Meterse en un berenjenal es una manera metafórica de decir que se está entrando en un embrollo. La berenjena es un fruto comestible, en algunas culturas muy apreciado, pero que crece en medio de un arbusto lleno de espinas que la hacen muy difícil de cosechar.
Voy a hablar un poco de inseguridad y violencia y la manera en que están siendo enfrentadas. A sabiendas que no soy un conocedor del tema y mucho menos un experto, lo hago porque las condiciones en que el exceso de violencia y la falta de seguridad nos pone a todos los habitantes de este país son angustiantes, nos han obligado a cambiar nuestro estilo de vida y obligado a vivir en zozobra, ello nos da a todos el derecho a opinar o cuando menos a comentar sobre ello.
Los delitos de alto impacto han venido aumentando constantemente, el hecho que haya algún mes que tengan una disminución (siempre menor) frente a meses anteriores no modifica la gravedad del problema, siempre son muchos (muchísimos) los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y los individuos desaparecidos. Desde luego que este fenómeno se ha venido gestando desde hace muchos años, pero también es cierto que atravesamos por el peor momento de nuestra historia.
Lejano ya, pero existió una época en nuestro país, incluida nuestra ciudad, en que viajar en camión (no había colectivas), tranvía o taxi no tenía mayor riesgo, no importando la hora a la que se hiciera y sí se hacía en la periferia o en el centro de la ciudad. Ahora esto significa un riesgo mayúsculo, pero riesgo no sólo de ser asaltado si no de ser asesinado, secuestrado o desaparecido, los riesgos tienen diferencias geográficas, pero en la mayoría de nuestro territorio la posibilidad de sufrir daños es muy elevada. Los que tienen la necesidad de utilizar trasporte público están muy expuestos, pero también tienen posibilidad de ser agredidos los que lo hacen en sus vehículos. Nuestros jóvenes, no podría ser de otra manera, salen por la noche, pero con muchos riesgos y tomando muchas precauciones, los que ya no somos jóvenes salimos poco de noche, haciendo caso al dicho que mencionaba mi abuelita: el que no quiera ver fantasmas que no salga de noche. Pero la verdad es que el peligro existe a toda hora del día.
Que todos vivamos esta situación tiene muchas causas, pero desde luego la impunidad juega un papel trascendental para que el problema no sólo se perpetúe, si no para que se incremente constantemente. A grosso modo podemos decir que de cada 100 asesinatos solamente 1 a 2 de los responsables son capturados, juzgados y condenados; cuando revisamos todos los delitos el porcentaje disminuye aún más, solamente 0.19 % de los responsables reciben una condena.
Una conducta no reciente, intenta combatir el problema incrementando la duración de las penas y se ha utilizado la figura de la prisión preventiva como un recurso adicional, desde luego que, en los imputados por asesinato, secuestro y otros delitos similares la figura está absolutamente justificada, pero en otros no tanto. Hace tan sólo unos días en diversos de la prensa se comentó que el responsable de un asesinato durante el asalto en el trasporte público, había sido condenado a prisión en condena perpetua, el encontrado responsable es un hombre joven de 22 años, muchos medios lo destacaron e incluso le dieron felicitaciones al juez que emitió la sentencia.
Muchos países, entre ellos México, han incrementado enormemente la duración de las penas y con ello se intenta disminuir la incidencia delictiva, no lo han conseguido, pero con esto (especialmente en los condenados a cadena perpetua), se renuncia a la capacidad de rehabilitación de los delincuentes, nuestro sistema penitenciario cuenta con reclusorios que se llaman CERESO o CEFERESO, es decir centros de reinserción social, cuando menos en teoría no se puede renunciar a reinsertar a los delincuentes; los países con penas menos duraderas, han apostado por la disminución de la impunidad, con lo que han conseguido abatir la incidencia delictiva; se les presentaron algunos problemas con ciertos delincuentes, entre ellos los condenados por violación o por crímenes muy cruentos, quienes reincidían poco tiempo después de salid de la cárcel, se creó la figura de Prisión Permanente Revisable, mediante la cual los individuo condenados a penas largas incluso a cadena perpetua, pueden intentar que sus penas sean revisadas, después de un tiempo, y sí un comité de expertos lo considera pueden verlas rebajadas considerablemente. Es cierto que las dos potencias económicas de nuestro mundo, China y los Estados Unidos, tienen penas muy severas, que incluyen la pena de muerte, así como la permanencia de largos periodos en prisiones, que por cierto tienen condiciones muy estrictas y eficientes.
