La lógica del triunfo es paradojal; lo que en un momento puede aparecer como una victoria aplastante, puede quedar hecha añicos si no se logra pensando, en profundidad, en el contexto presente y, sobre todo, en las repercusiones a futuro. La psicología del que busca ganar a toda costa, se asemeja mucho a la del ludópata, al del que piensa en la euforia del momento antes que en resultados reales.
La adrenalina del ganador irreflexivo se encuentra en ese estado mental, o anímico, para ser más exacto, en que se experimenta una sensación generalizada de júbilo, placer y excitación. Euforia que es adrenalina y desborde, confianza y optimismo, esperanza y proyección, mucha proyección. El ganador temporal funde en un mismo relato, en un mismo sueño, sus ansias por lograr que el peso del pasado se difumine, que el presente se haga más soportable y el futuro parezca en verdad posible.
Pero con el paso del tiempo, las victorias que no se construyen sobre una estrategia robusta y bien planificada se transforman en episodios breves de alegría, que son siempre aplastados por la “vuelta de mano” que no se previó. Como se sabe, el derrotado, cuando ya no se tiene mucho más que perder, puede contratacar con un plan minuciosamente diseñado, al que le agrega ferocidad y valentía, la historia está plagada de ejemplos de ello. Así los éxitos producto de situaciones fortuitas, antes que, de planes bien diseñados, terminan siempre desdibujándose y perdiendo sentido.
Los verdaderos logros se edifican sobre pilares sólidos, no sobre voluntarismo o celebraciones que festejan el caos o el derrumbe en el que se encuentra el adversario. Los éxitos perduran y se consolidan cuando se entienden como procesos de largo aliento en los que, antes que ganar, se busca construir, con grandes mayorías, pactos sociales macizos que se piensen para el largo plazo.
Si se siguen festejando triunfos sin sustento político y económico real, seguiremos funcionando al ritmo de treguas o acuerdos sociales superficiales, alimentando con ello demagogia e irresponsabilidad y fragilizando cada vez más a nuestras democracias.
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