En la existencia hay cambios que modifican violentamente las sociedades; el hombre descubre la agricultura, da fin a la vida nómada y concede el atesorar bienes. La imprenta permite que el conocimiento se vuelva accesible y masifica el conocimiento medieval. El Internet rompe de tal forma las fronteras, que la información total llega a casi todos los rincones y personas del planeta, sin tener posibilidad de imaginar que va a generar en los próximos años. En otras palabras, la especie humana ha experimentado cientos de puntos de inflexión que han modificado radicalmente nuestro modus vivendi.
La pandemia representa un punto de inflexión. Ante la amenaza de un virus, nos resguardamos en casa, los negocios cerraron y muchos individuos quedaron lejos de sus familias. Perdimos la libertad de movernos con seguridad. La gran preocupación fue evitar que se convirtiera en un problema irreversible, pese a que se logró contener, no tenemos idea de la serie de transformaciones que esto va a generar a mediano y largo plazo.
El riesgo al contagio impulsó a que varias compañías pensaran en alternativas tecnológicas para continuar con sus operaciones durante la crisis: drones para distribuir medicinas y alimentos; Inteligencia Artificial para asistir a los adultos mayores; almacenamiento en la nube como herramienta de trabajo; videoconferencias para el ámbito educativo y aplicaciones en dispositivos móviles para transacciones bancarias.

El trabajo a distancia, que parecía algo temporal, ahora es algo que se vuelve permanente para varias organizaciones. Con el fin de la presencia física, hay quienes piensan que el espacio de oficina se reducirá de 50% hasta 70% y los días de trabajo presencial disminuirán de una a dos por semana. Más aún, la mayor parte de las compañías no temen por la calidad del trabajo, sino a las cosas que no pueden medir, entre las que destacan la comunicación, el desempeño en equipo y el trato distante. Incluso empresas como Google, Amazon y Microsoft han decidido emplear las modalidades remota e híbrida a la espera de que su productividad incremente.
Además, mucha gente opina que los modelos de trabajo deben descentralizarse para optimizar su rentabilidad y acceder a personal más talentoso sin importar que viva a 50 kilómetros de sus bases de operaciones. Esto significa que, por ejemplo, en lugar de gastar anualmente $20,000 (USD) por trabajador, la modalidad a distancia sólo requerirá un costo de $2,000 (USD).
En cuanto a la modalidad presencial, se dice que más del 60% de las empresas ya planean cómo reforzar su cultura, valores, cohesión y organización, llevando a sus equipos a destinos remotos, pues una de sus mayores preocupaciones es que los trabajadores se agoten por trabajar en plataformas para las que requieren la capacitación y el tiempo adecuados.

El gran reto de nuestro tiempo es crear una infraestructura funcional ahora que la gente abandona las ciudades y transforma el hogar en su centro de trabajo, ya que se estima que alrededor del 90% de la fuerza laboral no quiere volver a estar en una oficina a tiempo completo. No importa la región del mundo, todas las naciones están lidiando con lo mismo, por lo que se deben adaptar vías de comunicación, redes de energía, sistemas de salud, centros educativos, fuentes de suministros, espacios de recreación, etc.
Algunos de los beneficios inmediatos de este cambio serán la desaparición de los mandos intermedios, lo cual corregirá muchas inconsistencias dentro de las organizaciones; el impacto medioambiental, por lo que se espera una reducción de 108 millones de toneladas de CO₂ cada año y la saturación en el transporte que puede tomar más de dos horas. La pandemia también ha puesto en evidencia la necesidad de sistemas de justicia, médico y educativo más modernos y de mejor calidad. Estamos viviendo un momento en el que existe la posibilidad de construir iniciativas importantes para estimular el bienestar social e individual.
Aquí cabe preguntarse: ¿volveremos a una realidad donde prevalezcan el distanciamiento y el temor al contagio? y ¿cómo cambiará la interacción interpersonal? La pandemia fue el punto de inflexión que nos orientó hacia la llamada “nueva normalidad”, pero las tecnologías utilizadas para mantener el funcionamiento de nuestra sociedad ya existían, sólo que hoy se volvieron fundamentales para este nuevo estilo de vida.

A la fecha de publicación de este texto, las medidas de confinamiento cambian constantemente de país a país y de enfoque político-económico a otro. En muchos países reabren restaurantes, cines, espacios deportivos y aeropuertos. Algunos signos de recuperación son visibles en el mercado laboral, la gestión educativa y la actividad al aire libre. Ahora las preocupaciones son otras: salud mental, hábitos alimenticios, bienestar físico, hábitos de sueño y nuevas áreas de trabajo.
Al principio nadie sabía cómo lidiar con esta crisis. En un brinco evolutivo, las tendencias tecnológicas condujeron a la incorporación generalizada del Internet como parte de la cotidianeidad, visto antes como una comodidad o ventaja, a nuestras actividades cotidianas. En ese sentido, la disposición al cambio ha sido una habilidad decisiva para lidiar con esta situación extraordinaria.
En circunstancias normales, políticas sociales como la provisión de salud y educación resultarían útiles para fortalecer la cohesión social. Por el momento, estas medidas están siendo adaptadas al nuevo contexto en el que nos encontramos con el fin de contener y prevenir nuevos riesgos de contagio. Sin embargo, la correlación con la tecnología es el verdadero cambio para definir el impacto en las nuevas generaciones, la medida del cambio no tiene que ver con la pandemia. Será la velocidad a la que se disparó el uso de diversas tecnologías. Eso moldeará el futuro de corto plazo.