Durante más de un año, hemos padecido en todos los ámbitos los efectos nocivos de la pandemia; por supuesto siempre hay sinvergüenzas que se benefician con la desgracia ajena, donde se encuentran nosocomios privados, agencias funerarias y la industria farmacéutica, sin duda depredadores del pueblo.
La economía del país mantiene un retraso preocupante; gran diversidad de sectores productivos han entrado en crisis y lamentablemente carecemos de un plan serio para reactivarlos, más cuando no hay perspectivas, ni lejanas, para que el terrible mal concluya. La esperanza de las vacunas estimula, constituye una alternativa, pero siendo realistas, su eficacia es cuestionable, ni siquiera su duración está prevista.
Dentro del drama que vivimos, se encuentran las áreas escolares. Las instituciones en todos los niveles trabajan a través de medios electrónicos, donde lamentablemente no se abarca la totalidad de alumnos, así, gran cantidad de ellos en niveles básicos, no reciben enseñanza, al carecer de aparatos adecuados, además de que la ausencia de Internet es cotidiana; la conflictiva en los hogares se ha vuelto sumamente cruel, insistimos, las expectativas para superar las dificultades se vuelven inalcanzables. Millones de pupilos se han mantenido ajenos al aprendizaje. La opción de usar la televisión para instruir, es un fracaso. El tiempo avanza y nuevos educandos ya perdieron el ciclo escolar, pero la mentira se utilizará para otorgar aprobaciones sin seriedad.
En el nivel superior, la problemática también es alarmante, infinidad de jóvenes han dejado de estudiar y los que continúan carecen de condiciones óptimas. Solo una minoría privilegiada mantiene resultados satisfactorios.
Particularmente en la educación primaria y secundaria, se ha marginado la opinión y apoyo que pueden ofertar los Docentes, quienes no han sido tomados en cuenta, siendo sin duda que podrían ser los mejores y más indicados para buscar soluciones de diversa naturaleza, dependiendo la ubicación de los planteles; ha sido un grave error tratar de eliminar a los maestros y sustituirlos por la televisión. Aún es tiempo de retomar el camino, donde estamos ciertos, se darán mejores aspectos. Entendamos que la socialización del alumnado resulta esencial, de ahí que deberá valorarse y retornar a los planteles de manera ordenada, tal vez en grupos pequeños, en días alternados, pero todo bajo la dirección y supervisión de los educadores, tomando en cuenta las peculiaridades de cada plantel de las distintas zonas del país.
En tanto se tomen buenas y adecuadas medidas escolares, se lograrán mejores panoramas para todos los campos productivos del país. La escuela ha sido y será un detonante para regresar a la normalidad, con los indispensables y esenciales ajustes; no debemos olvidar que el mundo ya empieza a ser distinto a lo que tuvimos.
Cuando volvamos a ver las sonrisas de niños y jóvenes, la alegría de volverse a encontrar con sus profesores y compañeros, todas las precauciones a partir de ello, presentarán adecuadas opciones y mejores matices para un buen resultado.
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