La censura y la Criminología Crítica: caso Cuitláhuac García
Roberto Ramos Erosa

La voz de un criminólogo

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Ni el gobierno del Tío Fide, ni el de Duarte, ni la monarquía Yunista, se atrevieron a silenciar al “politólogo incómodo”.

Imagen: Rob Dobi.
Imagen: Rob Dobi.

Lectura: ( Palabras)

Una de las peores acciones que puede llevar a cabo un gobierno que se autodenomina «democrático» es la de comenzar a coaccionar uno de los Derechos Humanos más fundamentales que gozamos: la libertad de expresión. «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no puede igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre», le decía Don Quijote a su leal escudero y no estaba nada alejando de la realidad: la libertad es lo que nos hace ser en todo el filosófico sentido de la palabra.

Pues parece ser que a la 4T no le está agradando mucho que seamos. La crítica a las barbaridades e imprudencias irracionales que realiza este gobierno morenista empiezan a incomodar, no sólo al presidente, también a dirigentes estatales como lo es el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García. Parece ser que el señor gobernador olvidó de donde emanó su popularidad política: precisamente de la crítica e incluso manifestación contra los anteriores gobiernos priístas. Sin embargo, ahora está molesto porque el criticado es él.

En este tenor, uno de los más reacios críticos (no sólo del gobierno morenista, sino de todo aquel gobierno que va en contra del bienestar social), el analista político Carlos Ronzón Verónica, fue silenciado y obligado a abandonar, una pequeña pero contundente sección que encabezaba los martes en el noticiero principal de Telever (axioma de Televisa). La semana pasada, el también profesor, anunció su salida de la sección, lo que provocó una generalizada reacción de molestia. Ni el gobierno del Tío Fide, ni el de Duarte, ni la monarquía Yunista, se atrevieron a silenciar al “politólogo incómodo” como es conocido popularmente, parece ser que, a pesar del salvajismo de sus gobiernos, aún tenían un poco de respeto por el fundamental derecho de la libertad.

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Cuitláhuac García Jiménez, político mexicano (Imagen: El Demócrata).

Carlos Ronzón siempre tenía otros datos: los verdaderos, infatigable perseguidor de la verdad, enemigo perpetuo de los gobiernos que mienten y engañan, su voz es la antorcha de la caverna, certera flecha que esquivó durante más de tres años los poderes fácticos y que sin temor alguno, llevó la verdad a miles de hogares, su trabajo era el de no dejar caer al pueblo en las artimañas de los gobiernos. Pero el gobierno se olvida de algo muy importante: la hegemonía mediática ya no les pertenece a los medios tradicionales, ahora el Internet –con su avasallador poder democrático–, es el que gobierna los procesos comunicacionales.

Llegados a este punto es importante señalar que este ardid del gobierno morenista, por tratar de callar la verdad, es un asunto que atañe al estudio o reflexión de la criminología crítica, pero antes trataré de poner en contexto a nuestro lector: ¿Qué es la Criminología Crítica? En palabras de Baratta:

“La criminología crítica trata de historizar la realidad comportamental de la desviación y pone de relieve la relación funcional o disfuncional con las estructuras sociales, con el desarrollo de las relaciones de producción y de distribución. El salto cualitativo que separa la nueva de la vieja criminología consiste, por tanto, en la superación del paradigma etiológico, que era el paradigma fundamental de una ciencia entendida, de modo naturalista, como teoría de las causas de la criminalidad. La superación de este paradigma conlleva, además, la superación de sus implicaciones ideológicas: la concepción de la desviación y de la criminalidad como realidad ontológica preexistente a la reacción social e institucional y la aceptación acrítica de las definiciones legales como principio de individualización de aquella pretendida realidad ontológica”.

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Carlos Ronzón Sevilla, académico y politólogo mexicano (Imagen: Expediente).

Lo anterior nos dice, en resumen, que es el Estado el que dicta y determina que es lo legal y que es lo ilegal y que para ello, durante muchos años hizo uso de la criminología positivista (ortodoxa) con el fin último de poder fundamenta un aparato legal y punitivo que se adhiriera a su política y a sus intereses. En el caso del «politólogo incómodo» el Estado, ese que por el momento le pertenece a Cuitláhuac García, decidió que la voz de Carlos Ronzón no podía ser legal, pero tampoco pueden alzar el dedo y señalarla como ilegal, por lo que a través de presiones cobardemente indirectas, lo obligaron a dejar su sección; la orden, dicen, vino de arriba, de la matriz Televisa. Esta pusilánime acción se asemeja mucho a la de los antiguos regímenes priístas. Al parecer Morena, no puede dejar atrás la herencia simbólica que le otorgó el PRI.

En conclusión, es imperante que la Criminología Crítica señale ésta y todas las atrocidades que comete, no sólo este gobierno, también de todos los que vendrán. Debemos entender que, como criminólogos, nuestro deber está –antes que nada–, con la sociedad, con la verdad y con la justicia. Si regresamos a los modelos ortodoxos de criminología, corremos el riesgo de justificar por acción u omisión el surgimiento de un gobierno tirano, como aquellos que abundaron en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo pasado. No necesitamos otro Pinochet u otro Videla, si López Obrador se auto consagra liberal, debe actuar como tal.


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