El próximo lunes 12 de julio, desde 1960, por Decreto Presidencial de Adolfo López Mateos, se festeja el Día del Abogado. Se originó por la petición del fundador del Diario de México, Don Federico Bracamontes.La historia también cuenta un papel importante, ya que fue precisamente el 12 de julio de 1553, cuando en el Virreinato de la Nueva España, se impartió la primera cátedra de Derecho, a cargo de Bartolomé de Frías y Albornoz. Son estas dos razones por las que se estableció el día para festejar a quienes se dedican a las Leyes.
La abogacía es de las carreras más reconocidas en el mundo, lamentablemente siempre ha estado sumergida en un mundo de corrupción y ocasionalmente ha servido para evitar injusticias.
La propia palabra abogado, causa temor, provoca miedo y total desconfianza. Por desgracia se debe reconocer que el actuar de los profesionales del Derecho, no siempre ha sido el adecuado. El abuso y el engaño han sido parte de su contextura, aunque insistimos, por momentos han dejado estelas dignas y han sido paladines para evitar infamias.
No se puede precisar el porcentaje de abogados deshonestos, pero de manera audaz puede señalarse que más de la mitad son pícaros, arbitrarios y corruptos; la ética no va de la mano de las actividades del jurista. En defensa, aseguran que cuando son poseedores de un secreto de sus clientes, no lo pueden divulgar, por tanto, defienden a culpables, o bien, encarcelan a inocentes; todo ello por el proceso mercantilista, esto es, estarán del lado de quien compra sus servicios. Este aspecto es cierto, pero no impide que se manejen con honestidad para con su cliente, ya que es lo criticable, que traicionen en muchas ocasiones a quienes los han contratado, o simplemente no sean cuidadosos con ellos.

El desprestigio en que se encuentran los abogados responde a la carencia de una colegiación obligatoria; cualquiera puede ser abogado, basta con cursar la carrera, que puede hacerse en cualquier modesta Institución, inclusive en las llamadas escuelas “patito”. Es bien sabido que los centros para estudiar diversas profesiones se han incrementado de manera impactante; en cualquier pequeño edificio, en ocasiones casas particulares, se establecen en forma por demás fraudulenta, “universidades” donde los estudios clásicos que ofrecen son Derecho, Contaduría y otras más de corte humanista, que en realidad lo que ofrecen son títulos “colorados“ sin sustento académico, graduando estudiantes sin los conocimientos requeridos, y así, sin más, obtienen una cédula profesional y se lanzan a las calles a prestar sus servicios. Tal parece que hay intenciones de proteger a esos falsos centros escolares que producen abogados sin la mínima ética y calidad profesional.
Es imprescindible la correcta capacitación de tan importantes profesionales; lo mejor es que se sometan a una colegiación obligatoria, esto es, sólo deben de actuar como abogados quienes formen parte y sean aprobados por un Colegio, mismo que ante la sociedad será garante. Este Colegio podrá expulsar de su seno a los abogados deshonestos y hasta podrá iniciar actos de carácter penal contra de impresentables. Insistimos, un Colegio único de abogados es esencial para garantizar un buen profesionista.
Por supuesto, los Jueces, agentes del Ministerio Público y funcionarios del ámbito de la justicia, también serían supervisados por el Colegio de Abogados, logrando la seguridad que tanto reclaman los particulares de tener justicia pronta y expedita. En tanto no se logre la colegiación obligatoria, definitivamente la sociedad no tendrá una mejor perspectiva y opinión del abogado, quien debe ser el profesionista más comprometido con la colectividad.
En el Día del Abogado debemos rendirle homenaje a quienes han hecho de su vida profesional un derrotero de decencia y honestidad. Para quienes han seguido las bases y principios de Cneo o Gneo Domicio Annio Ulpiano, jurista romano quien precisó que la justicia es la continua y perpetua voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde.

De toda la vida Ulpiano marca el camino de lo que debe ser un buen abogado. En la medida en que en una sociedad existan respetables y rectos abogados, esa colectividad tenderá al progreso.
La vida no puede conceptualizarse sin el Derecho; imposible que en una sociedad no existan reglas y éstas las hacen los abogados. Nótese la importancia de la función de un abogado. Es imprescindible recuperar a quienes deben lograr la grata convivencia y son nada menos que los profesionales del Derecho.
Insistimos, en el Día del Abogado, felicidades a quienes coinciden con Ulpiano y nuestro reproche a quienes denigran la más bella profesión, la más elocuente y benéfica.