Criminología crítica: ampliaciones de mandato, militarización y el padrón nacional de usuarios de telefonía móvil
Roberto Ramos Erosa

La voz de un criminólogo

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La criminología crítica ve con peligro todas estas acciones que poco a poco se han integrado a este gobierno y advierte que la reformas que buscan ampliar están conduciendo a México a un estado cada vez más peligroso.

Imagen: Cuartoscuro.
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Hace algunos días, la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular la llamada “Ley Zaldívar”. La controversia emana únicamente del transitorio décimo tercero, y es que éste específica de manera muy precisa: la ampliación de mandato por dos años del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El anterior no es el primer intento en el gobierno del presidente López Obrador de ampliar un mandato, es pertinente recordar que el año pasado, la misma corte que hoy ve beneficiada la figura de su presidente, rechazó la “Ley Bonilla”. Dicha ley planeaba ampliar el mandato gubernamental en Baja California de dos a cinco años, lo que resultó, en voz de Arturo Zaldívar, un “fraude constitucional”.

Con todo lo ya mencionado, nos encontramos ante la segunda ocasión que el actual gobierno intenta ampliar un mandato, obteniendo un resultado esta vez exitoso. Las alertas se encienden de nuevo. De intentarse otra ampliación más, ¿cuál sería? Porque al parecer el gobierno obradorista percibe al tiempo y al poder como algo muy relativo, que por consecuencia es menester controlar y el control se manifiesta en proponer una reforma ampliatoria por año.

Aunque López Obrador dice ser un liberal, un ferviente creyente de la democracia, ha mencionado frente a los medios, más de una vez, que la reelección no es el camino que va a tomar; porque para él es inevitable no pensar que en algún momento la ampliación de su mandato será la única opción para “salvar a México” de la terrible mafia que lo ha asediado por años.

A todo esto, también se suma la cercanía que su gobierno ha mantenido con las fuerzas militares, desde la creación de la Guardia Nacional que implica la militarización de la seguridad pública, pasando por la militarización de aduanas, el aeropuerto Felipe Ángeles, hasta la protección e implementación de la estrategia de vacunación por parte de las fuerzas armadas.

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Imagen: Eiko Ojala.

La criminología crítica ve con peligro todas estas acciones que poco a poco se han integrado a este gobierno y advierte que la reformas que buscan ampliar, aunado a la cercanía del Ejecutivo con las fuerzas armadas, están conduciendo a México a un estado cada vez más peligroso. Pero no, no es porque vayamos a convertirnos en Venezuela, ni que estemos en una dictadura militar –los medios de control contemporáneos ya no orillan a los nuevos Estados al uso desmedido y represor de la fuerza–, sino por el peligro silencioso –aunque no tanto– de tener a los militares en la calle; ya he escrito con anterioridad sobre las violaciones a los Derechos Humanos por parte de los ya mencionados y de la Guardia Nacional.

Otro atisbo más que deja en claro la obstinación del Estado obradoriano por querer mantener control de la población, es la aprobación por parte de las Cámaras, del Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (PNUTM), lo que representa una grave violación a la intimidad de todos los usuarios de telefonía móvil, ya que será obligatorio a todo aquel que tenga una línea prepago o postpago, otorgar datos biométricos como: facciones del rostro, tono de voz, huella dactilar, iris y firma. Insoslayablemente este nuevo y polémico padrón trae consigo dos graves peligros: el control poblacional que el Estado ejercerá sobre sus gobernados, y el riesgo perpetuo y latente de que nuestros datos sean vulnerados por hackers. Ojo, no estamos hablando de datos personales corrientes como nombre, correo o teléfono, sino de datos antropométricos y hasta fonéticos que pueden comprometer nuestra integridad física. 

En todas estas últimas acciones que el gobierno ha emprendido, la criminología crítica vislumbra la construcción de un evidente camino que no sólo podría atentar contra aquel principio que declaró Madero de “Sufragio efectivo no relección –no ampliación, en términos modernos–”, también se constituye la reiterativa vulneración a los Derechos Humanos por parte de las fuerzas armadas.

Pero la misma crítica que la criminología lanza contra el gobierno, la hace contra la sociedad en general, pues una gran mayoría muestra un marcado desinterés sobre las cuestiones políticas que asedian al país y sólo una minoría ha señalado las posibles consecuencias que conllevan todas estas estrategias políticas. El silencio nos puede destruir.

En este sentido, conviene que la criminología crítica recupere su voz y reafirme su importancia para la sociedad, ya que como cualquier especialidad criminológica, ésta tiene el objetivo principal de prevenir, y atendiendo con urgencia el caso de la República Mexicana, aún estamos a tiempo de salvar a la democracia, a la sociedad y nuestra integridad.

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