es que son parciales, es decir, que no compiten juntos en todos los distritos federales. Ya que los partidos coaligados dieron prioridad a los distritos competidos, donde en ir en alianza supone una mayor posibilidad de ganar. La coalición “Va Por México” seleccionó 219 distritos, lo que representa el 73 por ciento de los distritos electorales del país. Por su parte, la coalición “Juntos Hacemos Historia” participa en 183 distritos, que suman el 61 por ciento de los 300 en que está dividido el territorio nacional.

    En la democracia, los partidos políticos son las instituciones que agrupan a los ciudadanos con el propósito de organizarlos, a través de un programa ideológico para poder arribar al poder político. Estas organizaciones políticas han sufrido grandes modificaciones en nuestra historia política reciente, pues transitamos de un sistema de partido hegemónico que se desarrolló en el presidencialismo mexicano posrevolucionario con un partido predominante, a un multipartidismo que surgió a partir del debilitamiento del PRI, y en donde básicamente tres partidos políticos nacionales, junto con otras organizaciones locales, se disputaron los distintos cargos de elección popular. Este arreglo político sufrió una gran transformación con el surgimiento de Morena como un actor central en la política mexicana, al desplazar al PRI, PAN y PRD.

    coaliciones 2021
    Imagen: Reporte Índigo.

    En un sistema multipartidista como el nuestro el voto es fragmentado, por lo que generalmente ningún partido obtiene la mayoría. Esto puede representar obstáculos para todos los actores políticos participantes: por un lado, se le dificulta al presidente construir un consenso para poder llevar a cabo su programa en el Congreso, y por el otro, a la oposición se le puede complicar la construcción de un contrapeso al ejecutivo. Por lo anterior, es una necesidad de los partidos políticos coaligarse por un tiempo determinado entre dos o más partidos.

    Existen varios tipos de coalición en el mundo de la política, las principales son: coaliciones electorales, coaliciones legislativas y coaliciones de gobierno. Las coaliciones electorales y legislativas tienen antecedentes inmediatos de su implementación, de hecho lo vemos en las coaliciones electorales de los partidos políticos PAN-PRI-PRD en “Va Por México” y en la de MORENA-PT-PVEM en “Juntos Hacemos Historia”. Las coaliciones legislativas son más frecuentes cuando un grupo de diputados de dos o más partidos políticos votan de manera de frecuente en el mismo sentido sobre una serie de temas de una agenda y en cómo se distribuyen los espacios en un legislativo. Para las coaliciones de gobierno hay antecedentes de sus funcionamientos en países con sistemas presidenciales como en Chile o Brasil, sin embargo en México no se han instituido, a pesar de que desde el año de 2014 se aprobó una reforma constitucional al artículo 89 fracción XV, que prevé la formación de gobiernos de coalición a nivel federal.

    En suma, en el ámbito federal existen dos grandes coaliciones electorales que pretenden obtener el control de la Cámara de Diputados: la coalición “Va Por México”, que aspira a frenar las propuestas y acciones del presidente de la República, y la coalición “Juntos Hacemos Historia”, que busca la profundización de la Cuarta Transformación: con la distribución del ingreso en el gasto social, en salud, educación, pensiones, apoyo a los jóvenes trabajadores; en la ampliación de derechos políticos de la ciudadanía; y en la derrota del Estado corrupto.

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