Felicidad y realidad democrática
Elías Cárdenas

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La realidad democrática situaba a cada uno donde le correspondía, aunque falta la última instancia en las más de 100 impugnaciones pendientes de resolución por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que seguramente determinará improcedentes la mayoría y poco cambiará el panorama.

Imagen: El Telégrafo.
Imagen: El Telégrafo.

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Todo era felicidad y júbilo. Como si hubiera llovido intensamente en las áridas tierras rulfianas. Nadie cabía en la dicha común. El domingo 6 de junio se había convertido en una fiesta cívica. Todos se declaraban vencedores desde la tarde-noche y salían a pregonar sus triunfos. Las pantallas de todo tamaño y las voces radiofónicas daban cuenta y razón en las encuestas de salida que, aunque carecen de formalidad oficial, son los primeros destellos de resultados anticipados. La nueva democracia mexicana llenaba de alegría a la mayoría de los partidos políticos que iban en pos los más de 21 mil puestos de elección popular en disputa. Más tarde, a la media noche, salió el joven capitán de la nave que llegaba a buen puerto, con su figura acicalada y un discurso esperanzador y bien dispuesto, y daba inicio al Programa de Resultados Preliminares, llamado PREP, que ofrecía un boceto de algunas victorias que alentaban aun la alegría de los dirigentes políticos que, en sus sedes y con sus partidarios, festejaban las ratificaciones de sus logros.

Mientras, yo recordaba los viejos tiempos cuando los periódicos estaban obligados a imprimir una edición extra por la tarde o noche, para dar a conocer un hecho extraordinario en la vida pública del país, como por ejemplo cuando murió en un accidente aéreo Pedro Infante, el ídolo más popular de México, que envidiarían actualmente los influencers del Partido Verde Ecologista Mexicano, que transgredieron la veda electoral y están pendientes de las sanciones correspondientes. Pero la prensa está derrotada en ese aspecto, porque hoy podemos saber al instante, por medios digitales, que en África un cocodrilo se comió un cartero o que uno de nuestros respetables vecinos está coludido con empresas fantasmas.

casillas electorales
Imagen: El Comercio de Perú.

Pero volvamos al gozo electivo que el amanecer del lunes proseguía. Había paz, tranquilidad y contento en todo el país. Las históricas elecciones, salvo algunos incidentes menores, se salvaron de la violencia, la inseguridad y los fraudes que se auguraban. Poco a poco se volvía a la realidad perdida. Los números no mentían y el conteo de votos surgía. Media mitad de la Ciudad de México, la ganaba la derecha (PAN, PRI, PRD) y la otra la “izquierda” (Morena y asociados). Era la nota más divulgada en la entidad capital, aunque nuestras antiguas provincias –me gusta más este término que estados, pero de ellas quedamos sólo los provincianos, los que no nacimos en la CDMX – se centraban en sus elecciones municipales y estatales.

Movimiento Regeneración Nacional (Morena) obtenía once de las quince gubernaturas en juego. Movimiento Ciudadano ganaba Nuevo León en forma contundente, y en San Luis Potosí el Verde y Partido del Trabajo, se alzaban con la conquista. Morena, mantenía la mayoría simple en la Cámara de Diputados, que era la gran pelea campal entre los partidos, pero tendría que negociar con sus opositores para lograr reformas constitucionales. Y además conseguía el triunfo en 692 presidencias municipales y en 19 congresos estatales obtenía la mayoría, entre ellos el de Tamaulipas, que podría cambiar el destino del gobernador Francisco Javier Cabeza de Vaca, que está en jaque por el conflicto de competencias entre la Legislatura local de Diputados y la resolución del desafuero de su homóloga federal.

elecciones 2021
Imagen: Primera Línea.

El senador Gustavo Madero, destacado panista, salía a decir a los medios que no se engañaran por los triunfos obtenidos, desalentado por la victoria de su propio partido en su natal Chihuahua; y el presidente López Obrador hacía un guiño al PRI, para hacer una alianza, que era un mensaje al Verde que quería vender caro su amor en la negociación. El presidente del tricolor enseguida aceptaba la alianza legislativa, pero Dulce María Sauri Riancho, presidenta de la Cámara de Diputados, alzaba la mano para comparar a los priistas con Jesucristo, al señalar que no serían los Judas en la futura legislatura federal. Jesús Zambrano del PRD, cuyo partido lograba mantener el registro y se colocaba detrás de MC y el Verde, decía que mantendrían su posición de ir contra la política de su antiguo candidato, hoy presidente de la República, Manuel López Obrador.

La realidad democrática situaba a cada uno donde le correspondía, aunque falta la última instancia en las más de 100 impugnaciones pendientes de resolución por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que seguramente determinará improcedentes la mayoría y poco cambiará el panorama. Y como decía en mi última colaboración sobre estas elecciones contra los tremendistas que auguraban el caos y la violencia, ganamos también los aguafiestas que creímos en que el árbitro actuaría con pulcritud, respetando los principios básicos de la democracia, aminorando las quejas y los ilícitos electorales. La gran ganadora había sido la participación ciudadana. La fiesta cívica terminó en paz.  

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