Nuevamente los migrantes del sur global son noticia y no precisamente por ser buenas, pues el incendio en un centro de detención migratoria en Ciudad Juárez, Chihuahua el pasado 27 de marzo corrió como reguero de pólvora a cada rincón del planeta. En este pavoroso desastre fallecieron 40 foráneos y 28 heridos de seis países de acuerdo con los últimos reportes. Desde el “bálsamo” de oraciones del Papa Francisco por los migrantes y familiares, hasta la crítica del actual relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los migrantes, Felipe González Morales quien cuestionó esta práctica de detenciones masivas de migrantes pues según argumentó en Twitter “el uso extensivo de la detención migratoria conduce a tragedias como ésta”.
Es incuestionable que en este drama perpetuo que se ha venido acentuando de crisis migratorias a lo largo y ancho del planeta todos tenemos una “cuota de responsabilidad” en tanto la ausencia de infraestructuras socio laborales que “absorban” la “mano de obra” de los ciudadanos de estos países de origen; la falta o relativa tutela en materia de garantías hacia la integridad corporal por parte de los países de tránsito; pero, también, la “doble moral” de los países receptores que por una parte, “castigan” el acceso documentado de estos seres humanos precisamente por ser “pobres” materialmente y que se ven sujetos a determinaciones de funcionarios que leen lamentablemente la realidad desde perspectivas diferentes; y, por otra parte estas naciones de destino siempre “necesitan” de estas personas por cuestiones de economía y cualificación laboral.
En este escenario me gustaría replicar las expresiones del colega mexicano Jorge Santa Cruz quien horas después en su entrega “palabras sin compromisos” señala que este evento es injustificable y cuestiona que la subordinación del estado mexicano a Estados Unidos causó indirectamente la tragedia debido a las múltiples hostilidades en el escenario la firma de acuerdos en la materia en las administraciones estadunidense y mexicanas.
Y creo que tiene razón en tanto, estas manifestaciones de opresión vertical de los cuerpos no hacen mas que “sembrar” terror en el imaginario de los inmigrantes que en términos generales solo buscan acceder a oportunidades lícitas de vida que ciertamente les son negadas en sus países de origen a raíz de “males” tan visibles pero tan “incomprensibles” por unos y otros –como ser la violencia, corrupción, narcotráfico y una abismal desigualdad de oportunidades–.
Y esto lo reconoció a través de Twitter posteriormente del siniestro Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, para quien, el incendio “era un recordatorio a los gobiernos de la región de la importancia de arreglar un sistema migratorio que no funciona”. El problema es que el señor Salazar y los gobiernos de la región deberían reconocer que, si hay personas que no ven opciones de subsistir dignamente en estos países del sur-subdesarrollado, este fenómeno no será erradicado en tanto la naturaleza humana está alimentada desde su materialidad por la búsqueda del bienestar.
En definitiva, este lamentable suceso solo es un indicativo que se debe vigilar todos estos circuitos “ciegos” a la vista de las autoridades, pues es en los mismos en donde se incrementa la vulnerabilidad de los forasteros y es una obligación universal –establecida en una infinidad de convenios, acuerdos y tratados– anteponer la protección de los extranjeros ante la gravitante xenofobia que lastimosamente está muy vigente en nuestras sociedades y que tiende a acrecentarse de forma oscilatoria como el mar –con mareas altas y bajas–. Es importante subrayar que organizaciones civiles aztecas como Mexiro A.C. e IMUMI han reprochado la falta de protocolos concretos para gestionar eventos fortuitos como este acaecidos en estaciones migratorias. Y, pienso que más peligroso es la discrecionalidad con la que actúan las autoridades migratorias.
Postdata: Este trágico evento ha desatado una amplitud de manifestaciones de repudio de personas desde México hasta cualquier país en donde se pudo ser testigo mediático de este suceso. Cabe señalar que, de acuerdo con reportes de prensa de este 12 de abril, La Fiscalía General de México abrió un proceso criminal contra dos funcionarios migratorios entre ellos probablemente Francisco Garduño, Comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), por presuntas conductas delictivas. Mientras tanto, el mexicano Grupo de Trabajo sobre Política Migratoria ha hecho luego un llamado al Congreso de la Unión “a que elimine de la legislación mexicana la detención migratoria, que se aplica de forma arbitraria y desproporcionada”.
Por otra parte, en su columna de opinión del 4 de enero de 2018 para El País, Milagros Pérez Oliva deja entrever que “para que el miedo se convierta en rechazo es preciso un proceso mental que anule la compasión y la empatía. Ese proceso lo proporciona la ideología y se activa cuando señala a los pobres como culpables de su pobreza”.
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