Como es bien sabido por todos, nuestro país no es un ejemplo de cómo tratar una pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de Salud (OPS) nos han señalado como muestra de lo que no se debe hacer, pese a que el gobierno y las autoridades de salud digan lo contrario o, como ya es costumbre, tengan otros datos.
La sociedad entera está muy preocupada, ya que esta variante Delta es mucho más contagiosa. Hoy tenemos cifras récord de adolescentes y niños contagiados, saturando los hospitales; el país está prácticamente en rojo según datos del INEGI (visualizador analítico); por tanto, ¿bajo qué condiciones el gobierno puede decir que llueva, truene o relampagueé, habrá clases presenciales? Creo que antes de tomar una decisión al respecto hay que revisar ciertas consideraciones.
Sabemos que no nos destacamos por respetar las indicaciones, sean las que sean, es más, por regla general comúnmente hacemos lo contrario a lo que nos solicitan. De ahí que no podemos garantizar una sanitización adecuada en los planteles y mucho menos que se haga todos los días o varias veces durante el mismo.
No hemos educado adecuadamente a nuestros niños, jóvenes, a utilizar el cubrebocas. En algunos casos (los más pequeños de edad), quizás sea la primera vez que los utilicen; así que ¿quién nos garantiza que realmente los protegerán?, finalmente son niños, y hasta estoy seguro de que hasta habrá algunos que intercambiarán sus cubrebocas por ser más llamativos, con el inminente peligro de contagio, o lo saturarán de baba o sudor, evitando con esto que los protejan.
¿Quién nos garantiza que habrá sana distancia entre ellos, si después de no verse durante tanto tiempo lo único que querrán será jugar y divertirse en los recreos, exponiéndose unos a otros a contagios?
Si alguno de ellos es asintomático, contagiará a todo el grupo en el que esté, y tal vez propagará el virus a otros salones; y cuando se note ya será muy tarde.
No estoy seguro de que cada plantel cuente con una enfermería en la cual exista un médico preparado para distinguir síntomas y tomar acciones.
Me parece que no es hora ni tiempo de reabrir los planteles y exponer a nuestra niñez a sufrir este terrible virus del Covid que ya tiene a cuestas centenares de miles de penosas defunciones, ¿para qué exponernos a una escala mayor, pero ahora con infantes?
Desde la óptica gubernamental no hay problema, dicen tener la situación controlada, pero recordemos cuando López-Gatell afirmó que para mayo del año pasado la pandemia estaría controlada, que un escenario catastrófico de defunciones serían las 60,000, y hoy con datos del periódico Reforma –que son supuestamente los oficiales– llevamos 492,664 con un promedio de 500 más al día, aunque las cifras no confirmadas de otros medios de comunicación indiquen que estamos cerca o rebasamos las 700,000.
¿Para qué arriesgarse? El mismo gobierno ordena que se reanuden las clases presenciales y se abran las aulas, pero hacen firmar una responsiva a los padres de familia por si algo llega a pasar. Pero ¿no debería ser al revés?, ¿que el gobierno entregara la responsiva y se hiciera cargo de cualquier cosa que saliera mal? Si están tan seguros de este regreso a clases, ¿para qué pasar la responsabilidad a otro? ¿Qué opinan?
Nos seguimos leyendo…
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