La zemiología es una corriente que nace de la criminología crítica y que está enfocada en el estudio del daño social. Esta rama no busca de manera tradicional las causas del crimen como lo pretende hacer la criminología ortodoxa, más bien se enfoca en los sistemas de acción que reiterativamente han provocado daño en el tejido social, generando condiciones de exclusión, desigualdad, deterioro ambiental, racismo y pobreza. Todas las anteriores son formas de violencia que engendran más violencia. Su producción se gesta no sólo en el seno del poder político en turno, también se origina en interior de grandes compañías transnacionales: bancos, petroleras, medios de comunicación masiva, etcétera.
Aclarado el punto anterior nos queda una última interrogante por responder: ¿Qué es ser criminólogo en México? Posiblemente la respuesta es más complicada de lo que parece. Esto se puede deber a que cada criminólogo en México experimenta y vive su propia realidad. Mientras que en el norte del país la oferta laboral no sólo es más amplia, también está mejor pagada, en el centro y sur del país la cartera laboral disminuye radicalmente, así como los sueldos.
La criminalidad también se muestra diferente en cada región del país, los fenómenos violentos son variados, la situación política, social, religiosa, cultural, laboral y hasta mediática de cada estado es diferente. Sí, se guardan similitudes, pero tienen sus puntos característicos. Con esto no quiero ahondar en burdos sentimientos regionalistas que exacerban de manera irracional las propiedades positivas de cada estado, sin duda en México el variado folclor que se encierra en cada una de sus tierras es lo que lo hace un gran país. Lo que quiero es enfatizar que la variedad de realidades que puede vivir un criminólogo imposibilita una definición común de lo que implica ejercer esa profesión en México.
Pero con todo y el abanico de realidades que poseemos y que pueden enriquecer nuestra definición, también es menester mencionar que hay similitudes en cuanto a nuestra condición laboral, académica y social. La esfera laboral ya la hemos atendido más arriba. Por otra parte, tanto académica como socialmente, nuestro reconocimiento ha sido paulatino y confuso. Influenciada en gran medida por los medios de comunicación masiva, la sociedad ha confundido nuestro objetivo, nuestra función y nuestras labores; esto porque nuestra profesión se ha visto representada gráficamente como un criminalista, por lo que nuestra esencia ha sido incorrectamente ligada al crimen y a la medicina forense.
A la academia se le ha dificultado abrirnos espacios, no sólo estudiantiles, de reflexión y de debate, también laborales. La academia ha sido incrédula respecto a la existencia de la criminología; apelando a la tradicional óptica del derecho penal no distinguen los límites epistemológicos de la criminología (¿existen?) y, por consecuencia, las puertas no se abren o lo hacen con recelo. Por otra parte, en el sector privado el florecimiento de numerosas universidades de criminología responde a la lógica del morbo- mercado, sin embargo, se vuelve a caer en el mismo error: la confusión. Por esa razón muchos alumnos abandonan la licenciatura, ya que sus sangrientas y sádicas expectativas no se ven correspondidas. Creo que también conviene hacerse la siguiente pregunta incómoda: ¿Está todo bien con la salud mental de aquellos que buscan en la criminología muerte y sangre?
Si bien las realidades que nos rodean son diferentes y cada criminólogo las percibe y las vive a su manera, podemos decir que las dificultades que hemos experimentado son las mismas. Conforme nuestra disciplina ha ido creciendo y ha sido aceptada, estas dificultades se van diversificado, pero, en un origen, todos experimentamos los mismos problemas, y tal vez eso nos une como criminólogos. Sin embargo, lo que más nos acerca como colegas y como gremio, a pesar de cualquier diferencia y de cualquier especialidad que se profese, es que todos tenemos la voluntad de superar esas dificultades y, sobre todo, de reconstruir la sociedad buscando reducir la violencia y generando paz, siempre con el propósito firme de promover la prevención.
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