A raíz de la publicación del libro ‘Earth 4 All. A Survival Guide for Humanity’, auspiciado por el Club de Roma, entre otras instituciones, en el 50 aniversario de la publicación de ‘Los límites al crecimiento’, el Informe del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), precisamente al Club de Roma, se han publicado, numerosos artículos. En ‘Earth 4All’, varios autores analizan las profundas dificultades que la desigualdad que prevalece en el planeta, entre países y dentro de los mismos, obstaculizan la solución de los grandes problemas de la humanidad como el cambio climático.
Uno de esos artículos es el publicado recientemente, el 10 de octubre de 2022, por Michael Jacobs, profesor de Economía Política en la Universidad de Sheffield, en ‘The Guardian’. En este artículo, el autor señala que los ingresos se han estancado mientras los ricos se enriquecen. El auto desarrolla su artículo partiendo del comentario al discurso de Liz Truss, primer ministro de Gran Bretaña ante el Partido Conservador. En este mensaje Truss dijo que ‘tiene 3 prioridades para la economía británica: crecimiento, crecimiento y crecimiento’.
Michael Jacobs explica que el crecimiento económico se define como una expansión del ingreso nacional, medido por el PIB. Añade que desde la década de 1950 el objetivo de casi todos los gobiernos ha sido que el PIB crezca cada año. En la posguerra, sostiene el economista británico el crecimiento trajo en el Reino Unido la disminución del desempleo, aumento de los ingresos, menor desigualdad, mayores ingresos fiscales para pagar los servicios públicos e incluso, sostiene, que alguna mejora ambiental al disminuir algunos contaminantes. Pero eso dejo de ser cierto, entre 2010 y 2019, el crecimiento promedio fue de alrededor del 2% anual, pero el ingreso disponible apenas ha aumentado. La economía del Reino Unido se ha visto impulsada principalmente por el consumo y no por la inversión en capital, como tecnología o habilidades. Esto ha dejado estancada la productividad, sin generar crecimiento en las ganancias promedio.
Pero, sobre todo, señala que el crecimiento económico no ha reducido la desigualdad. Durante los 30 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, una parte cada vez mayor del ingreso nacional se destino al trabajo en forma de sueldos y salarios. Pero desde mediados de la década de 1970 ha fluido más hacia los beneficios y dividendos de los propietarios del capital. La ‘proporción para la mano de obra’ ha disminuido en casi todos los países desarrollados. La desigualdad de ingresos ha aumentado.
Asimismo, en los últimos 30 años se ha registrado un enorme crecimiento de los valores de los activos, en particular de tierras, propiedades y acciones de las empresas. Estas propiedades están muy concentradas por lo que la brecha entre los ricos y la mayoría se ha ensanchado mucho. Se trata de un capitalismo rentista, en el que los beneficios del crecimiento económico fluyen principalmente a los tenedores de activos.
La distribución desigual del crecimiento puede medirse en las ‘cuentas nacionales distributivas’. En Estados Unidos, estas cifras muestran que entre 1980 y 2014 el PIB aumentó un 60%, mientras que los ingresos de la quinta parte más pobre de la población crecieron sólo un 4%, los ingresos correspondientes al 1% más rico de la población se triplicaron. Por otra parte, dice el autor, en el Reino Unido se estima que entre 1979 y 2012, casi el 40% del crecimiento económico se destinó al 10% más rico de la población, mientras que la mitad más pobre recibió menos del 10%.
Pero, esto también plantea una cuestión de mayor fondo. Preguntarnos si los patrones de producción y consumo que generan crecimiento demuestran bienestar social e individual. En el Reino Unido la Oficina Nacional de Estadística y la OCDE publican indicadores de bienestar. Estos mostraron que el bienestar ha estado disminuyendo aún antes de la pandemia. Canadá y Nueva Zelandia han planteado explícitamente como pueden enfocar sus políticas para promover el bienestar y no solamente el PIB.
Recuerda Michael Jacobs que la mayor interrogante sobre el crecimiento como medida de progreso económico se dio hace 50 años con la publicación de ‘Los límites al crecimiento’. Se advirtió que a menos que se modificara profunda y radicalmente la composición del crecimiento, sus impactos ambientales provocarían un colapso ecológico y social en un plazo de 100 años.
Si bien muchas de las predicciones de ‘Los límites al crecimiento’, han resultado ser proféticas, hay países que han logrado crecimiento del PIB y a la vez la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Pero, esto es claramente insuficiente. No se ha detenido la pérdida de la biodiversidad, la erosión de la calidad de los suelos, la contaminación marina, la huella ambiental global. Además, esto es lo peor, las emisiones de carbono no están disminuyendo lo suficientemente rápido para evitar un calentamiento global catastrófico.
El PIB puede crecer, pero en forma radicalmente más ecológica. Es urgente que disminuyamos el sector de los combustibles fósiles. Al mismo tiempo, deben crecer sectores como las energías renovables, y la inversión en salud, educación, cuidado de los niños, entre otros. Por lo tanto, la discusión no es ¿crecimiento o no?, sino ¿crecimiento de qué?.
En un informe de la OCDE titulado ‘Más allá del crecimiento’ se planteó que los objetivos primordiales deberían ser la sostenibilidad del medio ambiente, la reducción de la desigualdad, el aumento del bienestar y el fortalecimiento de la resiliencia. Algunos la llaman la agenda post-crecimiento. De acuerdo con esta agenda, hay que enfatizar los objetivos sociales y ambientales.
Finaliza su artículo Jacobs diciendo que Truss afirmó que su estrategia económica se opone a una coalición contra el crecimiento. Sería más preciso, sostiene el autor, postular que se debe aspirar a ingresos crecientes, pero no si van acompañados de catástrofes ecológicas, aumento de la desigualdad y deterioro de la calidad de vida. Una economía sostenible, igualitaria y centrada en el bienestar requiere de un enfoque completamente diferente.
Las reflexiones de Michael Jacobs están referidas al Reino Unido, salvo las referencias a los Estados Unidos y a la OCDE, que se aplican a los países más desarrollados del mundo. Sin embargo, el problema de la persistencia de la pobreza y del incremento de la desigualdad son particularmente graves en América Latina. Los altos niveles de desigualdad están obstaculizando la solución de los graves problemas estructurales que enfrentamos, propician extremismos y gobiernos crónicamente disfuncionales. El libro ‘Earth 4All’, nos invita a la reflexión sobre estos graves problemas.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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