La pandemia ha causado graves problemas a las economías de todos los países y ahora vemos que pese a contar con varias vacunas probadas y aprobadas, el virus ha cambiado o mutado, con la aparición de otras cepas y propiciando más obstáculos en muchas naciones que creían tenerlo controlado. Está el caso de la India, que apena y desgarra ver la cantidad de fallecimientos que han alcanzado, imponiendo récord cada día, más de 4,000 decesos, y que parece al momento, incontenible. Esperemos de verdad que pronto logren estabilizar el avance de esta pandemia y cuenten con la cantidad suficiente de vacunas para ir tratando de desvanecer o mitigar sus efectos, hasta lograr controlarla y superarla.
Hemos sido testigos –sobre todo en las redes sociales– cómo la gente ha festejado la reapertura, haciendo fiestas en algunos casos sin ninguna protección, volcándose a las calles, los restaurantes, los bares –principalmente en España e Italia–, cuando lograron obtener sus vacunas. Ojalá que estas acciones no traigan una sobrecarga de infectados que obliguen a las autoridades de salud a tomar nuevamente medidas extremas para pararlos.
Lo que resulta preocupante es que en la mayoría de los países que ya han vacunado a su población con las dosis necesarias (dos en todo caso, para los adultos mayores, el personal médico, y que empiezan con las personas de 50 a 60 años), siento que han o están bajando la guardia, pues piensan que con esa vacuna ya son inmunes, lo cual aún no está del todo comprobado, de manera que puede repercutir en un rebrote inesperado, obligando nuevamente a otro confinamiento. Desde luego, ninguna economía lo soportaría, el daño sería mayor e irreparable, poniendo en el filo de la navaja a todo el mundo y no habría dinero suficiente para solventarla; ojalá todos hagamos conciencia y sigamos cuidándonos los unos a los otros, promover la sana distancia y el uso imprescindible del cubrebocas, el cual siento que llegó para quedarse.
¿Quién se habría imaginado entrar a un banco con la cara semitapada? Ni en las películas más futuristas se habría tocado este tema de esa manera. Por lo tanto, debemos seguir cumpliendo con todas las medidas necesarias de prevención para evitar a toda costa una nueva ola de contagios, que sería fatal y nos llevaría a un caos económico-social que nadie desea o soportaría.
Pero algo que tal vez no se ha notado o contabilizado, es lo que hay detrás del efecto de reclusión de la humanidad. Lo explico mejor con las siguientes preguntas: ¿Cuántas personas han dejado de acudir a hacerse exámenes médicos?, o ¿cuánta gente ha suspendido tratamientos en los hospitales o laboratorios por miedo a ser contagiados? Creo que la respuesta es muy amplia, es decir, no sabemos si por ese miedo hay o hubo lamentables defunciones, las cuales definitivamente no fueron contabilizadas por COVID-19, sino por la propia enfermedad o desconocimiento de un padecimiento que desencadenó o aceleró la enfermedad de forma fatal. No creo que exista registro de ello, ya que si bien hay muchas actas de defunción atribuidas a influenza u otro tipo de neumonía atípica, las mismas son consecuencia de esta pandemia, aunque no sean resultados del COVID-19 directamente, éste sí detonó varias muertes.
Considero que estamos muy lejos aún de cantar victoria, no sabemos cuánto tiempo más nos llevará regresar a una supuesta “normalidad”. Definitivamente los trabajos de oficina serán híbridos, esto es, uno o dos días presenciales y los demás, trabajo desde casa; obviamente no será así con el comercio, las tiendas departamentales, los hoteles, los restaurantes, ni con las fábricas de todo tipo, ya que en tales casos sí seguirán operando de forma presencial, pero con medidas estrictas de sanidad y sana distancia, comprobando con pruebas rápidas que no haya personas enfermas o trasmisores de COVID-19.
Habrá o continuará el tráfico moderado al no tener que desplazarse por la mañana, tarde–noche, se buscará seguir con los ahorros por parte de las empresas al reducir los espacios de oficinas al mínimo indispensable. En fin, me parece que todos estos cambios no pasarán desapercibidos y tendrán su efecto en la sociedad.
Y como siempre, al final, ustedes tienen la última palabra. Nos seguimos leyendo.
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