El misterio del mal (Parte 2)
Jutta Battenberg

Espiritualidad Sin Fronteras

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Evitar la presencia del mal de forma absoluta y definitiva es una fantasía, legítimamente deseada, pero operativamente imposible.

Lectura: ( Palabras)

El texto anterior estuvo relacionado con el mal que se ejerce, este se orienta hacia el mal que se recibe, del cual se es más consciente y que frecuentemente solo se comprende por la persona afectada o por quienes juzgan la situación desde la posición de víctima.

Ciertamente en el mal que se recibe hay un victimario ejecutor; sin embargo, no es el único agente, este requiere forzosamente de la participación de la víctima para poder llevar a cabo de manera completa su objetivo. Esta comprensión de ninguna manera exime, disculpa o des responsabiliza al agresor, ni tampoco pretende revictimizar al agredido, pero si aumenta el nivel de comprensión de la dinámica inter relacional y empodera a las personas para enfrentar aquellos males que pueden evitarse o disminuir el efecto destructor de los eventos.

Por ello, con relación al mal que se recibe, es indispensable considerar siempre su posibilidad para proteger de la mejor manera asequible las áreas vulnerables. Esto implica una continua mirada analítica de las personas y entorno, así como una auto-observación constante que lleve a la profundidad de las motivaciones que dirigen las explicaciones de la realidad y de lo que se espera de ella para reconocer las fantasías que la rodean y hacen perder objetividad.

Efectivamente, muchos de los males que pueden ser evitados o contenidos provienen de visiones idealizadas y/o fantasiosas que impiden, por un lado, considerar las áreas vulnerables de la propia existencia y, por el otro, contemplar las visiones, tentaciones y deseos de otros que pueden afectar el propio bienestar.

Así el mal, que afecta, no solo está en el agresor, sino también en la víctima misma disfrazado de ingenuidad, confianza, apertura.

En ese sentido, es fundamental considerar la imposibilidad propia de controlar las consciencias y la voluntad ajenas, para destinar la inteligencia y la energía propia en proteger la propia vulnerabilidad. Aspecto que al ejercerlo con lucidez, no afecta ni impide el desarrollo de relaciones y asociaciones sanas y nutricias y sí protege frente a situaciones premeditadas o fortuitas que atentan contra la propia plenitud.

Una vía eficaz para comprender la realidad es analizar no solo las experiencias propias, también son una importante fuente de sabiduría las ajenas, para aprender y ampliar el horizonte de entendimiento.

Evitar la presencia del mal de forma absoluta y definitiva es una fantasía, legítimamente deseada, pero operativamente imposible. Es necesario considerar que el tiempo, las personas y las prioridades cambian, y que si bien el futuro es incierto, si hay maneras de mirar más allá para prever diferentes escenarios de riesgo.

Aceptar la existencia del mal y la posibilidad de ser afectados personalmente por él faculta a la persona para buscar vías pertinentes para contenerlo y evitar al máximo sus efectos perjudiciales en la propia existencia. El estar coexistiendo con las diferentes manifestaciones del mal, lejos de inhibir la existencia, es un área de oportunidad para descubrir la extraordinaria inteligencia, el gran poder y la inmensa fortaleza existente como condición de posibilidad en todo ser humano que espera salir a la luz para desplegarse en todo su esplendor en favor de sí mismo y de los demás.

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