La “odisea” acusatoria no termina para Donald Trump, el expresidente estadounidense quien se ha declarado “inocente”-de los cargos por intentar “robar las elecciones” de 2020-este 3 de agosto en un tribunal washingtoniano. El septuagenario político republicano se “aferra” en resiliencia a la posibilidad de volver a “ocupar” los recintos sagrados del pueblo estadunidense-la Casa Blanca-y llevar ante la justicia al actual presidente Joe Biden según declaraciones vertidas en medios de prensa.
En primer lugar, pienso al respecto que, es urgente “inocular” en nuestras democracias contemporáneas nuevos liderazgos que “evadan” el sometimiento a la cultura del entretenimiento, pues es esto a lo que parece apostar el magnate neoyorkino Donald Trump, pues al parecer resiente todavía el no haber podido “repetir” gestión de gobernante presidencial al perder las pasadas elecciones de 2020.
Es necesario e impostergable- a mi humilde juicio- que haya nuevos actores políticos que “sientan” e inscriban en sus cuerpos el gestionar empáticamente las legítimas aspiraciones ciudadanas a “vivir” en condiciones absolutamente diferentes a como se ha venido conviviendo en sociedad.
En ese sentido, pienso que lo realmente importante es no “ceder” a la ceguedad de las propias convicciones políticas sino más bien, apostar a los auto cuestionamientos como una real posibilidad de apostar al re direccionamiento en la gestión de los asuntos públicos en nuestras sociedades americanas y aun mas allá.
Es entendido y comentado en todos los espacios habidos y por haber que no hay democracia sino hay respeto a los derechos humanos de cada individuo, pero, creo que se evade sistemáticamente esa responsabilidad cuando se actúa sesgadamente en la gestión de los asuntos públicos de nuestros países lo cual evidentemente relativiza las posibilidades de un “goce” universal de los derechos humanos que, a la larga, pienso que impacta en las tomas individualizadas de decisiones.
En mi opinión, la violencia que se ha venido naturalizando desde las propias instituciones “obedece” a las ideologías sectorizadas que han “copado” la gestión de los estados-naciones. En ese contexto, opino que no se puede apostar a una paz sostenible- en la era de la sostenibilidad- si no se “interviene” decisivamente los espacios originarios de desigualdad desde las propias ciudadanías locales, apostándole al desarrollo endógeno para “neutralizar” los masivos éxodos de ciudadanos que lo único que buscan es “oportunidades”, en un mundo en donde al parecer esas, las mismas quedan arbitrariamente bajo la tutela de agentes políticos o empresariales que no necesariamente son “movidos” por la empatía como herramienta ética necesaria e indispensable en la construcción de sociedades auténticas.
En definitiva, es tiempo de potenciar los “vientos de cambio” desde la gestión de las responsabilidades compartidas que van desde el comportamiento cívico del ciudadano de “a pie” hasta la cúpula del poder, entendiendo que la sostenibilidad de la paz y tranquilidad debe estar anclada en una visión consensuada de bienestar común. Posdata: Decía en su momento el filósofo y escritor romano-en pensamientos heredados a la humanidad- Lucio Anneo Seneca– que “Cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable”.
Entonces, lo realmente importante es saber gestionar hacia donde remamos en las posibilidades de contribuir al mayor bienestar social, – Ad maiorem Dei gloriam “para la mayor gloria de Dios”,-como lo expresaba en una suerte de mantra en su momento el fundador de la Compañía de Jesús, Iñigo López de Oñaz y Loyola, conocido universalmente como San Ignacio de Loyola.
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