Entre elecciones y jornadas de vacunación anticovid-19
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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Es inconcebible que desde la institucionalidad no se garantice en diversos países el derecho a la integridad de líderes políticos que buscan ser electos, lo cual denota muchas veces la fragilidad del poder político ante…

Imagen: iStock.
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En México y Perú se han disputado este domingo 6 de junio actividades electorales, elecciones intermedias en el primero y definitorias para elegir nuevo presidente en la segunda vuelta del país sudamericano, en donde cinco días después no hay oficialmente un ganador debido a la lucha férrea entre el izquierdista Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori, con una breve ventaja en el conteo para el primero. En el país norteamericano, mientras tanto, se ha votado a renovar 15 gubernaturas, quinientos Diputados federales del Congreso de la Unión, 30 Congresos locales y mil 900 Ayuntamientos y Juntas Municipales.

En un principio, a pesar de las circunstancias atípicas producto de las restricciones tradicionales en las formas de “hacer política”, no cabe duda de que en los dos países –con mayor o menor efervescencia– la búsqueda de consolidación de la democracia representativa, aun con imperfecciones de diversa índole no se detiene; tampoco la respuesta sanitaria a la Covid-19, pues paralelamente al desarrollo de la propaganda política, se ha venido inoculando a amplias masas poblacionales de ambos países latinoamericanos.

elecciones en Perú
Foto: Forbes México.

Pienso que los diversos ejemplos de civismo de la ciudadanía son una muestra palpable de la “inquebrantable” fe en el establecimiento de autoridades que canalicen las legítimas aspiraciones populares al Estado de bienestar, mediante las ejecutorias políticas enmarcadas en una ética pública, basada en el cumplimiento de las diversas promesas de campaña hechas al electorado facultado para elegir.

Decía en su momento el extinto político británico Winston Churchill que “la democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”. Ahora bien, el problema consiste en procurar que las diversas expresiones de ésta sean respetadas y protegidas en marco de los diversos convencionalismos culturales e institucionales que rigen los eventos electorales en nuestra región. Es inconcebible que desde la institucionalidad no se garantice en diversos países el derecho a la integridad de líderes políticos que buscan ser electos, lo cual denota muchas veces la fragilidad del poder político ante el constante acoso de mafias económico-políticas, y que buscan a través del amedrentamiento facilitar “el camino” a los suyos, lo cual evidentemente deteriora la calidad y robustez democráticas.

AMLO voto dedo 2021
Foto: Milenio.

Es inaudito, por ejemplo, el asesinato de casi un centenar de aspirantes a puestos de elección popular mexicanos en los últimos diez meses, pero en mi opinión, es más reprobable la continuada retórica “obradorista” quien constantemente señala que estos hechos de delitos criminales visibilizados mediáticamente son “magnificados” en los medios, producto del conservadurismo opositor. Este tipo de posturas lo único que evidencia es la incapacidad de dar respuestas preventivas y disuasorias a este flagelo estructural que puede agravarse si no se toman fuertes correctivos desde la infraestructura federal para fortalecer la institucionalidad estatal y locales.

De ahí que, el derecho a elegir y ser electo debe ser protegido a todas luces, pues es una manera eficaz y legalmente institucionalizada de romper el statu quo de ciertos grupos de poder –indistintamente de las ideologías políticas– que han instalado desde el surgimiento de las propias repúblicas latinoamericanas modernas de principios del siglo XIX; generando a la larga círculos políticos y de adeptos a sus filosofías de perpetuidad en relación a visiones segadas de cómo construir democracia. Esto, en consecuencia, degenera en la rampante cleptocracia que se institucionaliza en países con débiles estrategias en la aplicabilidad del Estado de derecho.

vacunación en Honduras
Imagen: Expediente Público.

En conclusión, la fe en la democracia debe ser la máxima en nuestras sociedades, fomentado por la transparencia en los diversos procesos inherentes a la misma y con la confianza en el eficaz desempeño del ejercicio público, mediante una ética política que entienda el momento histórico vivido y cómo gestionar respetuosa y empáticamente el mismo.

Posdata: A propósito, justamente el 6 de junio había aplicadas más de 2,900 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19, según datos proporcionados por el portal británico Our World In Data. Al respecto, México es el noveno país que más dosis ha aplicado, 33,78 millones. Y debido a esto quizás se pueda explicar que en días recientes se ha informado, por ejemplo, que el gigante latinoamericano donará 100 mil dosis de vacunas contra la covid-19 a Honduras, país que se apresta a elegir autoridades ejecutivas y legislativas este mes de noviembre. Perú, mientras tanto, ha inoculado con la menor dosis hasta entonces, de a apenas el 8.5% de su población.

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