¿Encontradas señales en la relación de Estados Unidos con China?
Enrique Dussel Peters

Desde la Socioeconomía

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La desfavorable opinión en contra de China es fundamental para esperar un ambiente extremadamente negativo durante el período electoral estadounidense y hasta las elecciones de 2024.

Lectura: ( Palabras)

En los últimos meses de 2023 Estados Unidos ha destacado por una política exterior contradictoria con China, por un lado aspectos de distensión y acercamiento y, al mismo tiempo, un endurecimiento en ámbitos específicos. ¿Cómo comprender estas estrategias en el corto y mediano plazo?

El contexto es relevante. La opinión pública en Estados Unidos ha empeorado drásticamente: según las encuestas del Pew Research Center las perspectivas negativas/desfavorables sobre China aumentaron de niveles cercanos al 40% en 2018 a más del 80% desde 2022; en 2012 por vez primera el sentimiento negativo fue mayor al favorable a China. De igual forma, y desde 2018, la administración de Trump inició con múltiples medidas específicas en contra de China bajo el lema de la “competencia entre grandes potencias” y particularmente mediante medidas arancelarias y exigencias de compras de productos estadounidenses. Con la administración Biden desde 2021 se mantuvieron estas medidas y se profundizaron mediante un amplio arsenal de instrumentos que limitan el acceso a tecnología avanzada (vía exportaciones e inversiones) y restricciones a cientos de empresas chinas específicas con vínculos al sector militar y al Partido Comunista de China; en varios casos como los semiconductores se han buscado estrategias con otros países en contra de China. En esta columna hemos examinado con detalle diversas recientes políticas de EU hacia China desde 2022, particularmente nuevas políticas industriales, comerciales, de infraestructura e innovación que representan alrededor del 10% de su PIB. Por último, y en forma contundente, la Secretaria del Tesoro de EU, Janet Yellen, precisó en abril de 2023 que en la relación hacia China la seguridad nacional imperaría por encima de cualquier otro criterio (y por ello el concepto de security-shoring en la actualidad). Como resultado las inversiones chinas a EU se han desplomado y recientes estimaciones de Rhodium Group prevén una caída de la IED de EU a China de un promedio anual de $14,000 millones de dólares durante 2005-2018 a $10,000 millones de dólares en los siguientes 5 años. En el comercio exterior de EU el desempeño ha sido más drástico aún: si en 2017 China fue el principal socio comercial con el 16.34%, cayó al 10.91% en el primer semestre de 2023 y por detrás de México y Canadá. Por último, y con la visita de Pelosi a Taiwán en agosto de 2022, las tensiones militares aumentaron al máximo entre ambos países y, en general, las relaciones bilaterales desde entonces y hasta el primer trimestre de 2023, alcanzaron su menor nivel en décadas.

En 2023 la administración Biden ha realizado un esfuerzo de acercamiento con sus contrapartes chinas y mediante visitas de alto nivel de funcionarios como Antony Blinken (Canciller, junio), Janet Yellen (Secretaria del Tesoro, julio) y (Gina Raimondo (Secretaria de Comercio, agosto). En todos los casos, y antes de las respectivas visitas, se redujeron al mínimo las expectativas y se adelantó que se buscaba mantener la comunicación con las contrapartes chinas. En ninguna de las tres visitas se lograron avances en temas específicos y se realzó la importancia de continuar el diálogo entre ambos países y entre los respectivos funcionarios. La visita de Raimondo fue simbólica: diversos encuentros en los que señaló que China es crecientemente “inatractivo para invertir” (uninvestable) por su alto riesgo para empresas estadounidenses, la negación de cancelar cualquier tipo de medidas de EU vinculadas al control de exportaciones e inversiones en tecnologías avanzadas y buscar negociaciones de beneficio mutuo en áreas como el medio ambiente, fentanilo e inteligencia artificial. Reuniones tensas, sin siquiera expectativas de negociaciones específicas y esfuerzos diplomáticos loables para que la confrontación no se agudice, incluso en el ámbito militar.

Paralelo a estos esfuerzos el 9 de agosto de 2023 la Casa Blanca dio a conocer una Orden Ejecutiva dirigida hacia China (y explícitamente incluyendo a Hong Kong) en la que se restringe el acceso en semiconductores, microelectrónica, tecnologías de información cuántica e inteligencia artificial, con efectos inmediatos. Si bien en medios especializados se esperaban medidas incluso más amplias (que incluyeran a más sectores), el impacto será importante en estos sectores y, en general, genera una importante incertidumbre para el resto de las inversiones chinas y estadounidenses que pudieran verse afectadas en el futuro ante este adverso ambiente bilateral.

¿Cómo comprender estas medidas contradictorias? Por un lado es importante reconocer que las visitas no han tenido siquiera la expectativa de cancelar las múltiples medidas en contra de China; se mantiene explícitamente a la seguridad nacional (security-shoring) como el principal y reciente criterio que define la relación con China. Por otro lado, las visitas buscan al menos que la confrontación no se agudice durante 2023-2024, probablemente también en el ámbito militar bilateral y en el contexto de la escalada en torno a Taiwán. La generalizada desfavorable opinión de la población estadounidense en contra de China es fundamental para esperar un ambiente extremadamente negativo hacia China en los partidos demócrata y republicano durante el período electoral estadounidense y hasta las elecciones de noviembre de 2024. Desde esta perspectiva estos encuentros buscarían generar ciertas bases bilaterales entre EU y China, más allá de las fuertes declaraciones que se esperarían en EU hasta noviembre de 2024. ¿Será?

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