“Miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua”. W.H.Auden
No es ninguna novedad la gravedad del problema hídrico en México que sin duda se ha acentuado en estos últimos años ante fenómenos meteorológicos y de cambio climático. México es un país con alto estrés hídrico, especialmente en la parte centro y norte, y sólo se salva el sursureste.
En estos últimos meses y derivado de la grave crisis en el sistema Cutzamala que sirve parcialmente a la Zona metropolitana de la Ciudad de México (“ZMCM”), el tema de la escasez de agua y la posibilidad de cero agua, se han vuelto “trending topic”, sin embargo los dichos y mensajes de nuestros gobernantes no acompañan a la gravedad del problema, lo que visibiliza su gran insensibilidad sobre el tema. Haré varias referencias en este artículo a la ZMCM al ser una zona de alta concentración poblacional y que ayuda a ejemplificar el problema.
En términos generales en México el 70% del agua se utiliza en sector agropecuario, 15% en sector público urbano y doméstico y el restante 15% en sector industrial y generación de electricidad. A pesar de que 93% de los hogares tiene agua entubada, aún existen cerca de 2.6 millones de hogares que no reciben agua; 40% de éstos en zonas urbanas.
Tener agua entubada no significa que esta llegue a diario, ya que en México el 33% de los hogares sólo la recibe por tandeo algunas veces a la semana. Cuando uno analiza este problema a nivel regional o a distintos niveles socio económicos, la óptica puede ser algo distinta pero no menos grave.
La ZMCM ha sido testigo en los últimos 70 años del desarrollo de proyectos muy emblemáticos que fueron acompañando el grandísimo crecimiento de la zona y sobre todo la llegada de muchos millones de nuevos pobladores. Vale la pena recordar las grandes inversiones para llevar a cabo la construcción del sistema Cutzamala, quizá uno de los proyectos de suministro de agua más grandes del mundo, proyecto que inició en los años 50´s para luego en los años 80-90´s completar su 2ª y más importante fase.
En 1975 se completó la construcción del drenaje profundo de la ciudad de México, una obra de más de 12,500 kilómetros de túneles que permiten transportar las aguas negras fuera de la ciudad y bombearlas hacia el estado de Hidalgo. Posteriormente se realizaron otras inversiones relevantes en el Túnel Emisor Oriente (“TEO”) con el mismo propósito.
La ZMCM que contaba con poca capacidad de tratamiento de agua residuales, vió el inicio en 2009 de la construcción de la Planta de tratamiento de aguas residuales “PTAR Atotonilco”, la 4ª planta de tratamiento de agua más grande del planeta, para buscar limpiar cerca del 60% del agua proveniente de dicha zona. Si estas grandes obras no se hubiesen llevado a cabo, la ZMCM hoy no podría ser hogar de 20 millones de habitantes.
Es indudable que la construcción de grandes obras de infraestructura debe ser el resultado de procesos de planeación gubernamentales de largo plazo y donde existan programas interanuales sin importar quien gobierne.
La gravedad del problema del agua es mayúscula y no me da la impresión de que este recibiendo la atención ni presupuestos adecuados para mitigarlo. En los últimos 3 sexenios en México, la Comisión Nacional del agua (“Conagua”) ha ejercido presupuestos del orden de $ 22 mil millones de pesos anuales ($21 mil millones en promedio anual en el periodo 2006-2012, $27 mil millones del 2012 al 2018 y el más bajo en los últimos años con sólo $ 14 mil millones del 2018 al 2023).
Solo como referencia en los 3 proyectos insignia de este gobierno, se han gastado aproximadamente $ 900 mil millones de pesos entre el tren maya, la refinería de dos bocas, el AIFA y gastos relacionados con cancelar el aeropuerto de Texcoco. Lo anterior representaría cerca de 12 veces lo que este gobierno ha invertido en agua a lo largo del sexenio.
Siendo un problema grave y con tan grandes repercusiones en la vida de todos los mexicanos, las respuestas de nuestros gobernantes no han sido adecuadas; prefieren no hablar del tema, le dedican pocos recursos al sector, dejando en evidencia la falta de planeación adecuada de largo plazo. Le oí a algún político decir que en México se invierte poco en proyectos de agua ya que, al ser subterráneos, tienen poca visibilidad, y de ahí que su preferencia es por otro tipo de obras.
No me deja muy tranquilo escuchar las propuestas que han hecho en los debates algunos de los candidatos para la presidencia y/o la gubernatura de la CDMX, ya que me parece que los mismos son de poca envergadura. Las propuestas hablan de: (i) fomentar captura de agua pluvial, (ii) reducir fugas en tuberías, (iii) incrementar porcentaje de tratamiento de agua, (iv) hacer uso más eficiente de pozos, y (v) tecnificar el riego en el campo, entre otros.
Es evidente que el problema del agua es multifactorial ya que no sólo es un problema de disponibilidad y abasto, sino que intervienen otros factores tales como su utilización, la eficiencia en su manejo, y la inequidad en el reparto.
Me gustaría que nuestra próxima presidenta, sea Xóchitl o Claudia, se anime a lanzar el programa de inversión hídrica más grande de nuestra historia y con visión plurianual; debe ser un compromiso político contundente y que permita reducir los grandes rezagos.
El plan deberá ser de tipo integral, y deberá actuar en forma muy importante sobre el uso del recurso, y quizá habrá que empezar con tecnificar los sistemas de riesgo en el campo y buscar a través de apoyos económicos y financiamiento que todos los agricultores accedan a nuevas tecnologías.
A nivel de consumo humano, ya sea en los hogares o industria tenemos que invertir mucho en el acceso al agua, en asegurar que la misma no se pierda en la red de distribución, en educar y tecnificar para reducir el nivel de consumo, y que exista un alto porcentaje de tratamiento de aguas residuales. Deberá asimismo trabajarse sobre esquemas para incrementar la captación de agua y fomentar la reforestación.
Constantemente escuchamos que, en otros países, empresas y emprendedores, a través del uso de tecnología y esquemas novedosos, están ofreciendo soluciones innovativas al problema del agua. Hago votos para que el nuevo gobierno no sólo lance el plan mencionado, sino que convoque a la sociedad en su conjunto para participar.
La utilización de esquemas de inversión público-privados puede ayudarnos a potenciar la inversión y acelerar el ritmo del cambio; México no puede esperar y esta prioridad debe ser atendida con prontitud y con mucha convicción.
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