El pasado 23-24 de junio el grupo paramilitar ruso “Wagner”, liderado por el oligarca ruso Yevgueni Prigozhin, ex aliado de Vladimir Putin, se rebeló contra el Kremlin debido presuntamente a que élites militares rusas querían desintegrar la organización, de ahí que se organizó la “marcha por la justicia” que reculó a 200 kilómetros de Moscú para “evitar el derramamiento de sangre”. Luego, cuatro días más tarde el presidente Vladimir Putin felicitó al ejército ruso y las fuerzas de seguridad por haber evitado una “guerra civil”, en tanto en el ambiente sociopolítico ruso se hablaba incluso de que a través de esta acción se buscaba culminar con un “golpe de estado”.
Pienso que el desencanto social en relación al como son gestionadas las sociedades contemporáneas desde los gobiernos es una peligrosa “bomba de tiempo”, que debe ser desactivada con base a una lógica de anteponer la biopolítica antes que la necro política antes que haya un desencadenamiento de sucesos lamentables pues cuando se incrementan tensiones de esta naturaleza gana terreno la “fuerza bruta” y se pierde el raciocinio y el diálogo pues hay una irrupción de diferentes actores que buscan ciertamente “apoyar” –con diversos recursos dependiendo de la situación– a uno u otro bando del conflicto, que les reditúe en algún beneficio; ya lo dice al respecto un conocido refrán, “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Ahora bien, esta sedición contra el Kremlin tiene un claro trasfondo y es que este grupo paramilitar quiere mantener incólume su status y membresía de operar como lo han venido haciendo, lo cual podría dar una “falsa percepción” de contrapeso contra la tiranía y se pudo apreciar en imágenes como estos combatientes fueron ovacionados cuando regresaron a sus cuarteles por ciudadanos rusos de “a pie”.
A mi parecer, estas acciones muchas veces son “impulsadas” desde fuera –con aliados locales–, y creo que potencias antagonistas rusas pudieron haber “influido” de una u otra forma a “Wagner” para que estos eventos hayan acaecido con el propósito de debilitar al régimen ruso.
Al respecto, decía en su momento el anarquista y activista mexicano Ricardo Flores Magón que “el derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. La rebeldía es la vida; la sumisión es la muerte”. No obstante, bajo mi punto de vista, cuando reina el caos siempre hay ganadores y perdedores y se perpetúa la imposibilidad de lograr la utópica igualdad que ha copado la oratoria política desde siempre.
En ese sentido, yo soy un fiel creyente de trabajar en base a la prevención en todos los órdenes de la vida humana y no digamos las autoridades políticas que deben estar pendientes de la sintomatología social para gestionar todos aquellos asuntos que pueden tener repercusiones fatales y que afectan la convivencia pacífica.
En definitiva, la sublevación social no debe ser una alternativa para alcanzar la justicia y la paz –pues es una opción que siempre resulta en tragedias de dimensiones incalculables de sufrimiento humano–, en cambio, se debe privilegiar el ensanchamiento del poder político que reivindique el legítimo derecho ciudadano a actuar conforme sus ideales, pero en licitud claro.
Posdata: De acuerdo a diversos informes, se atribuye a Dmitri Valérievich Utkin la fundación del Grupo Wagner, mismo que opera en una decena de países y se les cataloga como mercenarios. Tenía a diciembre de 2022 unos cincuenta mil miembros en sus filas. Está vigente desde 2013, con una ideología nacionalista rusa.
Pues yo me inclino por la participación ciudadana para reclamar sus derechos, estoy francamente de acuerdo con Ricardo Flores Magón, la sumisión de los gobernados solo provoca la perdida de dignidad y respeto a su voluntad, en México tenemos un gran ejemplo con los chairos los siervos de AMLO que con unos pesos compran su voluntad