Nubes de alas color naranja: la mariposa Monarca
Sara Gerson

Ecología y otras cosas

94 opiniones • veces leído

La migración de la Monarca prevalecerá, porque cuando existe la voluntad se encuentra el modo.

©José del Río photo.
©José del Río photo.

Lectura: ( Palabras)

Para Natalia y Luna.
Feliz Janucá.

Todos los años, millones de mariposas Monarca sorprenden al mundo al emprender un vuelo de alcance gigantesco.

Al comienzo del otoño, estos frágiles insectos, parten del sur de Canadá y el norte de los Estados Unidos; recorren entre 4 y 5000 kilómetros para pasar el invierno en el sur, siempre en el mismo sitio.

De regreso, en la primavera, habrán de atravesar la misma distancia para llegar al lugar exacto del que partieron sus antepasadas.

Las Monarcas norteamericanas siguen tres rutas migratorias, una de ellas concluye en el centro de nuestro país. Resulta sorprendente el hecho de que en ambas direcciones su destino es un lugar en el que nunca han estado.

Igual que todos los lepidópteros, la Monarca a lo largo de su vida sufre transformaciones internas y externas. Este fenómeno se llama metamorfosis. Se inicia cuando la mariposa adulta deposita un huevo, el cual lentamente se transparenta y deja ver en su interior una diminuta larva en movimiento.

Mariposa monarca
©José del Río photo.

Luego de unos cuantos días, la larva abandona el huevo convertida en una pequeña oruga que, de inmediato, manifiesta su apetito voraz y se come el cascarón. La Monarca es oruga entre 7 y 17 días, y puede llegar a multiplicar su tamaño 2000 veces; se alimenta de plantas llamadas “algodoncillo”.

Para iniciar la siguiente etapa, la oruga fija su cola en una rama y con su boca emite un delgadísimo filamento en el que se enreda hasta formar una crisálida, la cual permanece pendiente de la rama entre 8 y 15 días, inmóvil y sin ingerir alimento.

La crisálida se adelgaza paulatinamente y permite asomar los colores característicos de la especie. Cuando se rompe, de su interior emerge un ejemplar adulto listo para extender sus hermosas alas.

Machos y hembras se aparean días después, y al poco tiempo, la hembra deposita sobre una hoja de “algodoncillo” varios huevos del tamaño de la cabeza de un alfiler. Así comenzará un nuevo ciclo.

mariposa monarca
©José del Río photo.

Durante el recorrido, la Monarca descansa en áreas en donde hay grupos de árboles que las protegen del viento y se alimenta de néctar de flores.

El recorrido culmina cuando llega al sitio de hibernación y se posa sobre la misma especie de árboles que lo hicieron sus ancestros miles de años atrás.

Para sobrevivir, la Monarca, debe encontrar en el camino las especies de plantas que le sirven de alimento, resguardo y apoyo, de lo contrario la migración no podría llevarse a cabo.

Durante la primavera y el verano, es solitaria, sin embargo, las que dejan la crisálida al final del verano son distintas, se reúnen en grupos numerosos.

Su morfología también es diferente, está diseñada para realizar el largo viaje. Se llaman “Matusalén”. Mientras sus antepasadas vivieron entre cuatro y cinco semanas, éstas viven entre 8 y 9 meses, también son más grandes.

©José del Río photo.

En su extraordinario libro Migración Monarca, relata el doctor Carlos Galindo Leal que, en 1978, mientras cursaba la carrera de Biología, un compañero oriundo de Michoacán le comentó:

 “Te puedo decir dónde ver millones de mariposas con una condición: no compartas el secreto.”

No alcanzo a imaginar lo que sintió el científico en ciernes. Hoy sé que aquella revelación marcó su vida; y además definió gran parte de su quehacer científico.

Con el tiempo, Galindo Leal ha visitado en numerosas ocasiones el santuario, en un afán incansable por descubrir los secretos de la migración de la Monarca. En este recorrido científico, lo acompañan numerosos académicos y legos, en los tres países que comprende la migración.

El santuario de la Monarca se localiza en las montañas, a 3000 metros de altura sobre el nivel medio del mar; en los bosques de oyamel que están en los límites entre el Estado de Michoacán y el de México.

Al llegar, el afortunado visitante es recibido por un enjambre de mariposas de color naranja que aletean sin descanso; se aproximan en números incalculables, algunas se adhieren a la ropa, al cabello, y a las manos.

Mariposa monarca
©José del Río photo.

Los árboles de oyamel se miran cuajados de alas de color naranja con negro y pintas blancas, de sus ramas penden enormes racimos inmóviles, cuyo peso las dobla. Galindo Leal lo llama “El Palacio de Invierno”.

Sin lugar a dudas, en esa época del año el bosque pertenece a las viajeras. Al inicio de la primavera, las Monarca emprenden el viaje de regreso al norte. Las Matusalén ya se han reproducido y mueren en el trayecto.

Para alcanzar la meta, se suceden varias generaciones de Monarca cuyas vidas tienen una duración de cuatro a cinco semanas. El doctor Galindo Leal lo compara a una carrera de relevos.

En 2008, la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca pasó a formar parte de la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO.

El citado especialista, afirma contundente que la única manera de asegurar la continuidad de este extraordinario fenómeno es incrementar la investigación; recabar información confiable que contribuya a la toma de decisiones acertadas.

Mariposa monarca
©José del Río photo.

Es tan extenso el territorio que recorren las Monarca que pareciera imposible e incosteable reunir suficientes datos.

Afortunadamente, además de los numerosos científicos que estudian el fenómeno, existen miles de voluntarios comprometidos en salvaguardar la migración de la Monarca.

Como escribe el doctor Carlos Galindo Leal: A millones de mariposas, miles de voluntarios. Él los denomina “Guardianes de la Monarca”.

En los tres países, Canadá, Estados Unidos y México, existen foros, fundaciones, organizaciones y sociedades dedicados a preservar este prodigio de la naturaleza.

El santuario de la Monarca es un tesoro ecológico que pertenece a los mexicanos, es nuestra obligación protegerlo. La migración de la Monarca prevalecerá, porque cuando existe la voluntad se encuentra el modo.

José del Río

José del Río Photography

José del Río, nació y creció en la Ciudad de México. Después de terminar sus estudios de cine, produce y dirige comerciales y documentales, al mismo tiempo combina con la profesión de fotógrafo, en varios ámbitos como publicitaria, reportaje, retrato, paisaje, naturaleza y finalmente encuentra el objetivo mas importante en su trabajo y se autodenomina “fotógrafo conservacionista”. Actualmente trabaja con la WWF, Fundación Telcel, Águila Real y México Azul. Ha participado desde el año 1978 en diversas exposiciones.


También te puede interesar: Ecocidio: el clamor de la Tierra Maya.

Más columnas del autor:
Todas las columnas Columnas de

Deja un comentario

Lo que opinan nuestros lectores a la fecha