El caso de la huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual (1982-1985)
Un proletariado sin cabeza
En 1962, José Revueltas afirmó que en México se producía un fenómeno que difícilmente podría equipararse con algún otro país del mundo contemporáneo; y consistía en la incapacidad de la clase obrera de conquistar su independencia ideológica, pues desde hacía más de cincuenta años, su conciencia de clase había permanecido enajenada a ideologías extrañas a ella, particularmente a la ideología democrática-burguesa. De este modo, la clase obrera se proyectó en la historia como un proletariado sin cabeza, o que tenía sobre sus hombros una cabeza que no era la suya.
A partir de la década de 1960, las organizaciones políticas de izquierda se plantearon como tarea inmediata la construcción del partido de la clase obrera; afirmando que dicho partido sólo podría construirse en el seno, en medio de la lucha de clase del proletariado y en la lucha por la formulación de su programa. Por lo tanto, el partido del proletariado no podría ser de ninguna manera un partido reformista, sino precisa y esencialmente un partido revolucionario, una organización que entendiera que la misión histórica de la clase obrera no era mejorar la sociedad capitalista, sino destruirla; no tenía que paliar las contradicciones entre clases, sino abolirlas; no tenía que reformar la propiedad privada, sino acabar con ella.
El Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) nació en 1974, encabezado por Heberto Castillo Martínez y Demetrio Vallejo Martínez, este último, dirigente histórico de las luchas de los trabajadores ferrocarrileros de los años 58 y 59 del siglo pasado. En esa etapa de la historia de nuestro país, el Estado mantenía un control férreo de los trabajadores a través de las organizaciones sindicales que integraban el Congreso del Trabajo. El PMT se planteó la construcción de un partido de masas como un instrumento de lucha para los trabajadores. Es por ello, que en su declaración de principios se señala: Luchar porque los trabajadores conquisten la democracia sindical, acaben con los líderes “charros” y los sindicatos blancos, creando un movimiento obrero independiente que sirva de instrumento de lucha y difusión de los intereses y derechos de la clase obrera en México. De esta manera, en los años 70 y 80 del siglo pasado, principalmente bajo la dirección de Demetrio Vallejo, en el PMT se impulsó la creación de fuertes movimientos obreros. Se tuvieron fracasos, pero también triunfos, como es el caso de la huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual.
El caso de la huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual
La huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual estalló un 18 de mayo de 1982, tuvo una duración de casi tres años, su estrategia consistió en dos ejes principales, por un lado, la movilización de los trabajadores, y por el otro, un rígido y confiable planteamiento jurídico que ocasionó que se ganara el laudo laboral, y que desembocó en la constitución de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual, que en la actualidad sigue vigente enarbolando la preservación de la fuente de trabajo y la organización de los trabajadores. Su desarrollo lo presentamos en cuatro etapas:
Primera etapa (del 18 de mayo de 1982 al 18 de junio de 1982): El derecho al salario justo
Treinta y dos días duró este primer movimiento. Se caracterizó por la acertada conducción y asesoría de militantes del PMT, que derivó en la decisión de la inmensa mayoría de más de 2000 trabajadores de Pascual de incorporarse al paro laboral, sin temor a perderlo todo, incluso la vida, como el lamentable caso de Álvaro Hernández y Jacobo García. Asimismo, se terminó un primer conflicto que acabó con el sindicato blanco que existía en la empresa y con el ingreso de los trabajadores a una organización sindical de la Central de Trabajadores de México (CTM), que sabíamos que no era lo mejor, pero en ese momento era necesario.
