La adicción al celular es abono para la ignorancia
José Elías Sahab

De todo y de nada

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Se nos olvidó que los celulares eran una buena herramienta para facilitarnos ciertas cosas, pero nada más. Ahora ya se pueden ver las consecuencias.

Lectura: ( Palabras)

#AdicciónAlCelular

De las 126 millones de líneas telefónicas que hay en México, alrededor de 116 millones son smartphones, eso lo dice un reporte publicado en Expansión, en mayo del año pasado. Seguramente, para estas fechas, ese número probablemente ya habrá crecido. Es decir, la mayoría de la población tiene acceso a un celular.

Según INEGI, alrededor de 84 millones de personas tienen celular. En cualquiera de los dos casos, estamos hablando de que más del 75% de la población mexicana usa un dispositivo móvil.

Muchas veces llamado “teléfono inteligente”, el celular forma parte de nuestra rutina diaria. Los lectores no me dejarán mentir cuando sostengo que, cuando salimos de casa, lo primero que revisamos es si traemos el celular. Cuando no lo hacemos, rara vez nos seguimos tan campantes a hacer nuestra rutina diaria y, la mayoría de las veces, regresamos por el aparato que se nos olvidó en casa. Somos adictos al celular.

La Real Academia Española (RAE) señala en sus definiciones de la palabra adicción, las siguientes:

1.f. Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.

2. f. Afición extrema a alguien o algo.

El celular genera adicción, como lo dice la segunda definición de la RAE, “afición extrema”. Un aparato que debiera servir, en primera instancia, para comunicarnos con los demás, se ha vuelto el gobernante de nuestra vida. Para un adulto que nació y vivió su infancia y adolescencia sin la presencia de celulares, es más fácil de entender que éste es una herramienta. Para los que nacieron cuando el celular ya era parte de nuestras vidas, y mucho más los jóvenes y niños que ahora han nacido en la época en que los “teléfonos inteligentes” hacen de todo, creen que el celular no es sólo una herramienta, es quien les enseña, quien tiene el conocimiento, la verdad, los recursos y la información adecuada para ellos. El problema es que no saben, y ni siquiera entienden, que hay muchas cosas más. Hay jóvenes para quienes su celular lo es todo, y entre más jóvenes entran en contacto con el aparato, más adictos se vuelven. El problema va más allá cuando se piensa no sólo en la segunda definición de la RAE, sino en la primera: “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. Puede que me digan que estoy exagerando, pero ya está comprobado el nivel de stress que tienen los jóvenes por el uso y abuso de las redes sociales a través del celular.

Los celulares nos dan respuestas instantáneas a todo lo que les preguntamos. Eso no significa que estén bien o mal, ya ni siquiera nos detenemos a pensar en eso. Simplemente porque lo dice Wikipedia damos por sentado que debe ser cierto. Los hijos ya no estudian bajo un proceso de investigación como lo hacíamos nosotros. El método científico no existe y las investigaciones que hacen los jóvenes se han vuelto poco o nada profundas, son más bien instantáneas. Su capacidad de lectura se ha mermado, se lee menos, se atiende menos y se discute menos. Vean una mesa en un restaurante, cualquier domingo familiar, y observen cuántos miembros de esa mesa están ensimismados en sus celulares sin dialogar con absolutamente nadie. Lo más triste es que muchas veces son los padres quienes ponen el mal ejemplo.

Se nos olvidó que los celulares eran una buena herramienta para facilitarnos ciertas cosas, pero nada más. Ahora ya se pueden ver las consecuencias. Paradójicamente, teniendo acceso a tanta información en la palma de la mano, nos hemos vuelto más ignorantes. El otro día escuchaba en una conferencia que esta será la primera vez en la historia que los hijos no serán más inteligentes que los padres. Me pareció patético y preocupante que eso suceda. La ilusión más grande que tiene un padre es que los hijos sean mejor que uno. Por eso les damos todo lo que podemos para que puedan salir adelante y tratamos de darles mejores plataformas de arranque de las que nosotros tuvimos. Pero creo que nos hemos dedicado a darles tantas “cosas” que se nos olvidó lo básico y trascendente en la vida, darles la capacidad de razonar, de discernir, de escuchar, de atender y de dialogar. Todo eso lo hemos sustituido por un “teléfono inteligente” que es el que está haciendo todo eso por ellos. Entre más inteligente es el celular, más ignorante es quien lo utiliza.

2022 apenas comienza y seguimos en etapa de propósitos, sin duda uno de los míos es hacer conscientes a mis hijos de que los celulares, tablets y demás aparatos que se han inventado, son extraordinarios y útiles para servirnos de herramienta, pero que sólo de eso. Su uso debe ser limitado, como cuando se usa cualquier herramienta, y aunque al principio será difícil porque será salirnos todos de nuestra zona de confort, usar menos esos aparatos seguramente nos abrirá espacio para ser más creativos, para dialogar más, para observar más, para ser más sensibles a los demás y, al final, para ser mejores seres humanos, además de que los “inteligentes” volveríamos a ser nosotros, no nuestros teléfonos.

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Una respuesta a “La adicción al celular es abono para la ignorancia”

  1. Totalmente de acuerdo contigo José Elías, el problema también es que al aparato le seguimos llamando teléfono, pero realmente es una computadora, aunque al final no hace diferencia, la adicción a teléfonos móviles o computadoras portátiles (por decirlo de otra manera) ya causó adicción en la mayoría de la población, y aún no hemos visto todas las consecuencias de lo que esto implica.

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