Es muy probable que varios de los que están leyendo esta columna, provengan de familias que en esta generación o en alguna previa, fueron sujetos de algún fenómeno de tipo migratorio, ya sea dentro de un mismo país o inclusive entre países y muy probablemente entre continentes. Al mismo tiempo sobra decir que en la mayoría de los casos dicha migración se dio ya sea en forma voluntaria buscando mejores condiciones de vida y desarrollo o en ocasiones forzados por alguna circunstancia, ya sea de persecución política o religiosa o impulsados por difíciles condiciones económicas, conflictos armados, entre otras.
Quizá en este momento se esté dando el mayor fenómeno migratorio de nuestra historia, donde cerca de 258 millones de personas en el mundo hoy se consideran migrantes, es decir que viven en un lugar distinto al de su nacimiento; esto es 1 de cada 30 personas que habitan el planeta. Y aun cuando cerca de 164 millones se consideran trabajadores migrantes y se dan dentro de la legalidad, existe aún un número muy importante que no tiene la misma suerte.
Todos los días en cada uno de nuestros países aparecen noticias sobre miles de migrantes que buscan entrar a nuestro territorio ya sea para establecerse en él o simplemente de paso hacia otros lugares, y en la mayoría de los casos los migrantes no serán bienvenidos y serán objeto de explotación, discriminación, segregación y abandono y pocas veces lograrán el sueño al que aspiraban. Cada vez existe un mayor número de países implicados en la migración internacional y que se ven afectados por ella, y es difícil ya saber cuáles son origen o destino.
Según datos del alto comisionado de la ONU para refugiados (“ACNUR”), en el 2021 existían cerca de 89 millones de personas en el mundo en condición de refugiados, donde ya sea por persecuciones políticas, étnicas o religiosas, conflictos armados, dificultades económicas o por violaciones a derechos humanos se han visto obligados a abandonar sus lugares de origen. De este total se clasifican, 53.2 millones como desplazados, 27.1 millones de refugiados y 4.6 millones que solicitan asilo. Estas cifras crecieron el 8% vs el año anterior y son 2x mayor a las de hace 10 años. Muy probablemente al cierre del 2022, y tomando en cuenta los desplazados por la guerra de Ucrania y otros fenómenos, se superen los 100 millones de personas. Dentro de los refugiados existen grupos muy vulnerables, ya que cerca del 50% son mujeres y hay más de 50 millones de niños en esta condición. Muchos de ellos viven en campos de refugiados y donde pareciera que su futuro es altamente incierto, ya que quizá estarán ahí hasta que el conflicto que los arrojó de sus tierras desaparezca y les permita regresar
Que difícil resulta comprender que en pleno siglo XXI, los seres humanos sigamos empujando a que tal cantidad de personas tengan que abandonar sus casas, sus trabajos, sus familias y salir de su entorno impulsados por personas sin escrúpulos que, por motivos económicos, políticos, raciales, o religiosos, entre otros propicien este drama humanitario. En años recientes los conflictos en Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán y Birmania han sido los causantes del mayor número de desplazados, pero si volteamos hacia atrás seguramente recordaremos muchos otros conflictos que han causado esto mismo, incluyendo las guerras en Centroamérica, Líbano, los Balcanes, Ruanda, etc.
México no ha estado aislado de este fenómeno, ya que por un lado hemos expulsado a una cantidad muy importante de compatriotas quienes han emigrado a EE.UU. en busca de mejores oportunidades y al mismo tiempo hemos sido receptores de un número muy importante de migrantes europeos en el siglo XX y asimismo de latinoamericanos quienes han huido por razones económicas o políticas. Diariamente cruzan México caravanas de millares de personas en busca del sueño americano, pero cada vez una mayor parte de éstos decide establecerse temporal o permanentemente en México; sólo en 2021 existieron más de 131,000 solicitudes de asilo en México, 3 veces más que el año anterior, lo que nos coloca entre los 5 países con mayores solicitudes de asilo en el mundo.
Estos fenómenos de migración son tan relevantes que la ONU dentro de los objetivos de desarrollo sustentable al 2030, ha incluido a la migración ordenada, segura y con respecto a los derechos humanos de las personas, como uno de sus objetivos y donde cientos de países, han sido firmantes de dicho pacto.

