He invitado por última vez a Octaviano Couttolenc Mestre a ocupar mi columna, para tratar en esta ocasión un tema de interés general y de enorme actualidad, ya que ahora cuenta con su propia columna en estas mismas páginas, intitulada “Cambio y Fuera”, que se publica los viernes, cada tres semanas. Invito a mis lectores a seguirlo leyendo.
Es muy posible que nuestro amigo lector se haya encontrado ya recientemente en alguna lectura, publicación, reporte corporativo, prospecto de inversión, etc., con alguna referencia a los denominados Criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo), en inglés ESG (Environmental, Social and Governance) y a los temas de la sostenibilidad, hoy de tanta trascendencia para las empresas e inversionistas.
A continuación, una breve explicación de dichos criterios. La “A” de Ambiental, hace referencia a los efectos que la actividad de una empresa puede tener sobre el medio ambiente; la “S” de Social, mide los impactos que la actividad desarrollada tiene sobre el entorno social y la comunidad y la “G” se refiere al Gobierno Corporativo, haciendo alusión al manejo que hace la empresa de sus órganos de gobierno, consejos, códigos de conducta, etc.
Sin duda la sostenibilidad y la aplicación y medición de criterios ASG son algo que lleva varias décadas de haberse mencionado por primera vez, pero hoy en día es algo mucho más patente y presente en la vida diaria de las empresas e inversionistas, y que no puede ser ignorado.
Aquellos que hemos trabajado en el mundo corporativo, hemos sido testigos vivos de la velocidad en que se han ido dado cambios en las organizaciones, y debo decir que sin duda para bien de todos. Es común hoy ver a las empresas llevando a cabo compromisos claros de cara a la sociedad y a sus inversores, en todos estos frentes.
Hoy con frecuencia las empresas se comprometen en temas ambientales, ya sea reduciendo su volumen de emisiones, su huella de carbono, su consumo de agua y energía, el manejo de sus residuos, y muchos otros compromisos tendientes a buscar el objetivo de ser empresas sustentables, que disminuyen el impacto que sus actividades tienen sobre el medioambiente.
En temas sociales, es impresionante ver la preocupación que existe sobre el impacto que los servicios o productos ofrecidos tendrán sobre el consumidor, la comunidad y su bienestar; existe una seria ocupación de asegurar se logren los objetivos corporativos, pero con impactos positivos, ayudando al desarrollo de personas y comunidades, procurando la inclusión financiera, entre otras metas. En resumen, diría que hay un serio trabajo sobre la imagen de la marca y lo que representa.
Y, ¿qué me dicen de los cambios que están ocurriendo en el Gobierno Corporativo, en la apertura de información y transparencia, con los cambios en la composición de los miembros en sus órganos de gobierno (incrementando la participación de mujeres, jóvenes, o personas que enaltezcan la diversidad de pensamiento), la preocupación sobre eliminar brechas salariales por género y tantos otros temas?
Yo creo que esta nueva realidad y preocupación por la sostenibilidad, deja completamente en el olvido, y para bien, el concepto del capitalismo rapaz, que privilegiaba la obtención de utilidades a cualquier costo, en beneficio del capital, y sin poner mucho énfasis en los efectos colaterales que dicha actividad tuviera sobre el entorno (empleados, medio ambiente y sociedad en general).
Gran cantidad de empresas y organizaciones han definido ya una clara estrategia en temas de sostenibilidad y es responsabilidad de su liderazgo y empleados de hacerla viva y presente. Este tema hoy es algo crítico e irrenunciable para las empresas, como resultado de la presión que han ejercido los inversores institucionales, los cuales han ido incorporando muchos criterios ASG en sus políticas de inversión y donde hoy privilegian aquellas empresas que cumplan con dichos criterios. Pareciera que esto era un tema relevante pero que no se había vuelto crítico, y no fue hasta que estas instituciones y sus líderes pasaron de la preocupación a la acción concreta. Hoy se estima que más del 50pct de los manejadores de activos institucionales globales están implementando o incluyendo criterios ASG para sus estrategias de inversión.
En un pasado no muy distante, muchos inversionistas veían esto con recelo, ya que se pensaba que las empresas que se adherían a los principios de inversión responsable, predecesor de los principios de sostenibilidad, tendrían que sacrificar rentabilidad financiera para lograr hacer de este mundo uno mejor. En los últimos años han existido cantidad de estudios que han demostrado que esto no es así, sino lo contrario, que aquellas empresas que han salido con mejores puntuaciones en criterios ASG, han producido retornos financieros superiores, se han vuelto acciones de mejor calidad y sujetas a menos vaivenes de precio y menos propensas a ser insolventes.
En este gran esfuerzo por avanzar en temas de sostenibilidad, es palpable que la batalla se está dando en gran cantidad de frentes, desde las políticas públicas, fiscales y monetarias, desde la definición de criterios contables y de medición de los criterios, desde la interpretación a nivel corporativo e institucional, entre otros. Viniendo del mundo financiero me ha tocado ver cómo las políticas instrumentadas por el Banco Central Europeo (“BCE”) han tenido resonancia en los reguladores, en los bancos centrales de muchos países, en la banca comercial, y en los manejadores de activos y donde en cada uno de ellos hoy se ven esfuerzos claros de ser parte de este cambio y de colaborar en el ámbito de sus responsabilidades a gestar e impulsar el cambio en las empresas e individuos con los que interactúan.
Sin duda el tema de la sostenibilidad llegó para quedarse y todos y cada uno somos de alguna manera corresponsables de actuar en pro de ésta y de exigir en nuestras múltiples facetas, ya sea como consumidores, como empleados, como ciudadanos, como accionistas o inversionistas que las empresas con las que hacemos negocio lo hagan bajo los más altos estándares ASG posibles porque esto redundará en el bienestar de las próximas generaciones.
Ya no es aceptable la simulación, ni el pintarnos de verde metafóricamente hablando, sino tenemos que pasar a las acciones concretas y en esto las empresas llevan mano como factor de cambio en la sociedad para un entorno sustentable y más amable con el medioambiente.
“Cuando las generaciones futuras juzguen a las que vinieron antes respecto de temas ambientales, tal vez lleguen a la conclusión de que no sabían; evitemos pasar a la historia como las generaciones que sí sabían, pero no les importó” (Mijaíl Gorbachov, 2002).
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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