Hacer predicciones es siempre muy riesgoso, decía un amigo que especialmente cuando se hacen sobre el futuro. Establecer el pronóstico de un paciente es siempre difícil no sólo por saber qué va a pasar con él, sino que a través de ello se pueden planear y establecer las maniobras terapéuticas para intentar cambiar la historia natural del padecimiento que lo afecta.
La Covid-19 es una enfermedad nueva, muy nueva, hace menos de dos años que se conoce, cuando se conocieron los primeros casos en China, se han ido conociendo y aprendiendo muchas características del padecimiento ocasionado por el SARS-CoV-2, sin embargo, se desconocen muchas más. Por lo tanto, vaticinar qué puede acontecer es harto complicado. De momento transcurrimos por una recaída muy grave que ha ocasionado muchos casos, muchos internamientos hospitalarios, muchos fallecimientos, por cómo se ha desarrollado la pandemia; en nuestro país ha sido llamada como una tercera ola, en otros sitios, por cómo ha evolucionado, van en la cuarta o quinta ola.
Para poder saber cómo nos está yendo es útil comparar las consecuencias de la enfermedad con otros países. Aun cuando es realmente difícil hacerlo, el número de casos diagnosticados depende mucho, además de las condiciones epidemiológicas del lugar, del número de pruebas, el número de hospitalizados y la saturación de los servicios; puede variar con las indicaciones para hospitalizar a un paciente y la capacidad sanitaria de cada país. Sin embargo, la consecuencia fatal de la infección por SARS-CoV-2, los fallecimientos, sí se pueden comparar con todo y que los datos pueden no ser exactos por diferencias en la captación. Desde luego el surgimiento de la vacunación ha sido un hecho extraordinario que ha modificado el curso natural de la infección desde el punto de vista epidemiológico y también individual. En los últimos datos proporcionados por la Secretaría de Salud se informó que el 90% de los pacientes graves no estaban vacunados, 5% había recibido una dosis y sólo 4% tenía un esquema completo de vacunación; varios pacientes, quizá muchos, han tenido infección asintomática o con un curso muy benigno. La vacunación es pues una necesidad absoluta para intentar cambiar la evolución de la pandemia.
Para intentar una comparación he revisado lo acontecido con la mortalidad y la vacunación en algunos países tanto europeos como americanos. Seleccioné los que muestro en las tablas porque tienen datos completos y se actualizan cotidianamente. Además, en todos ellos ha sucedido más o menos simultáneamente un incremento en el número de casos y de fallecimientos por Covid-19. Revisamos lo acontecido en un mes, entre el 23 de julio y el 22 de agosto de 2021. Hay varios datos muy interesantes, por ejemplo, Brasil continúa teniendo una mortalidad muy elevada; en los países que revisamos sólo superada por Rusia, Brasil pese a que tiene 33% de su población con una dosis de la vacuna, solamente el 25% tiene el esquema completo. Rusia, aunque tiene una vacuna de elaboración propia, alcanza apenas 22% de su población plenamente vacunada y 5% de ella con una dosis.
Hay cuatro países en los que lo sucedido llama mucho la atención, Bélgica, Polonia, República Checa y Perú, los tres durante la primera parte de la pandemia tuvieron muy malos resultados, obteniendo cifras muy altas de fallecimientos por millón de habitantes. En el mes que analizamos Bélgica, Polonia y República Checa obtuvieron cifras bajas de fallecimientos por millón de habitantes, de las menores entre los países europeos y los tres tienen porcentajes altos de su población vacunados. El caso de Perú resalta en América, durante la pandemia tiene de las cifras más altas en el mundo de muertos por millón de habitantes, en el período analizado obtiene buenos resultados con cifras bajas sólo superadas por Canadá y Estados Unidos, los cuales desafortunadamente solamente tiene el 22% de su población con vacunación completa y 6% con vacunación parcial.
En México los resultados no son alentadores, ya que durante el mes revisado tiene 122 muertos por millón de habitantes, la letalidad sigue siendo muy elevada, pero insisto en que esta cifra puede estar sesgada ante las bajas cifras de casos diagnosticados por falta de pruebas. En nuestro país 24% de la población está completamente vacunada y 20% lo está parcialmente –resalto el que hace unos días sucedieron más de 900 muertes a consecuencias de la Covid-19–. Canadá sigue teniendo desempeño ejemplar con los porcentajes de vacunación más altos entre los países revisados y cifras bajas de mortalidad por millón de habitantes.
