Es indudable que el gran margen con que ganó las elecciones para la Presidencia de la República en el 2018, le otorgó a Andrés Manuel López Obrador una legitimidad que de ninguna manera se puede escatimar, pero además le dio una fuerza y un poder excepcionales, esto quedó demostrado desde poco después de su triunfo electoral, se apropió del escenario e incluso empezó a tomar decisiones sin ser aún formalmente titular del Poder Ejecutivo, todo ello sin que el gobierno en funciones quisiera o pudiera objetarlo y sin que la oposición, en ese momento atribulada por la derrota, lo refutara, criticara o replicara.
Su poder se ha incrementado al cabo de estos primeros tres años de gobierno, lo cual no suele suceder en todos los casos; en términos generales, la popularidad, el porcentaje de aceptación de los gobernantes va decreciendo, entre otros factores, por el desgaste que el propio ejercicio de las responsabilidades acarrea. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, ha sucedido lo contrario, los porcentajes de aceptación son ahora mayores que con los que fue electo. Ha tenido múltiples dificultades, la primera y más importante, seguramente, la pandemia por Covid-19; que además de condicionar una emergencia sanitaria, se convirtió en una sindemia al ocasionar una grave crisis tanto económica como financiera y acarrear graves alteraciones sociales.
El manejo de la epidemia ha sido criticado, sin embargo, en ningún momento, ni siquiera en el más grave, su popularidad y aceptación se vieron afectadas. Otras crisis han sucedido sin que se modifique la percepción que una gran parte de la población tiene de él. Para conseguir estos resultados seguramente su estrategia de comunicación ha resultado fundamental. Ya cuando fue jefe de gobierno del D.F., estableció la cosstumbre de realizar una conferencia de prensa cotidiana y matutina. Eso ahora con todas las facilidades que le otorgan los privilegios de su cargo, su realización se ha depurado y perfeccionado, su difusión ampliado, y los resultados magnificados. Desde luego, se esté de acuerdo con él o no, no se puede escatimar su poder de comunicación, del dominio del escenario que él mismo se ha creado, han resultado fundamentales dos situaciones. Por un lado, el grupo de periodistas que acuden, una parte de ellos parece llevar preparadas preguntas y comentarios de los que se sirve para dar mensajes y marcar la marcha política y social del país y, por otro lado, la difusión que desde el principio se hizo del acto, se utilizaron todos los canales de la televisión pública para difundir lo mismo que las radiodifusoras públicas.

Un paréntesis aquí. En la mayoría de los países democráticos los gobiernos no pueden servirse de los medios públicos para difundir sus actos de trabajo ni su propaganda, y si lo llegan a hacer tienen que compensar a la oposición con tiempos y espacios similares en las mismas estaciones. Aquí no ha sucedido así, el canal 11, el canal 22 y el nuevo 14, además de difundir por más de dos horas la participación matutina y cotidiana del presidente, tienen diversos espacios en su programación que se dedican a exaltar las acciones gubernamentales y a atacar a sus opositores, y han dejado de ser las estaciones culturales que venían siendo para convertirse, además, en propagandistas del gobierno. Repito, que de ninguna manera se puede negar la capacidad del titular del Poder Ejecutivo para trasladar sus opiniones, describir sus acciones de gobierno, y sus planes; una gran parte de la sociedad está atenta a lo que ahí se dice, y cuando menos de manera resumida la examina cotidianamente, y muchos, al parecer la mayoría, no sólo perciben como certeras las acciones que ahí se resumen, si no que están de acuerdo con ellas.
No estoy seguro, pero me parece que es el primer gobernante que se presenta todos los días, por alrededor de dos horas, a hablar a sus gobernados, y lo hace de una manera muy singular, lo hace siempre de pie ante un atril que hace las funciones de púlpito, pocas veces lo acompañan miembros de su gabinete, y cuando están, su participación siempre es breve y con su jefe parado detrás de ellos. Sus colaboradores ocasionalmente usan material audiovisual para apoyar sus comentarios, el presidente recurre a ello excepcionalmente. La verdad es que el impacto de las mañaneras en la vida del país es enorme, no sólo en lo político, sino en todos los aspectos. Hace tiempo que no oigo los resultados, pero hay, o había, una compañía que registraba a detalle lo que sucedía en las homilías matutinas, no sólo el tiempo que consumían, sino también las participaciones del presidente; y, además, lleva, o llevaba, la relación de cuántos de los dichos del señor presidente eran ciertos o reales, cuántas no comprobables y cuántas inciertas.
