Cuatro días y contando
Héctor Mendoza

La pluma ecléctica

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Gringos, franceses, alemanes, holandeses, todos, sólo me veían y seguramente veían en mí a un paranoico. Cuatro días, así transcurre mi vida, por períodos de cuatro días…

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Lectura: ( Palabras)

Vivo por períodos de cuatro días. Cada cuarto día me pregunto qué hice hace cuatro días para ver (o eventualmente calcular) qué tanto me he expuesto frente al COVID. Así, hace algunos días estuve en un cenote en Tulum, Quintana Roo, que estaba plagado de extranjeros, a partir de ese momento conté cuatro días y, venturosamente, no pasó nada. Yo a muchos de esos extranjeros les veía cara de “delta”, pero pensaba que la mayoría, en realidad tenían cara de “ómicron”, todos o casi todos estos extranjeros, deambulan por la vida sin las menores precauciones, sin cubrebocas y sin el menor interés por guardar la sana distancia.

Yo parecía un nerd, con mi doble cubrebocas y gel antibacterial para untármelo, casi que por todo mi cuerpo. Fui al cenote de dos ojos para hacer buceo y cuando me dieron mi equipo, me cansé de desinfectar la boquilla del regulador de aire.

Gringos, franceses, alemanes, holandeses, todos, sólo me veían y seguramente veían en mí a un paranoico. Cuatro días, así transcurre mi vida, por períodos de cuatro días, veo qué hice hace cuatro días y me preocupo o no, por una posible infección del bicho este que no se quiere ir, que me acecha, que nos acecha. No sé qué me provoca más problemas, si contagiarme con el bicho, o contaminar mi mente al no poder dejar de pensar en el mismo.

contando los dias en pandemia

Fui al cenote llamado “Dos ojos”, uno de los más famosos para buceo en Quintana Roo, por cierto un lugar maravilloso y enigmático, pero para llegar ahí hube de trasladarme en una minivan con cinco o seis personas más, todas extranjeras y todas muy relajadas.

En fin, luego para regresar a mi querida ciudad de Monterrey, debí abordar un avión desde el aeropuerto de Cancún, que parecía el aeropuerto de Chicago en temporada alta.

Al iniciar mi viaje de Monterrey hacia Cancún, empezaron mis primeros cuatro días de conteo, luego cuando fui a la playa, luego cuando fui a dos ojos y finalmente cuando regresé de Cancún.

Mi vida transcurre por períodos de cuatro días, si al cuarto día de “X” acontecimiento o lugar al que fui no tengo síntomas, me siento realizado, feliz, gozoso de la vida, pero ese bucle de cuatro días inicia nuevamente, y así eternamente, hasta que esta pandemia no desaparezca, todo indica que viviré de cuatro en cuatro días.

virus equipo viaje
Imagen: Pixabay.

Por cierto, mi esposa se contagió de COVID, ¿adivinen cuándo? Pues nada más y nada menos que hace cuatro días. Hoy empiezo a cuidarla y a contar mis cuatro días.

No sé, quizá esto es una premonición y mi número de la suerte es el cuatro.

Cuídense, que la vida por el momento se nos va en tandas de cuatro en cuatro días.  

Para finalizar, los veo o les escribo dentro de unas cuatro tandas de –adivinen cuánto–, pues de cuatro días.

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