Argentina vive una profunda crisis económica, social y política. El resultado de los gobiernos recientes ha sido desastroso. Con este panorama, el domingo 13 de agosto se celebraron las elecciones primarias de los diferentes partidos políticos para determinar a sus respectivos candidatos presidenciales. Cabe precisar que en Argentina el voto es obligatorio por lo que aún estas elecciones primarias de los partidos tienen una enorme participación.
La principal característica de este proceso es que los candidatos que obtuvieron más votos fueron Javier Milei, líder de ‘La Libertad Avanza’, partido político fundado por él, quien es descrito como libertario de ultraderecha, que propone desmantelar el Estado y ataca cualquier forma de acción pública. Entre sus propuestas están desaparecer el Banco Central, dolarizar la economía, suprimir los ministerios de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, liberar todos los aspectos de la economía, permitir la venta de armas a los ciudadanos sin restricciones. De igual forma, se declara admirador de Trump y de Bolsonaro. La siguiente candidatura con más votos fue la de Patricia Bullrich, de Propuesta Republicana, también partido de derecha. La primera lectura de este proceso electoral interno significa un rechazo masivo al peronismo, la fuerza política que ha dominado el escenario político desde hace casi 80 años en ese país.
Para tratar de entender la situación de Argentina es importante referir algunos antecedentes. Después de la independencia de España y de un turbulento periodo de inestabilidad y enfrentamiento civil, el país conoce desde la segunda mitad del siglo XIX un impresionante periodo de auge y bonanza económica derivado de la actividad agropecuaria y de las cuantiosas exportaciones. Es la época del primer liberalismo en Argentina con presidentes como Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Julio Argentino Roca. Las grandes estancias de la pampa húmeda tienen una altísima productividad agrícola y ganadera y la arquitectura de la ciudad de Buenos Aires de finales del siglo XIX es reflejo de esta época dorada.
A finales del siglo XIX y principios del XX Argentina era ya uno de los países más ricos del mundo. Se calcula que, en 1900, el PIB de Argentina era equivalente al de Alemania o Canadá. Se decía que iba a ser el Canadá del Sur. Sin embargo, a partir de ese momento inicia un largo viaje hacia el subdesarrollo. En 2021 y 2022, el PIB de Argentina es menor al de países mucho más pequeños, con menor población y con mucho menos recursos naturales. Después de la época de Hipólito Yrigoyen y de Macelo Torcuato de Alvear, presidentes democráticos se da la llamada Década Infame. Con inestabilidad política, una enorme desigualdad y una oligarquía poderosa que manda no sólo en la economía sino en política surge el fenómeno político del peronismo.
El General Juan Domingo Perón, fue agregado militar de Argentina en la Italia fascista, experiencia que le permitió, según el propio Perón, conocer personalmente a Mussolini, como él lo relataba. Durante el gobierno militar de 1943 a 1946, que pone fin a la Década Infame, denominada así debido al fraude electoral y la corrupción, Perón ocupa varios cargos y llega a ser ministro del Trabajo, y vicepresidente desde donde inicia una política de acercamiento y de apoyo a los sindicatos y de cumplimiento de la legislación laboral. Perón llega a la presidencia en 1946 e inicia una fuerte política social y estatista, con la carismática presencia de su mujer, Eva Perón, que crea un importante liderazgo social contra las desigualdades. En 1955 es removido por un golpe de estado, el partido justicialista es suprimido por el gobierno militar, y el peronismo pasa a la clandestinidad. Así, el peronismo comienza a agrupar desde grupos en la extrema izquierda hasta nacionalistas más identificados con movimientos de derecha. Surge el grupo guerrillero de los Montoneros. En 1970, los Montoneros, secuestran y ejecutan al General Pedro Eugenio Aramburu, quién lidereó la llamada Revolución Libertadora, que depuso a Perón y ocupó la presidencia del país.
Los civiles logran recuperar el poder por la vía democrática con los presidentes Arturo Frondizi derrocado por un golpe militar y Arturo Illia también destituido por un golpe de estado castrense en 1966 que gobierna hasta 1973, cuando se celebran nuevas elecciones. Se le impide a Perón, quién vive exiliado en Madrid, participar en el proceso electoral, pero lo hace a través de Héctor Cámpora, su delegado personal. Ese gobierno convoca a nuevas elecciones y gana Perón llevando como vicepresidente a su segunda esposa, María Estela Martínez de Perón, (Isabelita). Muere Perón en el poder en julio de 1974 y le sucede su esposa, ‘Isabelita’ quién es removida en 1976 por una junta cívico-militar y encarcelada durante cinco años. Este nuevo gobierno de facto (militar), cae a raíz de la derrota de Argentina en la guerra de las Malvinas. En las nuevas elecciones es triunfador Raúl Alfonsín, del Partido Radical, (que en Argentina son los moderados), quién entre otras cosas lleva a juicio a los militares genocidas responsables de una violenta represión, con numerosos crímenes de lesa humanidad, que pretenden justificar por el contexto de la guerra fría. Alfonsín enfrenta otra profunda crisis económica y debe renunciar unos meses antes cumplir su mandato. Le sucede el peronista Carlos Saúl Menem, con su polémico ministro de Economía, Domingo Cavallo. Durante el gobierno de Menem se aplican las directrices del consenso de Washington, de las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, en su versión del ‘crony capitalism’ (capitalismo de cuates). Entre otras cosas se efectúan importantes privatizaciones en favor del círculo de amigos del poder político, como en otros países latinoamericanos. Desde el término del gobierno de Menem se suceden varios gobiernos de corta duración, entre ellos el de Fernando de la Rúa, quién se ve obligado a renunciar y dejar la Casa Rosada, sede de la presidencia de la nación, en helicóptero, frente a una enardecida manifestación.
