Cuando leímos aquel sábado de 1952 el semanario El Picudo, que editaba Estanislao (Tanis) Molina Núñez en Matamoros, Tamaulipas, no podíamos dar crédito a lo que se había atrevido. El semanario era un éxito porque exhibía a los funcionarios municipales y estatales por los actos de corrupción y falsas declaraciones políticas. O sea, una publicación que decía sus verdades. Lo que le gusta al pueblo, que goza cuando el periodista sabe decir lo no puede expresar de viva voz el ciudadano común y corriente. Además, todo lo hacía de manera ingeniosa y satírica, iniciando hasta por el nombre del semanario que se llamaba así, no porque tuviera la acepción moderna que hoy se da al ser “muy picudo” de listo o astuto, sino por referirse a un bicho que devoraba por dentro las borlas del algodón. En una oreja del semanario, decía “este ejemplar vale grillo, pero cuesta un peso” o “el Director General y editor es el cátcher de todas las mentadas” y otras gracejadas que no eran comunes en el periodismo “serio” controlado por los funcionarios públicos y la mafia de contrabandistas y terratenientes, encabezadas por el capo Juan N. Guerra, amo y señor en las aduanas fronterizas en la década de los cincuenta.
Tanis, abreviatura por el cual se le conocía públicamente, había rebasado los límites de agredir con su encabezado principal “Miente Usted Señor Presidente”, al primer magistrado del país como respetuosamente se le decía al presidente de la República, figura que junto a la Virgen de Guadalupe y el Ejército mexicano se consideraban intocables en aquellos tiempos. La información se basaba en que el presidente Adolfo Ruiz Cortines había informado al Congreso de la Unión que se había construido un aeropuerto que no existía en aquella población.
Como era de esperar, al día siguiente llegaron los agentes de la policía federal y cargaron con Tanis a la Ciudad de México y la población pensó que la osadía del periodista la pagaría muy cara. Corrieron dos versiones: la primera que los propios agentes lo llevaron ante la presencia del presidente y la otra, que el gobernador del Estado, Dr. Norberto Treviño Zapata, lo había acompañado a Palacio Nacional. La primera fue la más aceptada, pues Don Adolfo, que era un presidente bueno y honesto, de enorme experiencia política, le preguntó por qué había publicado que él mentía, y Tanis le explicó que en Matamoros no existía el aeropuerto comentado. Y agregó que los policías que fueron por él habían tenido que aterrizar en el aeropuerto de Brownsville, Texas, para llevarlo a su presencia, lo que los policías confirmaron que así había sido. Tanis volvió, para la alegría de muchos, sano y salvo, con la promesa de que Matamoros tendría el aeropuerto porque el presidente había ordenado al gobernador que en seis meses quería aterrizar en Matamoros. Hoy, ese aeropuerto se llama General Servando Canales, y el tramo que lo une a la carretera federal lleva el nombre de Estanislao Molina Núñez.
Este relato no es histórico, es cierto. Forma parte de mi libro, en eterna revisión, Crónicas de Vida. Y viene al caso porque los tiempos han variado. Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador, es el presidente más vilipendiado de la historia nacional. Ha superado con mucho a los presidentes Juárez, Madero y Cárdenas juntos, en cuanto a injurias recibidas. Por ello, en el discurso conmemorativo de nuestra Independencia, al referirse a Miguel Hidalgo, se detuvo a señalar los vituperios que recibió el Padre de la Patria, en la acta de excomunión, y aún quedó corto, porque los redactores del infame documento pedían que se quemaran e hicieran polvo los testículos para que no hubiera descendencia de aquel monstruo que había atentado contra la santa religión católica, con sus blasfemias y su lucha.
El presidente López Obrador no podría seguir el ejemplo de Ruiz Cortines, de hacer comparecer a sus detractores interesados, gratuitos y de oídas, pues no podría gobernar el país y ha preferido el método de informar semanalmente a los periodistas que queremos saber sobre grandes y pequeños problemas que afectan al país, e inclusive a una sola persona. Zambullirse en las redes sociales es un ejercicio vano. Allí reina la procacidad, la vulgaridad, los insultos, las diatribas, la estulticia y la estupidez ad nauseam. Es más, en mi opinión, ya hasta resultan más aburridas que una gris corrida de toros.
Ello, no obsta, para que de vez en cuando el presidente responda a quienes no solamente a él, sino a su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, fuera insultada gravemente por un presunto científico vía Twitter, a quien exhibió en una de sus conferencias matutinas, para que sirva de ejemplo hasta dónde llegan los desmanes oprobiosos de la ultraderecha y, en este caso, la corrupción en el Conacyt de una treintena de individuos, no de la colectividad científica nacional. Hoy no hay policías federales que llamen a cuenta a los periodistas, ni detractores gratuitos, existe hasta el gran libertinaje que opera en algunos medios impresos, radiofónicos, televisivos y en las “benditas” redes sociales, donde tiene toda la cola metida el diablo. Desde el Pentágono hasta cualquier hijo de vecino –así se decía antes a los “don nadie”‒ que desde un equipo de bots, generalmente amparados en la cobardía del anonimato, derraman lo más triste de un ser humano. Ser unos fracasados.
COMO SIEMPRE, LA REFLEXIÓN DEL APRECIADO ELÍAS CÁRDENAS CONFIRMA QUE HAY LUZ AL FINAL DEL TÚNEL.EN UN AMBIENTE SOCIO-POLÍTICO ENRARECIDO POR CAMPAÑAS DE DESPRESTIGIO, FALSAS NOTICIAS, PREJUICIOS E IGNORANCIA DISFRAZADOS DE CRÍTICA POLÍTICA, ES POSIBLE RESPIRAR AIRE PURO. NO SE NECESITA SER “AMLOVER”, NI FAN DE LA 4T, SINO TENER VISIÓN DE PRESENTE Y DE FUTURO; CONTEXTUALIZAR EL MOMENTO ACTUAL EN MÉXICO Y EL MUNDO. COMO DECÍAN LOS PROFESORES DE A DEVERAS DE NUESTRA UNIVERSIDAD: “EL CRITERIO Y EL SENTIDO COMÚN SE CULTIVAN COMO BIEN PRECIADO”.