La inteligencia espiritual se encuentra en la base de las otras inteligencias, como tal, desarrolla áreas humanas específicas en las cuales se encuentran sus poderes, a saber: el autoconocimiento, el humor, la ironía, el asombro, el gozo por lo estético, la búsqueda de la sabiduría, la capacidad de distanciamiento, la facultad de valorar, la búsqueda del sentido, la elaboración de los ideales de vida, la auto-trascendencia, la superación de la dualidad, el sentido de pertenencia al todo, la llamada interior, el preguntar último, el sentido del Misterio, la capacidad de religación y el poder de lo simbólico.
Si bien son habilidades propias del ser humano que, por el simple hecho de serlo, las posee, necesitan desarrollarse intencionalmente para compensar por un lado la falta de instinto y por el otro para satisfacer su anhelo de existir.
Efectivamente esta carencia de instinto, que lleva a reaccionar frente a la vida por medio de un programa previamente establecido, y la capacidad de darse cuenta de que se está existiendo, son las dos grandes características que diferencian al ser humano del resto de la creación que, si bien son un gran regalo, implican también un reto a resolver por medio de los poderes que le proporciona la inteligencia espiritual.
Así, el autoconocimiento es el principio fundamental para una existencia plena y con sentido porque permite reconocer los criterios que la persona aplica para interpretar y enfrentar la realidad, además de fortalecer esos criterios si su vida es satisfactoria, o modificarlos cuando son fuente de sufrimiento. En este proceso el humor y la ironía permiten suavizar los aspectos complicados y oscuros de sí mismo y de la realidad.
Para mantener el ánimo por la existencia, el asombro y el gusto por lo estético son las dos cualidades que emocionan y alegran; que hacen vibrar el corazón e impulsan la búsqueda de la sabiduría para dar razón de la existencia.
La capacidad de distanciamiento facilita alejarse de los acontecimientos internos y externos para apreciarlos mejor y junto con la facultad de valorar, jerarquiza adecuadamente los diferentes aspectos y opciones de la vida para reconocer el efecto en la propia existencia y en la de los demás; para aprender a priorizar lo eterno de lo efímero, lo fundamental de lo periférico, lo constructivo de lo destructivo, lo verdaderamente valioso de lo banal.
La búsqueda de sentido permite la elaboración de ideales y la auto-trascendencia para dirigir su vida hacia horizontes de esplendor que proporcionan al ser humano razones para vivir, hacen su existencia valiosa y superan la individualidad egocéntrica y egoísta.
La superación de la dualidad facilita integrar realidades internas y externas, borra las divisiones que separan, despierta el sentido de pertenencia al todo, y con él, el impulso hacia el bien común.
La persona al escucharse percibe la llamada interior que le lleva al preguntar último, reconocer el sentido del Misterio, ejercitar la capacidad de religación consigo mismo con los otros y con lo Otro, y a expresar la maravilla de su existencia a través del poder de lo simbólico.
Los poderes de la inteligencia espiritual son un don ya recibido, son una condición de posibilidad a desarrollar por todo ser humano. Solo requieren de la intencionalidad personal para su despliegue y de la constancia para su fortalecimiento. Son independientes de cualquier tradición filosófica o religiosa, pero en muchas de ellas encuentran vías concretas para ser explorados y cultivados.
Los poderes de la inteligencia espiritual son las herramientas que impulsan la existencia humana hacia el gozo y la plenitud de existir.
Referencias:
- Francesc Torralba. Inteligencia espiritual. España: Plataforma, 2019.
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