Con el regreso a las oficinas y a la vida como la conocíamos, la nueva normalidad nos pide volver, aunque nada sea igual. Por ello, es preciso que, además de la empatía y de aquellas frases trilladas como “ponte en los zapatos de los demás”, entendamos que los seres humanos durante la pandemia evolucionamos de diferente manera y a ritmos distintos. Esa paciencia con la que enfrentemos el mundo nos ayudará a ser mejores personas para trabajar en la nueva economía post COVID.
“Sé amable, porque todas las personas que conoces
están librando una dura batalla”.
Platón.
Al final del siglo XVI, el Shah Abbas I de Persia, con todo y que tenía la caballería más grande del mundo, deseaba establecer lazos con gobernantes en Europa Occidental. Su objetivo era tener reinos aliados a la hora de enfrentarse al Imperio Otomano; su mayor enemigo. Para este fin, envió misiones diplomáticas a las cortes reales de Rusia, Noruega, Alemania y España.
El furor por los extranjeros provocó que las cortes reales se vieran interesados en sus usos, vestimentas y costumbres como algo “novedoso”. Entre ellos, había un detalle que encantaba: la utilidad que le daban a los zapatos a la hora de la batalla.
Los persas usaban zapatos de tacón para pelear mejor con sus arcos y flechas; fijaban los tacones en los estribos del caballo y de esta manera podían levantarse de la silla y tener mayor estabilidad para apuntar a los enemigos.
La aristocracia vio esa tendencia tan emocionante, que empezaron a utilizar tacones en los actos públicos. El rey Luis XIV, como símbolo de virilidad, modelaba sus famosos tacones rojos en sus cuadros y poco a poco su corte real imitó sus pasos.
A partir de ahí, la clase media y baja intentaron desarrollar sus propios zapatos de tacón, con recursos aún más austeros, pero funcionales. La respuesta de la clase alta, entonces, fue elevar más el tacón para los hombres. Así, comenzó de nuevo la separación de clases y con ello, las luchas sociales siguieron presentes.
Empatía: la palabra del 2021
En este nuevo orden, seguimos a la expectativa. Antes, podíamos hacer estimaciones con lo que podría ocurrir durante el año. Hoy, sólo podemos planear a corto plazo y, de hecho, tenemos que pensar en todos los escenarios posibles.
Estamos ante un nuevo reto: volver a lo que estábamos acostumbrados en la oficina y trabajar 8 horas seguidas, usar todos los mismos zapatos y creer que volviendo a los esquemas anteriores de trabajo nuestra productividad será mayor.
De hecho, las últimas encuestas sobre las dinámicas de trabajo afirman que mientras más del 80% de los jefes desean volver a la oficina repleta de colaboradores, sólo el 10% de ellos desean regresar a esta modalidad.
Las discrepancias en cuestiones de trabajo nos muestran, pese a todos los entornos de igualdad y respeto, que la opinión entre jefes y colaboradores sigue siendo diferente en la mayoría de las empresas. Los jefes definen que es preciso regresar por cuestiones de team building o de trabajo en equipo. Los colaboradores han descubierto que con el home office, además de la flexibilidad horaria y la autonomía, los traslados suelen ser mejor aprovechados si se conectan y trabajan desde su propio espacio.
En la encuesta Steelcase, realizada en junio de 2021, además de apreciar no tener que ir a la oficina, las personas disfrutan el tiempo con su familia. En cuanto a los puntos menos positivos, se encuentran el aislamiento, toma de decisiones más lenta y menos claridad en torno a las responsabilidades.
Empatía y zapatos diferentes
Justo éste es el reto de este nuevo orden, la igualdad de expectativas entre lo que los jefes y los colaboradores quieren. Debemos entender que la versatilidad es la clave en estos momentos. No podemos generalizar todavía porque no tenemos el contexto completo de lo que nuestros colaboradores vivieron, así como no debemos juzgar a nuestros superiores por desear el regreso ordenado y seguro a las oficinas.
Nos enfocamos en nuestros zapatos, creyendo que somos los que tenemos más molestias e incomodidades para caminar con ellos, pero en realidad, además de ponernos en otros zapatos, tenemos que caminar un tiempo con los de los demás, antes de radicalizar nuestras posturas.
¡Hola trabajo híbrido!
La encuesta también nos dice que el 64% de los trabajadores prefieren un nuevo entorno laboral, en donde se combine el trabajo presencial y a distancia; por ejemplo, dos días en casa y tres en la oficina.
También cabe resaltar que el 22% de los trabajadores del sector empresarial que sirven como apoyo a otros negocios o empresas, son los que desean regresar lo más pronto posible, mientras que la mayoría de los que trabajan en sectores de salud desean seguir vía remota al 100%, por una simple razón: desean exponerse menos.
La encuesta también define que, al disminuir la estadística de contagios, las respuestas cambiarán de manera interesante. Lo ideal es dejar que cada quien analice su situación y regrese a la oficina sin presiones.
Como CEO’s debemos pensar bien en el paso siguiente. Estamos ante un nuevo cambio transformacional, en donde hoy más que nunca tenemos que brindar seguridad y tranquilidad a los colaboradores.
En junio de este año se dieron renuncias masivas en Apple por la falta de empatía en los niveles directivos, y la fuga de talentos no se hizo esperar. Lo que aprendimos entonces es que la creatividad, concentración y productividad que se obtiene en casa, también serán bienes intangibles de una empresa postpandemia.
Así que debemos ser flexibles y entender las situaciones particulares de cada persona. No podemos generalizar, no podemos calzar los mismos tacones. Lo que sí podemos es entender que la flexibilidad nos ayudará a ponernos varios pares de zapatos, en diferentes momentos y lugares. Sólo así podremos volver a la normalidad que tanto anhelamos.
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