En ese contexto vuelve a ganar el peronismo, en 2003, con Néstor Kirchner, quién es sucedido por su esposa Cristina Fernández en 2007. De 2015 a 2019 gobierna Mauricio Macri, quién también enfrenta enormes problemas económicos durante su gestión.
Regresa el peronismo al poder a través de la candidatura de Alberto Fernández, llevando como compañera de fórmula para la vicepresidencia a la expresidenta Cristina Fernández. Con hiperinflación, desempleo, inestabilidad social y los costos políticos del manejo de la pandemia del COVID-19 se enfrentan a elecciones el 13 de octubre. Para ser elegido presidente, el candidato ganador debe obtener más del 50% de los votos o más del 40% de los votos y una distancia de más del 10% frente a su seguidor más próximo. De lo contrario habrá que ir a la segunda vuelta.
Argentina es un país de 2.7 millones de kilómetros cuadrados, con vastos recursos naturales, tanto en la pampa húmeda, una de las regiones más fértiles del planeta, como en la Patagonia y en la costa atlántica. Tiene una población relativamente baja (46 millones de habitantes). Es un caso difícil de explicar la recurrente causa de sus crisis económicas y financieras, pero Argentina ha vivido hiperinflación y devaluaciones monetarias en muchas ocasiones, más que cualquier otro país latinoamericano. En ese contexto surgen en las elecciones internas dos candidatos de derecha, populistas que con un conjunto de simplificaciones pueden agudizar la problemática económica y social del país y, en tercer lugar, un candidato de centro, con bases que reclaman medidas populares, junto a fuerzas políticas muy menores. En el mes de octubre se realizarán las elecciones presidenciales y, de no lograr ninguno de los candidatos la mayoría a que hemos hecho referencia, se convocará un ballotage para noviembre entre los dos primeros. El vencedor asumirá la presidencia el 10 de diciembre.
Javier Milei es un político mediático, con un discurso incendiario. Es un hombre ignorante, no entiende nada del cambio climático, con propuestas estridentes, inviables, que enciende a su público con injurias, descalificaciones y simplezas. Parece un predicador evangélico de Missouri o Mississippi, aunque sin los coros del góspel, pero sí música de fondo en sus videos, es grotesco y violento. Es decir, tiene todo para tener éxito electoral y nada para solucionar los problemas de fondo. En suma, frente a la profunda crisis que vive Argentina, que conllevaría la revisión de fondo de sus políticas públicas y sin duda una reforma del Estado la solución que plantea Javier Milei son un conjunto de ocurrencias e injurias en nombre de la libertad.
Es el momento de la revisión de las políticas públicas con pleno conocimiento de la realidad y un enfoque técnico para resolver los gravísimos problemas estructurales que enfrenta ese país. Es el momento oportuno para hacer una evaluación del último siglo, con un cambio de protagonistas, pero se recurre nuevamente a la emoción, y la irresponsabilidad como respuesta.
Más allá de la coyuntura que vive Argentina, la pregunta es si estamos frente a un caso relativamente aislado de populismo de derecha en América Latina, o bien, frente a una reacción que se puede dar también en otros países que han tenido gobiernos populistas de izquierda. Ya vimos el caso de Jair Bolsonaro en Brasil, así como la irresponsable gestión de Trump en los Estados Unidos.
Durante los más recientes gobiernos militares, (1966-73 y 1976-83) se aplicaron los lineamientos recomendados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) de la época, con las consecuentes tensiones sociales y el impacto en el crecimiento de la pobreza y la desigualdad. En los seminarios y reuniones sobre temas económicos latinoamericanos que se celebraban en el FMI en Washington, en los años 70 del siglo pasado, se ponía de ejemplo a José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía de los militares argentinos. Las consecuencias fueron dramáticas. Es la política que aplicó también Pinochet, en Chile, a partir de 1973 y en especial durante sus primeros años, inspirado en Milton Friedman y con los Chicago Boys, que tuvo que imponer a sangre y fuego, cuyas heridas aún no cicatrizan.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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