En la última semana, gran parte de lo dicho en las mañaneras ha tenido que ver con la contrarreforma energética ‒de lo que no hablaré porque no comprendo el fenómeno a cabalidad‒, sus ataques a la UNAM y la pandemia.
Casi sin venir a cuento, inició un ataque contra la UNAM, llamándola conservadora (en su concepto confuso de liberalismo y conservadurismo), aburguesada (le llamó hamburguesada para ser más peyorativo), facilitadora del neoliberalismo y desprendida de las necesidades del pueblo. Creo que aquí el señor presidente no comprende muy bien qué significa una universidad y sus colaboradores no se lo han explicado bien o él no les ha hecho caso. Desde hace muchos años en la UNAM conviven diversas corrientes, pero todas orientadas a los tres aspectos fundamentales de su razón de ser: la educación, la investigación y la difusión de la cultura.

En cada generación ingresan una enorme cantidad de estudiantes, casi todos provenientes de escuelas públicas, y son formados en licenciaturas que probadamente se ha demostrado que son necesarias para el desarrollo de México, todo en una dinámica estudiada y marcada por diversos organos de gobierno, la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario, los Consejos Técnicos de cada Escuela o Facultad, los cuales observan los resultados y establecen los mecanismos para mejorarlos. En la Facultad de Medicina, que es la que mejor conozco, en estos últimos años se han agregado tres licenciaturas de las que se espera que sus egresados ocupen espacios vacíos y que resuelvan las nuevas necesidades; me refiero a la licenciatura en Fisioterapia, Nutrición y en Ciencias Forenses ‒esta última con tanto éxito que probablemente, pronto, pase a ser una Escuela independiente‒.
Con esto dicho intento mostrar el dinamismo que se vive en la UNAM, todo en un ambiente de libertad de cátedra y de compromiso de todos sus participantes por hacerlo, conseguirlo, la voluntad para educar, para formar, para aprender y para enseñar. Sin duda es difícil lograrlo, es un compromiso indispensable que en la UNAM se vive hace muchos años y es uno de los fundamentos de sus acciones y que condiciona los resultados. No ha sido sencillo alcanzar estos resultados y cultivarlos. En la época de AMLO como jefe de gobierno del D.F., los intentos que se hicieron, con la creación del Universidad de la Ciudad de México, han fracasado, probablemente por no haber conseguido esa voluntad fundamental. ¿Por qué, entonces, súbitamente este ataque a la UNAM? No lo imagino. Las elecciones de rector están aún lejanas, dos años exactamente, y no ha habido muestras universitarias contra sus acciones, los alumnos y sus profesores están en lo suyo. Espero que no se geste un movimiento que sólo detendría el camino productivo de la universidad.
La investigación en la UNAM se ha desarrollado en los últimos años de manera enorme, es seguramente el centro de investigación más importante del país y la creación o descubrimiento de nuevos conocimientos no tiene bandera política; cuando se hace bien como en la UNAM, ni puede ser de derecha o de izquierda, liberal o conservadora. Como sus colaboradores siempre tienen que apoyar lo dicho por él, Claudia Sheinbaum salió a decir que los investigadores no debían olvidar que los recursos que manejan los investigadores son públicos, tanto como los que ella maneja en el gobierno de nuestra ciudad, cosa que ya todos sabíamos. La difusión de la cultura por parte de la UNAM lleva muchos años, siendo extraordinaria: tiene tres de las mejores orquestas sinfónicas del país; publica una gran cantidad de libros de todo tipo ‒la difusión puede ser su punto débil‒; cuenta con un sistema de teatros destacado y consolidado desde hace tiempo; tiene museos extraordinarios, uno de ellos inaugurado recientemente, y otro por inaugurar, una vez que terminen los aislamientos. Todo esto siempre al alcance de los alumnos, de los profesores, de los investigadores, de los exalumnos y, en general, de todo público. Sus bibliotecas son un valuarte para el resguardo y consulta de una obra importantísima. La máxima distinción que otorga la UNAM es el nombramiento de Doctor Honoris Causa, y como muestra de la diversidad en los últimos años algunos grandes escritores han recibido la deferencia: Mario Vargas Llosa y Leonardo Padura; de procedencia y tendencias no diría opuestas, pero sí diversas, y empatadas por la calidad de su obra, les fue conferido el doctorado.

