Nunca en la historia de la humanidad hemos logrado el nivel de estabilidad social, bienestar y salud que tenemos hoy. Por supuesto, esta condición no es igual para todos los seres humanos en todas las latitudes del planeta. Pero en términos globales la calidad de vida es la más alta que se ha tenido.
El acceso a los sistemas de igualdad, justicia, salud, trabajo, bienes y servicios es el más grande que se ha logrado. La cantidad absoluta y proporcional de la población mundial que se beneficia de ello es mayor de lo que uno se hubiera imaginado. La perspectiva de la humanidad es vista con esperanza y buen ánimo.
Por supuesto, no puedo obviar los problemas que nos aquejan, y el que es de sumo grave quizás sea la falta de equidad en todo lo anterior, porque asignaturas pendientes siempre tendremos, pero que las oportunidades no sean iguales es alarmante.
En este momento cumbre de la humanidad enfrentamos un grave fenómeno. ¡Ya nada nos sorprende! y no me refiero a la narrativa del “Shock del Futuro” de Alvin Tofler, es más profundo, me refiero a la falta de empatía o interés por las circunstancias que nos rodean y por las personas que las viven.
Nos deshumanizamos en forma selectiva. Asignamos valor a circunstancias tratando de evadir los retos que nuestro contexto histórico nos presenta, donde es más importante el artista del momento o el meme que todos buscan, y no el sufrimiento del prójimo. Sin embargo, la crisis de salud mundial provocada por la pandemia que nos aqueja agudiza elementos que no son tan evidentes, estamos preocupados por la subsistencia en temas de salud y económicos, donde la mayor parte de las personas pone atención porque ambas se han deteriorado gravemente. Damos valor a ciertas circunstancias y desechamos otras que pueden ser mucho más significativas.

Hoy las cifras de infectados o muertos por la pandemia son abrumadoras. Hasta la fecha de realización de este artículo, más de dos millones 291 mil personas han sido infectadas con el virus, mientras que más de 210 mil connacionales han perecido por esta infección.
Tras poco más de un año de encierro (parcial para algunos, total para otros) los mexicanos hemos aprendido a vivir por medio de internet: estudiamos, trabajamos, buscamos entretenimiento, nos reunimos, pedimos comida e incluso buscamos transporte vía Internet. Nos hemos dado cuenta de que podemos hacer nuestra vida por medio de las conexiones que nos da la red global.
Todo está demasiado lejos
Donald Trump realizó casi el cien por ciento de su mandato “a punta de tuitazos”, pretendiendo llegar a su base electoral. Sus tuits, la mayoría cargados de autoelogios y engaños, buscaban enardecer al electorado y hacer pensar que todo estaba bien
La cantidad de imágenes vertidas en redes sociales sobre la situación de los migrantes centroamericanos en Estados Unidos recorrieron el mundo. Una situación deshumanizante. La entrada al Capitolio por parte de simpatizantes de Trump el pasado 6 de enero de 2021 durante la ratificación de la victoria electoral de Joe Biden por parte del congreso estadounidense, ocupó las transmisiones en vivo tanto de Facebook como de Twitter e Instagram y se mantuvo en los primeros lugares en tendencias durante una semana.
Sin embargo, nada de esto trasciende, no hay consecuencias para nadie, la sociedad ya no se sorprende. Lejos están los días en los que eventos de tal envergadura podrían desatar la indignación social y los cambios de facto en las personas.

Las cifras que vemos cada día en términos de delincuencia e inseguridad son verdaderamente preocupantes. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que, a nivel nacional, el 68.1 por ciento de los mexicanos considera que, en términos de delincuencia, vivir en su ciudad es inseguro. Esta percepción afecta todos los espectros de la sociedad mexicana, incluyendo la economía, ya que no hay inversión si no hay seguridad.
El tema de las mujeres es el que más eco ha causado en la sociedad, especialmente en ellas, quienes han salido a la calle en una nueva ola de feminismo que busca revindicar su papel en la sociedad e impedir su victimización y revictimización a la que han estado expuestas por tantos años en México, llegando a involucrar a personajes de toda índole en casos de violencia de género.
¿Qué debe suceder para que todos los elementos de la sociedad reaccionen?, ¿las demandas no son suficientes?, ¿el dolor no es excesivo?
¿Cuántos muertos, enfermos, desamparados, negocios cerrados hacen falta para que digamos “basta”? La solución no es de una persona o una sola acción, pero sí está en cada uno de nosotros tomar acción para que suceda.