La realidad de las luciérnagas.
Gonzalo Sánchez de Tagle.
Textofilia, 2021.
¿Por qué escribimos?, se preguntaba Diego de Ybarra, escritor y amigo de Gonzalo Sánchez de Tagle. ¿Será para que cuando vayamos a un bistró en París nos saluden diciendo: “Buenos días, señor escritor”? ¿Para qué sentarse horas frente a un papel o una computadora, sabiendo lo difícil que será encontrar una editorial, esperar la respuesta y, más adelante, las correcciones, la distribución y, lo peor, a los lectores? ¿Por qué dedicarle tanto tiempo a un oficio solitario y muchas veces malagradecido? He tenido la suerte de acompañar a Gonzalo Sánchez de Tagle en una parte de su proceso como escritor. Leí sus primeros poemas y luego sus libros publicados. Cuando llegó a mis manos La realidad de las luciérnagas supe por qué escribe Gonzalo; el desarrollo de su literatura habla por sí mismo. Lo hace porque el escritor en su interior se lo exige. Lo que transmite necesita ser leído.
El cuento La realidad de las luciérnagas es un buen ejemplo de la originalidad del libro. El argumento, muy divertido, por cierto, parece absurdo. “Los científicos han comprendido la existencia física de las luciérnagas”, empieza. “Sin embargo, para los filósofos es un área de investigación y análisis recién descubierta”. De aquí se desprende una absurda discusión sobre la realidad de estos pequeños escarabajos luminosos. En ella intervienen relativistas, escépticos y ausentes (que están presentes, obviamente), entre otros pensadores reunidos en torno al importantísimo tema acerca de la luz y la oscuridad en que viven de forma alternativa las luciérnagas. Cuando llegamos a la conclusión, después de haber sonreído con cierta condescendencia ante la necedad de los filósofos, Sánchez de Tagle nos sorprende con un final que nos hace replantearnos si la discusión era tan absurda como creíamos. Entonces, en lugar de sonreír, abrimos y cerramos los ojos o, si es de noche, encendemos y apagamos la luz. Los filósofos no estaban locos del todo…

Luz y oscuridad, vida y muerte, el suicidio como una alternativa liberadora y el destino que llega a dejarnos claro quién manda. Dios y el Diablo, la dualidad. El ser y el no ser. Con sentido del humor y palabras precisas, Gonzalo navega por las preguntas que la especie humana se ha formulado desde que adquirió la capacidad de razonar. A través de las páginas del libro, veremos a frailes dispuestos a matar a quien se niegue a compartir sus creencias sobre un dios paradójicamente misericordioso, a misioneros de buena voluntad o a quienes inventan sin el menor escrúpulo leyendas en nombre de Dios; conoceremos una versión distinta de cómo fue engendrado Jesucristo (los que nacimos católicos y supersticiosos, nos persignaremos tres veces ante la irreverencia.) Los dioses griegos tampoco se escapan de la agudeza de Gonzalo… como a cualquier dios, a ellos también les encanta el poder y si los hombres se creen libres de sus designios, los cuentos de La realidad de las luciérnagas, les tiene noticias.
¿Qué significa ser y qué implica estar vivos? ¿Qué nos separa de la muerte? ¿Es el mundo como lo percibimos? ¿Cuál es nuestro lugar en él? ¿Qué papel ha jugado la religión a lo largo de la historia? ¿Se puede vivir sin mitos y sin leyendas para contener nuestras incertidumbres? ¿Por qué nos aferramos a la vida? Si esperamos encontrar respuestas a estas dudas, estamos frente al libro equivocado. Lo que encontraremos es material para nuevas discusiones. Gonzalo Sánchez de Tagle no pretende dar lecciones. Por fortuna, sus cuentos carecen de moraleja. Porque de eso se trata la literatura. De entregarse. En el momento en el que una obra sale al público, deja de pertenecerle a su autor. Serán otros quienes la juzguen. Otras mentes, con otras experiencias de vida, quienes la acaben de desarrollar.

Al terminar el cuento sobre la realidad de las luciérnagas, me imaginé a las palabras presas en su tinta negra, esperando a algún curioso que las despertara de su letargo en el papel. Alguien que las liberara de su fijeza y les diera un sentido. Solas detrás de las tapas que las apresan, no significan nada. Es al entrar en el mundo de las ideas, el intangible, en donde cobran vida. Seguramente Gonzalo cree haber escogido a los símbolos en forma de letras para transmitir sus ideas. Yo tengo mis dudas. A lo mejor fue al revés y las palabras lo utilizan a él como a un vehículo para cobrar vida y viajar más allá del presente. O quizás sea yo la que se dejó influenciar por impresiones que se quedaron en mi mente después de acabar el libro.
Cada cuento del libro tiene un estilo propio, acorde al tema. Lo que la hormiga roja construyó retoma formas de la poesía náhuatl; en El perfil de la libélula el lenguaje es el de la literatura erótica, la seriedad de La brevísima historia del antebrazo se ajusta, por oposición, con lo humorístico del cuento. En cuanto a la sobriedad de El gran engaño a los cristianos, resulta perfecta para elucubrar sobre la relación de Milton con Dios y con el Diablo. Estos son ejemplos de la versatilidad de la escritura de Gonzalo Sánchez de Tagle, un escritor joven cuya trayectoria vale la pena seguir.