Ha causado un gran revuelo la pesquisa a un grupo de científicos e investigadores por un presunto mal manejo y desvío de fondos públicos. En medio del ruido y acusaciones mutuas en todos los sentidos, se ha podido confirmar que treinta y un personajes de la ciencia se encuentran hoy sujetos a una investigación de la Fiscalía General de la República.
Se ignora como terminarán las indagatorias, pero lo cierto es que este caso ha provocado un enorme escándalo en torno al cual, se han pronunciado diversos sectores expresando su respaldo para quienes hace unos años dirigían la Asociación Civil denominada Foro Consultivo y Tecnológico, mismo que venía operando en gran medida con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).
Voces de diversas áreas han mostrado su preocupación y rechazo por considerar pudiera tratarse de una injusta persecución. El propio Presidente de la República en relación con los hechos, expresó su confianza a la aplicación correcta de la ley. Varios directivos de diversas instituciones educativas se han apresurado para respaldar a los investigadores, tal vez sin conocer a fondo el caso, pero lo evidente es que ya un juez negó la orden de aprehensión para los susodichos científicos.
La ley debe ser igual para todos y no debe darse trato especial absolutamente a nadie, sean científicos, investigadores o ciudadanos ordinarios. Manejar recursos públicos obliga a ejercer cuidadosamente las asignaciones presupuestales.
Dentro de los lineamientos de transparencia y rendición de cuentas, se precisa que sin ninguna canonjía, persiste la obligación de actuar con el debido cumplimiento de la ley. Lo cierto es que algunos directivos se consideran privilegiados y mantienen desprecio hacia las normas de transparencia y rendición de cuentas. De esta manera la inmoralidad y corrupción suelen darse en importantes centros de investigación y de carácter educativo.
En los ámbitos escolares se observan cotidianamente verdaderas mafias de poder, donde el tráfico de influencias, el amiguismo y componendas de otorgamientos y beneficios de todo tipo, provocan un repudio social. Lo grave es que existe una red de complicidad que origina la impunidad. La situación que se ha presentado en los científicos y académicos obliga a que en diversos centros educativos investiguen prerrogativas, tales como: otorgamiento de plazas, gastos superfluos, incumplimiento de obligaciones y sobre todo, lo que es más evidente, la constitución que se hace de fideicomisos. Por medio de ellos, sinvergüenzas directivos “hacen de las suyas”; a pesar de que la educación es gratuita, auténticamente “venden” títulos académicos y de los fondos, existe una actitud de cínica malversación.
La autonomía de organismos educativos no es razón para la corrupción, lamentablemente las auditorías resultan una farsa. La democratización de infinidad de Instituciones resulta inalcanzable; en este punto proliferan los hampones académicos, es claro que la lucha por ocupar una dirección educativa se vuelve “encarnizada”, porque al llegar a la misma, los negocios ilícitos proliferan, el tráfico de influencias es descarado, el otorgamiento de plazas con altos sueldos solo se otorga a los amigos y compromisos; el cumplimiento de las obligaciones académicas son excepcionales, el tener dos o más trabajos incompatibles es algo intenso y donde insistimos, las auditorías resultan nulas y quien se atreve a denunciar es motivo de ataques que muchas veces les obligan a renunciar o a desistirse; las mafias educativas donde directivos y personal docente de bajo nivel muestran su poder ilimitado, destierra a los buenos y capaces elementos.
Volviendo al principio de los treinta y un destacados científicos, debemos ratificar que como en todos los casos se debe respetar de manera absoluta el PRINCIPIO DE INOCENCIA hasta que se demuestre lo contrario; también es fundamental, respetar el debido proceso, teniendo pleno derecho a saber quién los acusa y por qué los acusa, y sin duda también presentar pruebas de descargo; esto es algo esencial y fundamental. Lo deseable es que todo sea transparente en tan difícil trance. Lo que es también cierto, tal y como se ha señalado, es que hay científicos de gran respetabilidad y otros farsantes y pseudocientíficos, donde abundan las conductas ilícitas, el descarado tráfico de influencias, el nepotismo y algo más grave, el que se constituyan verdaderas agrupaciones delictivas. Urge que las auditorias sean serias y profundas en todas las áreas de la ciencia, que se lleven a cabo con pulcritud y plena confianza en sus resultados. Nadie debe gozar de privilegios y la ley debe ser aplicada de manera absoluta.
Las ilícitas “hermandades” académicas deben desaparecer.
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