Decimaos al principio que lo que parece ser la causa (o cuando menos incrementarla) de la incruenta incidencia de delitos graves en México es la impunidad, estadísticamente un responsable de quitarle la vida a un semejante corre el riesgo de solo entre el 1 y el 2% de ser condenado por ello. Algo parecido ocurre con los responsables de secuestros y es menor aún entre los responsables de desapariciones.
La cadena es muy compleja, pero comienza con las instituciones de procuración de justicia, sigue con las instancias judiciales y termina en el sistema de reclusión de los responsables.
Seguramente en las tres etapas existen errores e inconsistencias que hacen que los resultados no sean como se desea.
En la procuración de justicia se ha fallado considerablemente, la detención de los posibles delincuentes es muy ineficiente, primero porque muy pocos casos son llevados ante el juez, y después porque con frecuencia las consideraciones hechas por los fiscales no están fundamentadas plenamente, lo que hace que los jueces no puedan establecer sentencias condenatorias, la ayuda en esta fase de las fuerzas militares (de todo tipo) no ha conseguido mejorar las condiciones, porque lo que se requiere es una policía experta en investigación, no de ahora si no de muchos años, se ha dejado pasar la oportunidad de crear una fuerza policiaca, experta y útil. En aspectos teóricos parece estar sucediendo; la existencia de nuevas técnicas de ciencias forenses (ahora existen ya licenciaturas universitarias, que vienen a sustituir los estudios técnicos anteriores,) debiera empezar a dar resultados próximamente.
La participación de los jueces debiera ser ahora más eficiente, con los juicios orales, al evitarse los largos tiempos que el sistema procesal anterior consumían, sin embargo, los juzgados, especialmente los penales, están rebasados y los jueces siempre requerirán que las autoridades de la procuración de justicia tengan una actuación precisa. El sistema de reclusión es francamente deficiente, el numero de sitios para los individuos recluidos es escaso, además que los largos procesos y las prisiones preventivas incrementan las necesidades enormemente.; además los reclusorios están depauperados; la idea para que instituciones privadas operaran algunos reclusorios, de forma subrogada, no ha dado resultados o no se ha consolidado.
Todo el proceso al ser tan complejo y encontrar tantos espacios de ineficacia y dilación ocasionan la presencia de muchas situaciones para la corrupción y la deshonestidad. Esto puede suceder a lo largo de todo el proceso y las soluciones que han surgido hasta el momento no permiten avizorar mejores resultados. Culparse y atacarse entre los responsables no soluciona casi nada, sin dejar de hacer notar que cuando existan situaciones irregulares deben ser perseguidas; que entre las fuerzas policiacas, los fiscales, los jueces y los responsables del poder ejecutivo se culpen no parece solucionar nada. Se requiere una reflexión amplia y sosegada entre todos los responsables (poder ejecutivo, judicial y legislativo) con la participación de las fuerzas de la sociedad civil y de las autoridades académicas, para cambiar la práctica y la filosofía de todo esto, de no ser así será muy difícil cambiar las cosas.
Es un tema añejo, doctor Ramiro. Y no solo es la impunidad sino la falta de interés de las autoridades pasadas y presentes. Empezando por el comienzo: dónde está el policía de carrera; dónde el ministerio público; dónde los investigadores. Todo es una cadena de improvisación. Hay impunidad porque los policías no están preparados, los ministerios públicos saturados, al igual que los jueces. Como usted lo menciona, las probabilidades de que un delicuente sea sentenciado son bajas. Si a lo anterior agrega que la denuncia de cualquier delito no es nada fácil: reportar un asalto puede llevarle horas interminables en el ministerio público. Y, una vez levantada la denuncia, quién investiga, quién va en busca del delicuente, quién lo apresa… son procesos sin respuesta. ¿Alguien sabe dónde se cursa la carrera de policía? ¿Cuántos años y requisitos se piden para cursarla? Dudo que haya respuesta. Y mientras siga sin profesionalizarse la tarea policiaca seguiremos igual o peor. ¿La Guardia Nacional? son saldados que cambiaron de uniforme pero, no por ello, se convirtieron en policías. Y si a lo anterior agrega la mala interpretación de los derechos humanos… el delicuente sale por la misma puerta porque no se cumplió el debido proceso, porque lo torturaron, etc. Habría que empezar por el principio.