Segunda etapa (del 19 de junio al 5 de diciembre de 1982): Derecho al contrato colectivo
Ciento sesenta días duró un segundo movimiento, en donde principalmente se desarrolló una huelga legal que estallaron las secciones sindicales 369 y 370 del Sindicato Nacional de la Industria Refresquera que encabezaba el charro sindical de la CTM, Armando Neyra Chávez. En esta segunda etapa, el movimiento se enfrentó al aparato de control sindical que detentaba la CTM, siempre en concordancia con los intereses de la patronal. En lo inmediato, trataron de hacer a un lado a los asesores sindicales del PMT; disminuyeron las condiciones laborales y comisiones a trabajadores de ventas; asumieron una táctica de división y confrontación entre los trabajadores que laboraban internamente contra los que trabajan en el exterior vendiendo los productos. Evidentemente, esta estrategia no funcionó y las secciones sindicales 369 y 370 muy a pesar de la CTM, estallaron la huelga. En el transcurso de esta segunda etapa, el movimiento se dio cuenta que había que buscar otro registro sindical y, por lo tanto, disputar la titularidad del contrato colectivo de trabajo a la CTM. Se encontró un nuevo aliado, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). De nueva cuenta, el movimiento logró un triunfo y se regresó a laborar, con el pago de salarios caídos y con la siguiente meta, ganar la titularidad del contrato colectivo de trabajo.
Tercera etapa (del 6 de diciembre de al 8 de mayo de 1983): Derecho al sindicato democrático
En los 154 días que duró esta etapa, la CTM de forma abierta no apoyó las demandas de los trabajadores y menos respeto la democracia sindical. Es por ello, que los trabajadores de Pascual se afiliaron al Sindicato Benito Juárez de la Industria de Aguas Gaseosas… de la CROC; para disputar la titularidad del contrato colectivo del trabajo a la CTM, lo cual sucedió más adelante.
En los primeros días de diciembre, luego del regreso de labores, la CTM y la empresa siguieron empecinados en destruir al movimiento, pues introdujeron a trabajar a la fábrica a esquiroles y congelaron de toda actividad a muchos trabajadores del movimiento. Los trabajadores de Pascual no se amedrentaron y se dio inicio a protestas en la Secretaría del Trabajo, que condujo otra vez, al triunfo con el registro del sindicato Benito Juárez de la CROC y la obtención de la titularidad del contrato colectivo de trabajo de la empresa Refrescos Pascual.
Cuarta y última etapa (del 9 de mayo de 1983 al 18 de agosto de 1984): Derecho al trabajo digno
468 días duró esta cuarta y último período. Se ingresó a trabajar por cuarta ocasión, ahora con la titularidad del contrato colectivo de trabajo. Sin embargo, la empresa continuó sin aceptar una organización sindical democrática. Esta actitud orilló a estallar de nueva cuenta la huelga, para cumplir con cada uno de los procedimientos estipulados en la ley laboral: desde la declaración de huelga legal, pasando por la imputabilidad, embargo, remate y adjudicación de los bienes de la empresa. Finalmente, en la asamblea del 18 de agosto, los trabajadores con la asesoría de Demetrio Vallejo, Dionisio Noriega, Raúl Pedraza, Concepción Amado e Isabel Hernández, decidieron formar una cooperativa.
El papel del PMT fue importante al inicio de la huelga de los trabajadores de Pascual; su militancia se volcó a organizar a las mujeres, a participar en el boteo, en la manifestación, en guardias en el campamento, pero lo sucedido a principios de 1983, en donde Demetrio Vallejo y Dionisio Noriega, los principales asesores del movimiento enfrentaron un conflicto interno en el PMT, que los llevó junto con otros militantes a ser expulsados. Todo ello, ocasionó que la parte más importante del movimiento de los trabajadores se concluyera sin la participación del PMT.
La historia de la izquierda está llena de divisiones, de pugnas por el poder. El ascenso de la huelga de los trabajadores de Refrescos Pascual, como un movimiento de masas, coincidió con el momento en que el PMT iba a renovar su dirección nacional, con la posibilidad de convertirse en el instrumento de la toma del poder político de los trabajadores. A 47 años de la constitución del PMT, la crítica y la autocrítica debe prevalecer; la desvinculación de los partidos de izquierda de los movimientos de masas y en específico de los trabajadores es una lamentable realidad, el proletariado seguirá sin cabeza, tal como lo enunció hace años José Revueltas.
¡Vivan los trabajadores y las trabajadoras!
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