Las especies de este planeta sobreviven adaptándose a su entorno, es esa extraordinaria capacidad la que permite que algunas subsistan. No son las más fuertes o hábiles las que permanecen, sino las que logran evolucionar al ritmo de los cambios que sufre su hábitat. Como excepción, los humanos más que adaptarnos, transformamos nuestro entorno para adaptarlo a las condiciones de vida que deseamos, esa cualidad nos ha permitido sobrevivir, evolucionar y convertirnos en la especie dominante del mundo actual.
Por supuesto que el hombre al principio evolucionó en forma similar al resto de las especies del mundo, sin embargo, en algún momento existió un punto de quiebre, alguna circunstancia que, en una maravillosa sucesión de eventos, permitió que nuestro cerebro creciera de tal forma, en combinación con características particulares que cambiaron nuestro cuerpo, que permite hoy que nuestra forma de sobrevivir sea diferente al resto de la vida en el orbe.
No es el cuerpo humano y sus cualidades lo que nos permite transformar el entorno, es nuestro cerebro. Ese maravilloso órgano que nos define y permite avanzar cada día en algo más que la sobrevivir.
La mayoría de las especies viven para su preservación, todo lo que realizan en su cotidianidad es para cumplir ese mandato fundamental de la naturaleza. En los seres humanos también existe esa imperativa orden, tan necesaria para nuestra existencia. Pero además hacemos algo muy interesante: creamos.
Crear es una capacidad desarrollada por nuestro cerebro que tiene su génesis en algo que llamamos ideas. A su vez, las ideas son un término filosófico que significa “lo que se ve”, es decir, lo que somos capaces de imaginar, lo que concebimos en nuestra mente y en algún momento logramos que se vuelva realidad. Esta cualidad, tan sencilla en apariencia, es lo que logra que seamos como especie lo que vemos en cada momento y gracias a la que logramos cumplir las cosas más fantásticas que puedan existir.
Las ideas son la cúspide de la humanidad, nos permiten cosas maravillosas y terribles casi con sólo imaginarlo, porque de ese paso a convertirlo en realidad lo único que se requiere es compromiso, dedicación, tiempo y trabajo. Las ideas transforman todo, a tal nivel que en algún momento nos modifican como especie. Siendo algo tan importante, debemos preguntarnos: ¿Qué tanta importancia doy a mis ideas? y ¿qué tanta importancia doy a las ideas de los demás?

Las empresas, instituciones y naciones invierten en el poder transformador de las ideas para incrementar su valor como sociedad y obtener poder sobre los otros. Ello da lugar a nuevas industrias y servicios en todos los campos de formación profesional. Hacer realidad las ideas de las personas siempre ha sido el valor agregado más importante de cualquier sociedad. No hay nada más rentable, productivo, inagotable y valioso que las ideas. Gracias a la genialidad, las ideas, la innovación, la competitividad y la resolución de crisis han surgido cosas extraordinarias para la resolución de cualquier adversidad.
Sin embargo, el egoísmo tiende a restringir las ideas, reprimir el pensamiento, y eso es reprimir el desarrollo y el bienestar de las personas. En el mundo de las ideas y el pensamiento, las decisiones son más fáciles, porque la resolución de los problemas será acorde al correcto planteamiento y las mejores alternativas.
Es cierto que no todas las ideas que hemos concebido han sido buenas o han generado bienestar a la humanidad. Existen ideas terribles que han desencadenado una mácula en el desarrollo humano, pero no por ello debemos limitarlas. Construyamos, eduquemos, formemos el pensamiento y proporcionemos a cada ser humano los medios para fomentarlo. Posiblemente la próxima gran mente transformadora de bienestar mundial se encuentre hoy en esa pequeña niña de una comunidad rural, que sólo cuenta con lo elemental y requiere del incentivo de la educación para lograr lo que hoy nosotros no somos capaces de concebir.
Debemos focalizar nuestros recursos en la mente de las personas para desarrollar ingenieros, filósofos y pensadores que potencien la igualdad, la sustentabilidad, la crítica, la inclusión, los derechos humanos, el bienestar, la salud, la paz, etc. Las ideas son el recurso vital para nuestra evolución y el desarrollo mientras que la necesidad de adaptarnos es el principal generador de inventos y avances tecnológicos.
Es responsabilidad de cada uno de nosotros promover la libertad de pensamiento y expresión de las ideas, iniciemos con las personas que nos rodean, planteemos nuestras dudas y problemas, y veamos cómo otros las resolverían. Nos sorprenderá en primer lugar cómo su visión del mismo evento es diferente. Tengamos la apertura para escuchar y genuinamente tratemos de comprender la posición de los demás.
Eduquemos el alcance de nuestras posibilidades y permitamos que la gente exprese sus ideas, fomentemos el recurso más valioso e inagotable de la humanidad, seamos mecenas del pensamiento. Los resultados serán espectaculares.