El Titán, fatalidad oceánica
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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El aumento gradual de la desesperación en los pasajeros más la interrupción en el intercambio de las comunicaciones pudieron haber sido el detonante de esta triste historia.

Lectura: ( Palabras)

Este 22 de junio autoridades de la Guardia Costera de Estados Unidos han dado por muertos a cinco expedicionistas del submarino “El Titán” debido a una “implosión catastrófica”. Estos turistas se adentraron en el sumergible –reportado desaparecido desde el 18 de junio– en una suerte de “turismo marino” que tenía como objetivo, “contemplar” los restos de la monumental y legendaria embarcación “El Titanic”, que yacen en la parte sur del Gran Banco de Terranova en geografía canadiense.

En un principio, en el contexto de tragedias tan lamentables y conmovedoras como estas que no hacen más que acentuar la naturaleza humana de fragilidad ante lo desconocido e imprevisible, –en lo que podría entenderse como “vulnerabilidad de los cuerpos” – y comenzarán a sugerir hipótesis y señalamientos en relación con lo que pudo haber pasado para que se consumara este desastre.

Por una parte, dice en declaraciones de prensa Alistair Greig, experto en submarinos del University College de Londres que “si hubo falla de energía o comunicación, el sumergible estaría flotando en la superficie esperando a ser encontrado” y añade que si el mismo hubiese sufrido daños y tuviera fugas “el pronóstico no sería bueno”.

Por otro lado, el célebre director de “Titanic” James Cameron apunta su mirada a una suerte de intransigencia de la empresa propietaria de la nave, “pues muchas personas de la comunidad de ingeniería de inmersiones profundas estaban muy preocupadas por este submarino pues lo que estaban haciendo era demasiado experimental para llevarlo a cabo con pasajeros y necesitaban ser certificados y demás”.

Pienso grosso modo que, el aumento gradual de la desesperación en los pasajeros más la interrupción en el intercambio de las comunicaciones pudieron haber sido el detonante de esta triste historia, no obstante que pudo haber fallas también en la implementación de los protocolos ya sea por descuidos o excesos de confianza.

Es de recodar que, por ejemplo, el youtuber y actor mexicano Alan Estrada quien logró llegar en un segundo intento al sitio de descanso de “El Titanic” a bordo de “El Titán” piensa que la vida es un riesgo y recomienda reflexionar si estas expediciones son una suerte de juguete para ricos –por las costosas sumas de dinero pagadas para tal fin– o ayudan a la investigación científica “a través de la exploración de las profundidades del océano”.  

En definitiva, pienso que debido a los riegos que siempre están latentes en este tipo de expediciones se hace necesario que se hagan ajustes y reajustes constantes de los procesos de acompañamiento y en los peores casos de rescate –como una especie de planes a,b,c…–, para tutelar responsablemente la vida humana en experiencias de esta naturaleza, gratificantes por la adrenalina vivida pero altamente riesgosas por la complejidad de los escenarios marinos de visita como éste.  

Posdata: Los tripulantes lamentablemente fallecidos son: Stockton Rush, fundador y director ejecutivo de Ocean Gate Expeditions, propietaria de la nave, quien conducía la misma; Hamish Harding, empresario y explorador británico, Shahzada Dawood y su hijo Suleman (de las familias más acaudaladas de Pakistán); y, Paul-Henri Nargeolet, experto marítimo francés quien estuvo en más de 35 inmersiones al sitio de naufragio de “El Titanic”, a unos 3.821 metros de profundidad.    

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