¿Son necesarios lo liderazgos? La pregunta no es trivial, varios miles de años sustentan la idea de que los individuos, sus relaciones gregarias, el orden social, la convivencia y el progreso; el afrontamiento de guerras, crisis y calamidades y, en particular, las grandes transformaciones civilizatorias requieren de conducción.
Pero hoy vivimos tiempos de cuestionamientos ilimitados. Todo es duda, todo es sospechoso, todos somos culpables de algo hasta que se demuestre lo contrario, y si ello ocurre, probablemente es ya demasiado tarde ya que la huella de nuestra supuesta falta ha quedado estampada, reverberando en el infinito de las redes sociales. Habitamos la era de la desconfianza, un tiempo en la que el rigor del análisis es visto como una herramienta coercitiva, que amenaza la libre expresión de lo sentido, de lo experimentado. Todo ejercicio reflexivo es visto como un ataque al imperio de los sentidos, a ese ámbito en que la subjetividad impone su verdad y exige reconocimiento sin reparo o duda alguna.
Es cierto, hemos dejado atrás a las utopías religiosas y políticas. Su bien ganada decadencia y descrédito nos ha permito despojarnos de ataduras morales y estructuras de poder que no poco mal nos causaron durante siglos, sino milenios. Pero es cierto también, que esos modelos culturales, con sus marcos regulatorios, nos dieron la posibilidad de construir una fórmula de convivencia llamada democracia liberal, que imperfecta y contradictoria en sus principios y premisas, sentó las bases para que hoy podamos dudar y replantearnos todo.
La disidencia es sana y necesaria, pero también lo es la responsabilidad y la mesura.
¿Necesitamos líderes para estos tiempos? Probablemente la respuesta está en construcción. Habitamos lógicas y códigos nuevos. Estamos construyendo un nuevo lenguaje; y, nosotros, criaturas que estamos hecho de éste y que entendemos y construimos nuestro mundo en él, balbuceamos los primeros vocablos de una nueva era.
¿Quién, quiénes o qué alumbrará nuestra salida del túnel en que nos encontramos? Lo que nos espera es monumental.
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