El fin del mundo unipolar “copa” el imaginario “putiniano”
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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Contar una sola historia nos lleva a crear estereotipos que no reflejan la realidad e incluso pueden ser causantes de exclusión o marginación.

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Lectura: ( Palabras)

Vladimir Putin aseguró en un tono pleno de convencimiento este 17 de junio –en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo– que la era de dominio unipolar liderado por Estados Unidos “se ha terminado, pese a todos los intentos de mantenerla y conservarla por todos los medios. El cambio es un proceso natural de la historia”, matizó el sexagenario presidente ruso en ese entonces. Su doctrina de cambio la ha buscado “inocular presencialmente” en territorio iraní durante su visita al país persa para su reunión trilateral con los lideres de Turquía e Irán de éste 19 de junio en su primer viaje “abierto” extraterritorial desde el lanzamiento de su ofensiva Ucrania.

No cabe dudas que en nuestra era la posibilidad de cambiar se magnifica en tanto las posibilidades de transportarse físicamente se han multiplicado exponencialmente; pero también la posibilidad de disentir es una norma contemporánea, en tanto se ha ensanchado las plataformas digitales para comunicar mensajes desde la “rebeldía” ciudadana global que busca “hacerse escuchar” en un escenario global, en donde pululan las autocracias-para “gestionar” el cambio planetario-como la de estos tres países euro-asiáticos.

Al respecto, pienso que la frase esgrimida en su momento por el entrenador portugués de futbol José Mourinho –“a la hora de tomar una decisión, soy muy autócrata. Pero soy muy democrático con todo aquello que me ayuda a tomar una decisión”–, podría reinstalarse en el imaginario político, en tanto la imposición de los ideales autocráticos deberían estar supeditados a los procesos de consenso para llegar a instaurar soluciones duraderas en nuestras sociedades contemporáneas. Y es que efectivamente, el cambio siempre acaece de forma “misteriosa” en la humanidad –siempre lo ha sido–; no obstante, para que sea sostenible creo que el escuchar las diversas voces sobre los asuntos que nos atañen, abre una vereda que facilita la marcha unívoca en pos del bienestar de nuestra especie humana.

Me parece importante señalar por otra parte que, el hecho de que hasta en ideologías aliadas –la viralizada espera de Vladimir Putin a su contraparte turco Tayyip Erdogan– en suelo iraní no son más que el reflejo de que las luchas intestinas son el mayor obstáculo para lograr los objetivos trazados a partir de la construcción de democracias auténticas que se acoplen a los momentos históricos concretos que atraviesan nuestros países para alcanzar una felicidad plena.

Ahora bien, considero que el problema central de esta ideología de restauración de la igualdad universal proclamada por el dignatario ruso, consiste en que la imposición no es un camino sostenible, sino más bien se debe procurar centralizar la polaridad de los opuestos ideológicos de cómo construir el mundo actual, lo cual implica: empatizar y fraternizar los grados vibratorios de la gestión política, económica y social de nuestras realidades contemporáneas.   

En definitiva, no puede haber una construcción de un mundo multipolar en tanto no haya condiciones locales o nacionales de subyugación de “el otro” por parte de los regímenes gubernamentales de turno; lo cual a posteriori se convierte en arma “letal” que aprovechan los opositores para generar “capital político” para su beneficio partidario particular y no de los países como un todo global.  

Posdata: El mandatario Vladimir Putin centralizó su discurso este 17 de junio en señalar que “creen que la hegemonía de occidente en la política y economía mundial es una constante, es eterna. No hay nada que sea eterno. Nuestros colegas no solo niegan la realidad, si no que intentan obstaculizar la marcha de la historia, piensan como en el siglo pasado, son rehenes de sus propias mentiras”. Va en la misma línea del pensamiento de la novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, quien a partir de 2011 empieza a comunicar con insistencia a través de interacciones públicas que “contar una sola historia nos lleva a crear estereotipos que no reflejan la realidad e incluso pueden ser causantes de exclusión o marginación de ciertos grupos sociales”.  

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