El Muro
Juan Patricio Lombera

El viento del Este

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Pero cuando la bestia creció y su cuerpo también venenoso se ensanchó, intentar la fuga al otro lado era misión imposible.

Lectura: ( Palabras)

A lo largo de los siglos, esta serpiente gigantesca de dimensiones variables siempre ha ofrecido seguridad a su entorno o, al menos eso es  lo que les hace creer a los habitantes de un país para que le den alimentos y la consientan. Algunos de estos especímenes se han vuelto mitológicos como fue el caso de la especie troyana en la antigüedad que habría nacido con ayudas divinas. Otras, a su contacto con el ardiente sol, adquirieron una belleza única mezclando varios colores como ocurrió en Ishtar. El más longevo y largo de estos animales es, definitivamente, el que vive en China. Fue llevado ahí por un emperador paranoico que, para afianzar su seguridad personal, creó un ejército de terracota. Sin embargo, la historia es clara en ese sentido. Troya fue tomada por el ingenio humano, Ishtar cayó en manos de las huestes de Alejandro Magno y China ha sido invadida numerosas veces, pese a amamantar esa bestia.

Constantinopla también tuvo toda una camada de ofidios colocados a diversas alturas para proteger la ciudad, pero en un descuido de las bestias, los otomanos pasaron por debajo de sus panzas y ahí se acabó todo. Ni siquiera la famosa muralla de los romanos en Gran Bretaña impidió que los bárbaros los acabasen echando, aunque si retrasó la desgracia. Los holandeses, por su parte, han alimentado históricamente una subespecie que los protege de las aguas marítimas. No obstante, quizá porque conocían la historia de los otros pueblos, no han dudado en matar a su lombriz anfibia en diversas ocasiones para enfrentarse a sus enemigos con la bravura de las aguas revueltas.

Otro de los ofidios célebres fue el de Berlín, producto del miedo por la libertad. Cuando el monstruo aún era pequeño, los habitantes de la parte Oriental sorteaban al animal ya fuera saltando por encima o yendo en el metro. Pero cuando la bestia creció y su cuerpo también venenoso se ensanchó, intentar la fuga al otro lado era misión imposible. Finalmente, los israelitas han decidido alimentar una boa constrictor con la esperanza de que algún día asfixie a los palestinos, pero por más que estos tienen sus movimientos restringidos, no solo no desaparecen sino que la población sigue creciendo.

Sin embargo, la leyenda protectora del muro perdura a través de los siglos, independientemente de los hechos. Incluso se ha conseguido en algunos lugares, a través de la manipulación genética, crear serpientes con púas que hieren y envenenan a aquellos incautos que buscan saltar a través de ellas. En los años noventa, Clinton crió su propia serpiente. De forma callada le dio de comer hasta que esta cubrió un tercio de la frontera mexicano-americana. En aquel momento nadie protestó. Con la llegada al poder del Trumpaitor furioso, ésta situación ha cambiado radicalmente. Él no solo retomó la idea de Clinton, si no que pretende cebar al bicho hasta que cubra la distancia de 3000 kilómetros y amenaza con imponer sanciones a México para pagar los gastos de alimentación de su mascota. Otro de los atributos mágicos que se le atribuyen al muro es que, tras su desarrollo, el territorio al que protege se volverá a una arcadia perdida donde reinará el amor y el bienestar en el país que lo haya alimentado. Poco importa a los simpatizantes del bicho que esa utopía solo existía entre la especie blanca. Los días pasan y el bicho crece kilometro a kilometro, mas el ansiado paraíso no arriba. Sin embargo, lo que finalmente ocurre es que el muro acaba aprisionando a los habitantes en su propio país, los desconecta de las ideas exteriores y los empobrece intelectualmente.

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