Satisfacción
Jutta Battenberg

Espiritualidad Sin Fronteras

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El conocimiento humano es un proceso que nunca termina, pues jamás se podrá agotar totalmente el misterio de la existencia.

Lectura: ( Palabras)

En otros escritos ya se ha hablado del tema de las necesidades, de los tipos de necesidades que hay y de su función para la supervivencia y plenitud humana. Sin embargo, al igual que muchas otras cuestiones, este aspecto específico de la realidad siempre puede profundizarse para encontrar matices desapercibidos con anterioridad o indebidamente analizados.

En efecto, el conocimiento humano es un proceso que nunca termina, pues jamás se podrá agotar totalmente el misterio de la existencia. Por ello, el seguir explorando y reflexionando acerca de lo ya sabido proporciona mejores explicaciones y comprensiones de la realidad cuyos frutos son mejores condiciones de vida para uno mismo y para las y los demás.

En el caso de la satisfacción de necesidades conviene reconocer, así como identificar, que tiene diferentes intensidades y, al mismo tiempo, deja distintas sensaciones en la persona sin que exista obligatoriamente una relación directamente proporcional entre estas dos variables, pero que si es conveniente valorar ambos aspectos para reconocer hacia donde dirigen la vida de la persona.

Ciertamente, la intensidad suele ser muy atractiva y genera en la persona una energía especialmente hechicera que provoca frecuentemente un deseo de permanencia mayor al que de suyo proporciona; sin embargo, también hay satisfacciones que se manifiestan de una forma suave, sutil, discreta y no por ello menos valiosa.

La intensidad, de suyo, es menos importante que la sensación posterior que mueve hacia la inquietud o hacia la paz, pues si bien la persona siempre busca su bienestar, frecuentemente es incapaz de identificarlo plenamente y se enreda en cosas, situaciones y personas que considera indispensables en su existencia sin reconocer que los verdaderos placeres son simples y se pueden compartir.

La inquietud que queda después de contactar con algún satisfactor puede estar señalando que está ocultando otra necesidad, que la reconoce como inadecuada o que hay incapacidad para soltar la experiencia, como si fuera la única que es capaz de causar felicidad. Esto impide descubrir el bienestar que produce la propia libertad, así como el dejarse fluir en la vida.

Ahora bien, la paz, la armonía y la tranquilidad son señales inequívocas de que los deseos que nos mueven y las vías que empleamos para satisfacerlos corresponden verdaderamente a la vía que nos lleva a humanizarnos y a la plenitud.

En efecto, en todos los tiempos, por razones internas y externas en las personas aparecen impulsos y/o motivaciones hacia buscar ciertos satisfactores que nos alejan de la Verdad, entendiendo esta como el camino que lleva a la armonía interna y externa. Es decir, más allá de discursos moralista, que pueden estar matizados por condicionamientos prejuiciosos o cuyo interés es someter, explotar o eliminar la capacidad de reflexión, así como voluntad personal.

Algunos de estas motivaciones y conductas conectan con el aspecto destructor hacia uno mismo o hacia los demás presente en todos los seres humanos que englobamos en el concepto mal frecuentemente difícil de identificar. De aquí la importancia de aprender a reconocer las sensaciones propias, no solo las inmediatas, de dirigir las preguntas correctas hacia uno mismo, de cuestionar los argumentos y las creencias del entorno y de reflexionar para reconocer verdaderamente hacia dónde se está dirigiendo la propia vida.

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