El retorno del bisonte americano
Sara Gerson

Ecología y otras cosas

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El bisonte americano, el mamífero terrestre más grande de América; es originario de las llanuras de Canadá, Estados Unidos y el norte de México.

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La imagen de este corpulento bovino, nos remite a las películas de vaqueros, en las que es común ver multitudinarias manadas, recorrer las praderas del vecino del norte; al tiempo que levantan enceguecedoras tolvaneras.

Así fue el “Viejo Oeste”. Los expertos calculan que en 1800, había alrededor de 60 millones de bisontes americanos; sin embargo, un siglo después, en los Estados Unidos, quedaban menos de 1000 ejemplares.

El bisonte americano, el mamífero terrestre más grande de América; es originario de las llanuras de Canadá, Estados Unidos y el norte de México.

Hoy, en nuestro país, es una especie en peligro de extinción.

La población de este bovino mermó dramáticamente, debido tanto a la fragmentación y destrucción de su hábitat, como a la cacería indiscriminada, la cual se incrementó exponencialmente, debido a la llegada de los ingleses, quienes desplazaron a las naciones nativas.

Los pueblos indígenas de Norteamérica le llamaban “dador de vida” y utilizaban al animal completo; obtenían de él, alimento, abrigo y combustible (elaborado con las heces que dejaban secar al sol); también manufacturaban objetos religiosos.

Era un animal venerado. Su cacería, estaba acompañada de un enorme respeto y gran veneración; formaba parte de un ritual.

Relatan los que saben de esto, que el cazador, acercaba su rostro al de la presa agonizante, para aspirar su último hálito, con la certeza de que su alma se impregnaría de los atributos y virtudes del fornido animal.

Estos parientes de los antílopes, las cabras y las ovejas; son mamíferos sumamente robustos, algunos ejemplares pueden llegar a pesar más de una tonelada.

A lo largo del año, presentan dos tipos de pelaje, en el invierno ostentan una melena espesa de color marrón oscuro y en el verano una capa liviana de tonalidades tenues.

Macho y hembra cuentan con una pequeña cornamenta curva, que utilizan para luchar durante la época de celo o para defenderse.

Igual que todos sus parientes, se alimentan de hierba. El bisonte americano, alcanza su madurez a los tres años; su gestación dura entre 260 y 280 días, después de los cuales nace una sola cría, que puede pesar más de 20kg; su expectativa de vida es hasta de 22 años.

El zoológico de Bronx, en Nueva York, logró proteger a una de las escasas manadas que lograron sobrevivir hasta el siglo XX; con el fin de reinsertar la especie en su hábitat natural, se trasladaron algunos de esos ejemplares al Parque Nacional de Yellowstone.

Hoy la población de bisontes americanos se calcula en 350 000 individuos. Algunos viven en libertad, mientras que otros se crían para consumo humano.

En un intento por recuperar la especie en nuestro país, en noviembre de 2009, se introdujo una pequeña manada (20 hembras y 3 machos), en el rancho “El Uno”, propiedad del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN), ubicado en la Reserva de la Biósfera Janos en el estado de Chihuahua.

Los animales eran oriundos del parque nacional Wind Cave (Situado en el estado de Dakota del Sur, en Estados Unidos).

La primera cría nació en mayo de 2010; a finales de 2018, la manada contaba con una población de 184 ejemplares.

En 2020 se repitió el procedimiento, gracias al apoyo de AES México y CEMEX, junto con el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN) la Conanp y la Dirección General de Vida Silvestre de la SEMARNAT.

Esta vez, 19 ejemplares procedentes de Janos fueron emplazados en la Reserva Natural El Carmen, en el estado de Coahuila.

El Museo del Desierto en Saltillo presume orgulloso cuatro bisontes que tienen su hogar en un espacio diseñado para acogerlos, denominado “Desierto Viviente”.

Fidencio arribó en 2016, este ejemplar es una donación del zoológico de Nuevo Laredo; Hortensia, llegó en 2019, proveniente del rancho Sal Si Puedes, (ubicado en San Buenaventura, Coahuila).

La pareja logró adaptarse a su nuevo hábitat, su alimentación y cuidado están a cargo de veterinarios y ecologistas; es esencial señalar se les brinda además enriquecimiento.

Así se denomina el programa diseñado para reproducir su forma de vida en la pradera.

El animal está obligado a buscar su alimento; los cuidadores lo inducen a realizar acciones que estimulan su movilización, con el fin de fortalecer su musculatura, lo mismo que sus dientes y uñas. La idea es evitar a toda costa que el bisonte pase todo el día echado e indolente como suele suceder con los animales en cautiverio.

El 24 de mayo de 2021, nació Vicente, el primer descendiente de la pareja, y el 30 de julio del presente año, arribó Elvis.

El Museo del Desierto, implementa programas de reproducción y así contribuye activamente en la recuperación de la especie, con miras a reinsertar ejemplares en su hábitat natural.

Lo anterior es parte de un plan orientado a la recuperación ecológica de la zona lo cual traería como consecuencia la restitución de los ciclos naturales del ecosistema.

Además de su importancia ecológica, no debemos perder de vista el hecho de que el bisonte americano, es un símbolo histórico y cultural para los pueblos originales de Norteamérica.

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