No cabe duda de que la migración despierta muchas pasiones y emociones en cada una de las localidades, ciudades y países que se ven trastocados por la misma. No cabe duda de que este fenómeno puede traer consigo muchas implicaciones negativas, incluyendo las derivadas del tráfico ilegal de personas, descontento social ante el miedo de desplazamiento económico por los nuevos habitantes, desconfianza sobre temas de inseguridad, miedo a que no logren amalgamarse socialmente y quieran imponer nuevas culturas, religiones, idiomas o hábitos, entre muchas otras.
Viéndolo desde el otro lado del prisma, la migración ha propiciado por un lado un flujo importantísimo de recursos a través de remesas que estas personas mandan a sus familias y que tan solo en 2021 representó 630,000 millones de dólares, cantidad que excede en 3x al total de la ayuda internacional, lo cual es un tema muy relevante para los países destino. Tan sólo en México cerca de 51,000 millones de dólares entran al país cada año, lo cual constituye una fuente de recursos muy importante para las familias más desfavorecidas en nuestro país.
Mas allá del dinero, existe mucha evidencia de como poco a poco los migrantes se van integrando en sus nuevas sociedades, y van aportando sus capacidades, experiencias y su formación y de alguna manera se da una transferencia de tecnología, capital y conocimiento institucional, que muy probablemente inspire nuevas formas de pensamiento respecto de problemas sociales y políticos, y constituyen un vínculo humano entre culturas, economías y sociedades. Cuando uno voltea a ver algunas economías desarrolladas con tasas de sustitución poblacional negativas, es evidente que, de no darse algún fenómeno migratorio hacia las mismas, estarán condenadas al estancamiento o decrecimiento económico, y muy probablemente a la ruptura de sus sistemas de pensiones y seguridad social; países como Alemania, Reino Unido, y los países Nórdicos entre otros han reconocido esta situación y son países receptores de migrantes. Me ha sorprendido positivamente ver que, según encuestas en países que tradicionalmente han sido receptores de migración como los EE.UU., Alemania, Francia entre otros, la aceptación de los migrantes ronda el 70-75%.
A pesar de que pareciera haber evidencia de que existe mejor tolerancia hacia la migración, existen muchos países que establecen criterios muy restrictivos para la misma, incluyendo edades, grados de escolaridad o preparación profesional y favorecen sólo a aquellos que pueden venir a cubrir necesidades laborales en el país en cuestión (por ejemplo : jornaleros, agricultores, técnicos especializados, enfermeras, etc.) y no ven con los mismos ojos a aquellos migrantes más desfavorecidos y con poca empleabilidad.
En ocasiones sueño que la comunidad internacional es capaz de montar algún plan semejante al Plan Marshall que echó a andar EE. UU. al terminar la segunda guerra mundial, para apoyar a la reconstrucción de los países de Europa, que tuvo un costo a precios actuales de 150,000 millones de dólares, de tal suerte que pudiese permitir inversiones muy cuantiosas en regiones desfavorecidas del mundo, y así propiciar mejores condiciones de vida, de oportunidades y de desarrollo, para evitar la necesidad de la migración.
Me da rabia ver que EE.UU. ha gastado cerca de 13,000 millones de dólares en armamento y apoyos para Ucrania en su guerra contra Rusia, o que gastó 778,000 millones y 839,000 millones de dólares en las guerras de Irak y Afganistán respectivamente, y pensar lo que se podría haber logrado con una fracción de esos recursos en pro de la gente más desfavorecida de Latinoamérica y de África.
Sin duda este problema de la migración es muy complejo y tiene muchísimas aristas que no puede uno dejar de ver; me entristece que la raza humana pareciera no evolucionar y sigue impulsando a millones de personas cada año a esta terrible condición. Hagovotos para que la comunidad internacional redoble esfuerzos en pro del objetivo de desarrollo sustentable de migración ordenada y segura, que evite que cada año se sigan perdiendo cerca de 6,000 vidas en fenómenos migratorios y se siga comprometiendo el futuro de tantas mujeres y niños.
México hoy es parte de esta problemática, ya que dejó de ser solo país origen y se volvió destino, lo cuál nos lleva a tomar una postura más clara y comprometida con el tema, y donde ojalá logremos en nuestra agenda bilateral con los socios del norte, darle un enfoque más propositivo.
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