Desde mi posición de la amistad tengo el privilegio de conocer de cerca a estos dos destacados hombres de la coyuntura actual, ambos forjadores de los consensos entre los partidos políticos de oposición al régimen que padecemos y la sociedad civil. Por iniciativa de Claudio se inició y se materializó el tejido fino de la alianza Sí por México que desembocó en la Marea Rosa por la defensa del INE y de la independencia de la Suprema Corte de Justicia, y finalmente en el Frente Amplio por México que habrá de rescatar al país de las garras de la supuesta cuarta transformación el año entrante.

Por su parte, Santiago se dio a la tarea de sumar al movimiento a su Partido de Acción Nacional y contribuyó a que el PRI y el PRD se sumaran a la causa. Consciente de sus atributos y experiencia y en pleno ejercicio de su legítimo derecho, Santiago se decidió a luchar por la candidatura presidencial del Frente Amplio por México, lo que sin duda elevó el nivel de la campaña interna y brindó legitimidad al proceso.

Ante la irrupción del fenómeno de Xóchitl Gálvez, Santiago Creel pronto se percató de la prevalencia de dicha candidatura frente a la suya y con un genuino espíritu patriótico, de civilidad política y de generosidad, decidió declinar para apoyar de lleno la de Xóchitl. Ver que políticos antepongan el bien común frente al interés propio no es común y la Historia de México se lo habrá de reconocer a Santiago Creel Miranda.

Según hemos dicho en esta misma columna, quien considere que actualmente todo está bien o todo está mal, está mal. Por eso he de reconocer que en lo que el Presidente López Obrador casi nunca yerra, es en escoger a sus víctimas para denostarlas en sus mañaneras. Casi siempre escoge a los mejores mexicanos. Por eso las más de 400 ocasiones en que AMLO ha tratado de vituperar a Claudio X. González Guajardo no hacen sino engrandecer su figura, la cual también habrá de ser consignada en las páginas de nuestra Historia.

Ha de saber el lector que pese al mote de empresario que le ha pretendido endilgar el Presidente a Claudio hijo, quizá nunca ha realizado un negocio en su vida, la cual ha dedicado de lleno, al menos durante las últimas dos décadas, a actividades filantrópicas y de la sociedad civil. Junto conmigo y otros siete entrañables amigos constituimos hace casi un cuarto de siglo la Unión de Empresarios para la Tecnología en la Educación (UNETE), proyecto que ha permitido el equipamiento con computadoras nuevas, acceso a internet, producción de material educativo y acompañamiento, a cerca de 10 mil escuelas públicas a lo largo y ancho de todo el país. Debo dejar claro que ni Claudio ni ningún otro de los patronos ha sacado nunca provecho económico alguno de este proyecto.

También se debe en gran medida a Claudio la creación y puesta en marcha de Mexicanos Primero y de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, la primera para diseñar e implementar la reforma educativa que este gobierno ha destruido y, la segunda para detectar, documentar y denunciar prácticas de corrupción llevadas a cabo por servidores públicos de todos los partidos políticos de México. Lo anterior, además de haber encabezado durante varios años la Fundación Televisa, desde la cual logró transformar la vida de innumerables mexicanos de escasos recursos a través del otorgamiento de becas, apoyos médicos y aparatos auditivos y oftalmológicos, entre muchos otros beneficios.

Ante el régimen represivo que padecemos, tanto Claudio como Santiago han puesto en riesgo sus bienes y hasta su integridad personal y la de sus familias por un auténtico espíritu patriótico que estamos obligados a reconocerles, independientemente de nuestras propias filias y fobias. Ahora, más que nunca, me siento orgulloso de su amistad.

Hago votos para que Claudio y Santiago sigan ejerciendo un papel central en la política mexicana, que contribuya a crear el México que queremos.

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