Los días 30 y 31 de octubre se celebra en Roma, la Reunión del G-20 que reúne a los países con las economías más importantes del mundo. Los países del G-20 representan el 80% de la economía global; el 75% de las exportaciones y el 60% de la población mundial. En su agenda, además de los temas económicos y financieros que caracterizan la temática de estas reuniones, se tratará el problema de la pandemia del COVID-19, así como el creciente riesgo de nuevas pandemias, la conveniencia de una recuperación económica verde y el cambio climático, tangible expresión de la creciente contaminación y destrucción de la naturaleza causada por la actividad humana.
Asimismo, el 1º de noviembre da inicio la COP26, en Glasgow, Escocia. Se trata de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco contra el Cambio Climático de las Naciones Unidas. Dado el veloz agravamiento de la problemática global que provoca el cambio climático, es una de las últimas oportunidades que tiene la comunidad internacional organizada para evitar un daño mayor a la humanidad. Así lo demuestra el conocimiento científico y así lo entiende la Organización de las Naciones Unidas. Está en peligro la civilización como la conocemos, y la salud y la vida humana a nivel mundial.
Como lo señala Chandran Nair, los científicos y los expertos en políticas públicas nunca han sido más claros al describir la amenaza existencial que enfrenta la humanidad por el cambio climático. En ese sentido se expresó el sexto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). La Organización Metereológica Mundial informó recientemente que el número de desastres inducidos por el cambio climático ha aumentado un 500% en los últimos 50 años. Entre ellos, los incendios forestales sin precedentes en Australia y California, las graves inundaciones en Estados Unidos y China, así como las temperaturas extremas en la India e Irán lo confirman.

En este contexto, el 27 de octubre se celebró la Conferencia Anual del Club de Roma, en esta ocasión en forma virtual. Entre sus pronunciamientos destaca que, para emerger con éxito del COVID-19 hacia un futuro más justo y verde, debemos reconocer a la naturaleza como una pieza fundamental del rompecabezas. En el marco de esta conferencia anual se presentó el pronunciamiento: “El Cero Neto Global no es suficiente. Necesitamos construir un futuro positivo para la naturaleza”. Se refiere a que la aspiración de llegar a la meta de cero emisiones netas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para 2050, que es uno de los objetivos para evitar que la temperatura del planeta no rebase el 1.5° Celsius en el siglo XXI, medidos desde la época pre-industrial. El logro de este objetivo no es suficiente para evitar profundos daños en el planeta que ponen en riesgo la vida humana. Este pronunciamiento fue presentado por Sandrine Dixson-Declève, co-presidenta del Club de Roma; Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo del Pacto Verde Europeo y, Achim Steiner, administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Entre algunos de los mensajes más importantes, destaco los siguientes:
A casi dos años del primer caso reportado del COVID-19, el mundo todavía enfrenta las repercusiones. De igual forma es evidente el alcance de la emergencia planetaria, de crisis climática, perdida de la biodiversidad y enorme desigualdad que enfrentamos. Es ya el momento de que tracemos una respuesta planetaria a nuestra crisis mundial, que ponga a la naturaleza en el centro. La ciencia es clara, el clima, la biodiversidad y la salud humana son totalmente interdependientes. Pero en las discusiones sobre la recuperación del COVID, aún no se reconoce en forma suficiente a la naturaleza como una pieza esencial en el rompecabezas de un futuro resiliente para todos.
El Plan de Emergencia Plantearía publicado por el Club de Roma y el Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático, identifica acciones clave que apoyan un cambio de paradigma de limitar el daño que hacemos al mundo a través de nuestras actividades diarias, para evolucionar a un nuevo orden que nos permita mejorar y restaurar los ecosistemas. El plan hace un llamado a los gobiernos y sectores con la finalidad de adoptar compromisos para proteger nuestros bienes comunes globales y desarrollar hojas de ruta nacionales y sectoriales para el uso regenerativo de la tierra y sociedades verdes, inclusivas y circulares.

Al cambiar hacia modelos regenerativos y reformar nuestros sistemas alimentarios, por ejemplo, abordamos simultáneamente problemas de salud global como la contaminación del aire y la desnutrición, regeneramos la tierra, bosques y vías pluviales, mejoramos la capacidad de almacenar carbono, para llegar a cero y reducimos el riesgo de enfermedades zoonóticas, esto es, que son transmitidas de los animales a los seres humanos.
La conciencia mundial sobre el papel fundamental de la naturaleza se está construyendo lentamente, pero se ven progresos. Un ejemplo lo dan los ganadores del premio ecuatorial que redefinen la prosperidad creando nuevos modelos de gobernanza y reconfigurando las normas económicas al fijar el precio al carbono, hasta los agricultores que guían hacia prácticas regenerativas y conservación de la biodiversidad. Un número cada vez mayor de líderes políticos mundiales se han comprometido en lograr un mundo positivo para la naturaleza para 2030 a través del compromiso de “los líderes por la naturaleza”.
De acuerdo con la OCDE, los países miembros y las economías asociadas clave han asignado hasta ahora 336 mil millones de dólares a medidas ambientales positivas dentro de sus paquetes de recuperación de COVID-19. Pero esto equivale a sólo el 17% de las sumas totales asignadas hasta ahora a la recuperación económica del COVID-19. Los tomadores de decisiones deben considerar cuidadosamente si esto es realmente suficiente para una mejor recuperación económica.

Para lograr con éxito un futuro sostenible, que se encuentra dentro de los límites planetarios, pero que también saca de la pobreza a mil millones de personas, la transición debe ser global. En cuanto a los límites planetarios, nos referimos a los nueve límites naturales del planeta, identificados por un grupo internacional de científicos liderados por Johan Rockström y Will Steffen, que son las condiciones necesarias para la supervivencia humana. Todos debemos caminar juntos por la vía hacia un futuro positivo para la naturaleza, en la misma dirección y con una velocidad comparable.
En el caso de la Unión Europea (UE), con la adopción de su estrategia de biodiversidad en el marco del Pacto Verde Europeo, se esfuerza por liderar los esfuerzos para incluir a la naturaleza en la agenda política y movilizar recursos para la biodiversidad en los países de la UE y en los países socios.
Durante los próximos meses, los líderes mundiales se reunirán en tres conferencias sobre Diversidad Biológica; Cambio Climático y sobre la lucha contra la Desertificación, así como en la Conferencia de Estocolmo +50 el año entrante. (En 1972 se celebró la Primera Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente en Estocolmo).

Estos eventos ofrecen una oportunidad para una respuesta de emergencia global a nuestra crisis planetaria. Entre otros objetivos, debe protegerse el 30% de la tierra y el 30% del mar para 2030.
Todos debemos ser parte de la solución. Salir juntos de esta emergencia. Es hora de actuar por un futuro positivo para la naturaleza y para toda la humanidad.
Es claro que el enfoque para la solución de la problemática global debe ser multisectorial y transdisciplinario con una visión holística, de largo plazo. Es fundamental tener presente que la estabilidad climática, la biodiversidad y la salud humana son totalmente interdependientes.