El señor presidente tocó durante esta semana, también, la renovación de la concesión de Teléfonos de México a América Móvil, hizo diversas consideraciones que mucho halagaron a sus seguidores, pero que luego vimos que eran innecesarias porque la ampliación de la concesión está ya en proceso y no la va a otorgar el Poder Ejecutivo ‒ el IFETEL es el que debe hacerlo‒. Pero sus palabras revolucionarias, cercanas al pueblo, ocupan una o dos mañaneras.
Ya mencioné antes que de la comparecencia de Bartlett y las modificaciones a las leyes de energía no me puedo ocupar porque no las comprendo muy bien. Pero voy a hablar de la comparecencia del secretario de Salud, el Dr. Jorge Alcocer; por lo que se pudo ver, le fue muy mal con la oposición en la Cámara de diputados. Resalto que fueron muy groseros e impertinentes con él; no pudo explicar de manera clara ni la disminución de la cobertura sanitaria y menos las graves carencias en el abasto de medicamentos; sin embargo, cerca del final quedaron comprobados el poder y la fuerza del titular del Poder Ejecutivo. Alcocer es un médico muy bien formado, quien ha llegado a ser una autoridad en la inmunología no sólo de México sino del mundo; en PubMed aparecen 163 publicaciones en revistas muy importantes, es investigador nivel III del SNI, emérito, miembro de la Academia Nacional de Medicina, profesor muchos años en el pregrado y el posgrado. Ampliamente respetado, cuando menos hasta ahora, en ambientes asistenciales y académicos.
Pues bien, Alcocer, al final de su comparecencia y a las preguntas de la vacunación para Covid en niños dijo que no vacunaría a sus nietos y después aseveró que existiría el riesgo de que la estimulación pudiera conducir a una disminución de la respuesta inmune futura en los niños. Él sabe que esto no es verdad, hay vacunas que se aplican hace muchos años como la viruela en niños, y en adultos la poliomielitis, sarampión, rubeola ‒especialmente en niños‒ y nunca se ha encontrado que los niños tengan alteraciones inmunitarias futuras; en las más recientes rotavirus y hepatitis B no se consideró este riesgo porque no se ha demostrado.

Como un experto inmunólogo comete tales tropiezos por continuar las políticas de su jefe, pudo haber dicho que se estaba en espera de resultados observados en adolescentes, principalmente en niños, y que, de acuerdo a ello, se dictarían las políticas convenientes y se requerirán fondos presupuestales para solventar la vacunación, amén de las gestiones para conseguir las dosis. Algo parecido le sucedió a López-Gatell cuando dijo, ante la falta de uso de cubrebocas, que el presidente no era fuente de contagio sino ejemplo moral, y López-Gatell también es un profesional impecablemente formado que sabía que mentía.
El poder y la fuerza del presidente son innegables, si se usan adecuadamente pueden conducirnos a buen puerto, de lo contrario, al naufragio en medio de la tormenta.
Excelente opinión, sin duda no hay entendimiento de la función pública de la AUTONOMÍA de una Universidad que genera mucho para el país. Segundo me da la idea de su trastorno grave de la personalidad Cluster B y tercera que mal que los científicos se vuelvan políticos y olviden sus principios éticos y morales. Saludos
Muy gentil tu comentario