Oxigenar democracia mexicana a través del sufragio
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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En un principio creo que los cambios siempre conducen a algo bueno porque hay nuevas “energías” que son “activadas” para impulsar otras estrategias de consolidación democrática.

Lectura: ( Palabras)

Este domingo dos de junio en la república mexicana se elige como nuevas autoridades federales en el proceso eleccionario 2023-2024: un presidente, 128 senadores y 500 diputados, en un ambiente previo de cierta tensión sociopolítica-con el lamentable asesinato de veintidós actores políticos desde septiembre 2023 hasta la fecha de acuerdo al gobierno mexicano; aunque la organización de sociedad civil Data Cívica cifra en una treintena los afectados por la violencia física-.

Este evento es reconocido como el más grande que ha tenido México en su historia democrática-electoral y en el mismo están habilitados para votar unos cien millones de ciudadanos del país norteamericano, con triunfo por mayoría simple, a una sola vuelta.

En un principio creo que los cambios siempre conducen a algo bueno porque hay nuevas “energías” que son “activadas” para impulsar otras estrategias de consolidación democrática y cumplir con las agendas propuestas por candidatos de elección popular como por ejemplo las tres figuras que justo ahora propenden por la presidencia mexicana.

A mi parecer, habría que poner atención al “problema” de desgaste en las gestiones gubernativas-dos o tres años de gobierno-, pues se va notando cierto aletargamiento en los tomadores de decisión debido a factores-entre otros-: “salirse” de los guiones presidenciales iniciales por la polarización que ciertamente se va agudizando debido al incumplimiento de promesas electorales; pero también debido a la entrada en escena de “personajes nocivos”-con intereses particulares o sectarios- que van en contravía a los intereses “sagrados” y generales de nuestras sociedades. 

Ahora bien, opino que la violencia política que muchas veces ha sido “desatada” en países de la región y aún más allá-en el contexto de elecciones políticas-entrañan aversas motivaciones de crear caos social por una parte, y, por otra parte, cada grupo político busca “legitimar” su comportamiento a través de estas deleznables acciones, lo cual evidentemente es inconcebible pues no se logra construir democracias auténticas en tanto no se logra una adhesión plena a la “democracia de las ideas”, desmarcándose de los discursos de odio y de la intolerable violencia física, verbal y psicológica que afloran en estos escenarios.

Al respecto, decía en su momento Mahatma Gandhi, político pacifista hindú que “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”.   

En definitiva, se espera que haya una verdadera fiesta cívica electoral mexicana en donde prime la tolerancia al accionar de “el otro”-enmarcado en la legalidad-y que sea la justicia electoral la que prevalezca y que tutele éticamente la voluntad de la mayoría, porque precisamente ahí, en el sitial secreto de votación los ciudadanos votan a México con la letra E de esperanza en un mejor porvenir para afrontar los desafíos actuales y venideros.

Posdata: En estas elecciones se votará a la renovación de 20,708 cargos, de los cuales 20,079 son locales y 629 son federales. Cabe destacar que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha contemplado implementar medidas inéditas en la justa electoral, tales como: expandir el voto de mexicanos en el extranjero a través de tres diferentes modalidades (correo postal, internet, y, presencialmente); permitir el sufragio a personas en prisión preventiva; y, habilitar el voto anticipado.

Con la posibilidad excepcional de que, por primera vez en la historia democrática, México sea liderado federalmente por una mujer; Xóchitl Gálvez por la coalición opositora “Fuerza y Corazón por México” o Claudia Sheinbaum por el movimiento oficialista “Sigamos Haciendo Historia”.

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