A veinte meses de la irrupción inesperada del SARS-CoV-2 –“este pequeño microbio nos ha humillado”, como lo reconocía al principio de la pandemia el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus en la 73ª Asamblea Mundial de la Salud–, las diversas medidas implementadas global y localmente deben mantenerse activas a pesar de la vacunación, que es un paso más al frente para contribuir a mitigar los daños que ha venido causando la enfermedad a la humanidad.
Hemos visto en los últimos meses un cierto relajamiento y descuido a lo largo y ancho del planeta de las medidas básicas de bioseguridad indicadas. Por ejemplo, con las denominadas fiestas COVID, las concentraciones políticas sin la sana distancia, los conciertos como una oda a la vida en un claro desafío al coronavirus y el desarrollo de eventos deportivos sin el uso de mascarillas y nulo distanciamiento físico, particularmente en pequeños poblados sin sus habitantes inmunizados. Todo esto evidentemente no hace más que agregar cierta presión “extra” a los sistemas hospitalarios y más con el surgimiento de nuevas variantes. Adhanom Ghebreyesus ha reconocido que “este virus eficiente, rápido y fatal puede operar en la oscuridad, extenderse en silencio si no estamos prestando atención y de repente explotar si no estamos listos, pues se mueve como un incendio forestal”.

Ciertamente prestar atención a la contención es fundamental en el momento actual; ello implica hacer uso de las responsabilidades individuales en la respuesta a la pandemia. De lo contrario iríamos de ola en ola como se puede observar en países como México con la tercera oleada. Por eso, ante la incomprensión ciudadana, autoridades de localidades como el estado de Nuevo León, por ejemplo, a partir de este 9 de agosto decidieron cancelar actividades en bares, renta de quintas, parques, informes de gobierno y cursos de verano, entre otros.
La prevalencia del contagio genera efectos adversos lamentables como el hecho de que Reino Unido haya colocado a México en la lista roja por COVID-19 y la consecuente negación de la entrada al país europeo de ciudadanos mexicanos a partir de este 8 de agosto, con la excepción de británicos e irlandeses provenientes de la nación norteamericana que deberán someterse a “drásticas cuarentenas”.

Sin lugar a dudas, el comportamiento ciudadano es elemental al momento de la aplicabilidad de los protocolos en el “arduo” y “heroico” trabajo de cuidarse y cuidar a “el otro”, pues pareciera que en ciertos sectores o escenarios se banaliza la peligrosidad del contagio comunitario, producto de la transmisión del SARS-CoV-2.
En definitiva, pienso que la clave en la contención de la actual pandemia debe seguir la ecuación: autocontrol + vacunación + solidaridad.
Posdata: Al día de hoy a nivel mundial hay un poco más de 200 millones 031 mil 573 casos registrados de contagio por SARS-CoV-2, así como arriba de 4 millones 252 mil 958 de fallecimientos. De acuerdo con datos recopilados por Our World in Data, a escala planetaria se han inyectado más de 4,318 millones de dosis anticovid desde el inicio de la campaña global de inmunización.