Este 3 de mayo se ha conmemorado el 32 aniversario del “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, iniciativa establecida en el calendario internacional desde 1991 como una iniciativa de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Decía en su momento Benito Juárez, político mexicano conocido como Benemérito de las Américas: “La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como es libre en el hombre la facultad de pensar”, lo cual es un claro indicativo que, garantizar desde los estados-naciones un ejercicio periodístico ajeno a ataduras de todo tipo, sería un prerrequisito que “abone” al avance de la civilización y al progreso pues se trata de comunicar y transmitir información que sea de interés colectivo, anteponiendo el bienestar de las comunidades antes que lo de ciertos grupos particulares.
En el contexto de esta efeméride y con base en su experiencia recalcaba Michael Greenspon, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que, en el escenario actual “es imposible sostener la democracia sin la debida libertad y protección que necesitan los periodistas y los medios para trabajar y sin la salud económica que el nuevo ecosistema digital requiere”.
A mi parecer, nuestro trabajo periodístico requiere de altas dosis de sensibilidad y de una empática comprensión –desde el ciudadano de “a pie” hasta los funcionarios públicos– de que lo nuestro es una labor de servicio público, que no busca más que se garantice el acceso universal a democracias reales a partir de la visibilidad –y este es un dilema– de aquellas historias que creemos ameritan ser posicionadas en el espacio público.
Ahora bien, nuestra profesión enfrenta una serie de desafíos –acrecentados en la digitalización actual– que tienen que sortearse en el día a día, pues en mi opinión, la libertad de prensa implica una gestión cotidiana pues siempre ha habido, hay y habrá interesados en coartar la labor de esta noble profesión y lo vemos con estupor con el ataque frontal a la prensa nicaragüense “opositora”, por ejemplo, de parte del señor Daniel Ortega y compañía y ante situaciones como estas, Zuliana Lainez, vicepresidenta de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) sugiere como “receta” ante el acoso contra la prensa “hacer más y mejor periodismo”.
Creo que un punto neurálgico es apostarle a “robustecer” las relaciones de fraternidad entre las distintas instancias mediáticas entre sí, pero además tener fluidos circuitos de comunicación con las distintas organizaciones que defienden y fomentan la libertad de expresión y prensa, globales, regionales y nacionales.
En definitiva, asegurar la libertad de prensa pasa por fortalecer las políticas preventivas en torno a los trabajadores de la información y cerrar la brecha a aquellos circuitos oscuros que entran en franca confrontación de conflicto de intereses en relación con el trabajo periodístico.
Posdata: Como un acto de humanidad y de pleno reconocimiento al trabajo periodístico, las reporteras iraníes Niloofar Hamedi, Elaheh Mohammadi y, Narges Mohammadi han sido galardonadas con el Premio Mundial a la Libertad de Expresión a la Libertad de Prensa UNESCO “Guillermo Cano” 2023, encarceladas de forma arbitraria por el ultra conservadurismo iraní.