Ante las conductas dispares, y a veces contrastantes que han venido sucediendo, muchos comentarios se han presentado. Me parece que las autoridades sanitarias han mostrado una falta de liderazgo ante el enorme problema al que nos enfrentamos, me refiero primero a la OMS que ha actuado siempre con algún retraso y no ha emitido sugerencias o lineamientos al respecto, aunque entendemos que no puede extender normas o reglamentos; pero podría haber establecido algunas sugerencias que hubieran ayudado a paliar el curso de la enfermedad. Creo que su recomendación de no utilizar una tercera dosis de vacunación debía en vez de esto, buscar a través de su gran influencia procurar un aumento en la producción. Por cierto, no sabemos qué ha pasado con la coproducción de vacuna de AstraZeneca entre Argentina y México; sabemos que en últimas fechas no se ha utilizado ampliamente en nuestro país. En varios países las autoridades de salud han estado supeditadas a los pensamientos de los gobernantes y sus conductas económicas, lo que ha disminuido las medidas de distanciamiento social y las actividades que deberían ser suprimidas no lo han sido mirando más intereses económicos que sanitarios.
Muchos otros acontecimientos han llamado la atención, uno de los más sorprendentes es cómo una parte del personal sanitario ha rechazado ser vacunado, como en Francia y Estados Unidos, lo que ha conducido a las autoridades a amenazar con despedirlos si no aceptan ser inmunizados. En algunos países como en Estados Unidos una parte considerable de la población no acepta recibir la vacuna, lo que ha impedido que se alcancen los niveles de vacunación deseados; afortunadamente ninguna de estas dos situaciones se han presentado en México. Al contrario, la población incluido el personal sanitario, ha reclamado ser inmunizada. La vacunación en menores de 18 años ha sido motivo de polémica, en otros sitios la vacunación de menores de 18 años ha sido aceptada y se ha iniciado. En México no se ha hecho aduciendo que el número de enfermos por Covid, en este grupo, es muy bajo y el de fallecimientos aun menor, probablemente ha influido también la carencia del número necesario de biológicos para inmunizar a espectros más amplios de la población. Es cierto que la incidencia en este grupo es menor que en otros, pero existen casos e incluso fallecimientos; aunque es menor el número de casos en menores de 12 años y también de muertes y no sólo en pacientes con comorbilidades.
Hace algunos años me sorprendieron las decisiones que la entonces ministra de salud de España, Trinidad Jiménez García-Herrera, en plena epidemia de la Influenza, decidió incluir en el programa global de vacunación de su país a la varicela; tomó la decisión en contra de algunos expertos, cuando le informaron que cada año fallecían uno a dos niños por la varicela; y que, por cierto, Trinidad Jiménez no es médico. Me parece que una vez hechas las pruebas de seguridad necesarias, habrá que vacunar a todos los niños, de otra forma no se podrá acabar con la epidemia al convertirse ellos en portadores y transmisores, estando enfermos o no. No me atrevo a comentar sobre el regreso a clases porque indudablemente los niños, por muchas razones, necesitan volver a la escuela; sin embargo, debería hacerse en un esquema de extrema seguridad.
Desde luego el curso de la pandemia es incierto, lleno de incertidumbres, así también las actitudes de los responsables sanitarios que afirman que la actual crisis va mejorando al disminuir las cifras de incidencia de casos, de ocupación de camas hospitalarias y de mortalidad, cuando el día de ayer (24 de agosto) fallecieron más de 900 personas no abona. Tampoco ayuda que los máximos responsables del país no utilicen cubrebocas ni sus colaboradores lo hagan en su presencia.
Los liderazgos en las épocas de crisis cuentan y mucho, y actualmente se extrañan.
Me parece una muy buena visión acerca de la situación actual, el mundo está en crisis y las acciones que se han tomado para revertir eso no está dando los resultados deseados, tanto mundial como individualmente, es importante seguir concientizando a las personas, pues esto no a acabado y es necesario seguir actualizándose.
Excelente análisis y cómo la labor de los científicos se necesita estar muy presente y los gobiernos tienen que ayudar a que esta crisis mejore no empeore con información falsa y la falta de respeto al pueblo.
Es un buen análisis doctor Ramiro. El problema más grave es la falta de información veraz que en verdad permita saber los alcances de esta terrible epidemia. El vocero oficial de la misma perdió credibilidad, y no fácilmente se recupera. De cerca he vivido lo terrible que es y ha sido encontrar atención pronta y expedita. A una conocida se le hizo la prueba: salió positiva, era asegurada del IMSS y tardaron 72 horas en encontrarle un lugar en un Hospital de Zona al que, obviamente, llegó tarde: falleció a las 3 horas ¿porqué? Porque en tres días se agravó. Entiendo, la COVID-19 es una enfermedad desconocida pero no ha movido a las autoridades para poner todo su empeño en detenerla, en evitar que se siga propagando. El único interés ha sido y es el político.