Parece que para los desarrolladores inmobiliarios sí, sí que importa y mucho, seguramente como resultado de desorientaciones psicocapitalistas exacerbadas o de secuelas infantiles irresolutas de presumibles complejos de Edipo… Freud estaría encantado con esta ansiedad inmobiliaria desarrollista por contar, en su corta vida, con el miembro edilicio más alto, el más grande, aún siquiera si lo es sólo a la escala de su mentado pueblo originario; las más de las veces, dichos miembros edilicios verticales, se convierten en símbolo de poder y, por añadidura, de sometimiento, al menos simbólica y psicológicamente para los ciudadanos de a pie. Pero, esta ansia de altura y poder es entendible porque la pequeñez humana quiere trascender –y ascender– y ante la intraimpotencia siempre está la extraconstrucción o la construcción de extras.
Con Lo pequeño es hermoso, Schumacher despliega una poderosa crítica sobre las orientaciones –o desorientaciones– de la visión económica capitalista que se erigió como culto al crecimiento económico y que la edilicia concretó en magnánimas obras arquitectónicas, materializando paisajes, a vista de pájaro –curiosamente– que evocan a Chucuito, el templo de la fertilidad. Paisajes urbanos que asemejan nuevos reinos fungi urbanos, en los que siempre va destacando el miembro edilicio más grande, dejando un rastro inmortal de sombra, degradando la materia y transformando vitaliciamente el suelo que les da sustento y la superficie que sustenta la vida comunitaria de las ciudades… seguramente, Schumacher se siente desolado y olvidado.
A diferencia de los supuestos normativos y regulatorios de la edificación y del uso y destino del suelo urbano en la gran chichimeca, en donde la construcción de estas edificaciones edípicas presupone, en más de las veces, lamentables muros en sus colindancias –que, nunca son visitados por quienes les profesan su fe–, en otras ciudades, como Nueva York, Londres o Tokio, dichos especímenes cuentan con una orientación clara: deben estar separados, sin esperar el contacto posterior de otro que quiera esconder el muro de los lamentos preexistente y, por tanto, siempre cuentan con cuatro fachadas… a los arquitectos les encanta decir que son cinco fachadas, por el chip del síndrome de Homo Deus que nos implantan en las escuelas de arquitectura.
Esta visión psicocapitalista edípica edilicia, como sucede con los reinos fungi, se nutre de la materia o materialidad urbana original y preexistente cuya característica fundamental es precisamente su antagonismo morfológico y se constituye o toma forma en los relatos urbanísticos contemporáneos que, con semblante bíblico y mirando a lo alto, se diseminan a diestra y siniestra entre sus más fervientes fanáticos seguidores, en busca de la hiperverticalidad y la homogeneidad de los ámbitos urbanos; negando, sin base analítica integral, el valor que se esconde –para ellos– en lo variado, diverso, distinto y lo múltiple, en franca ignorancia organicista de que los ecosistemas que soportan la vida –y los ecosistemas humanos, ahora más que nunca, tienen gran relevancia–, basan su riqueza y equilibrio, precisamente, en ello: ¡en su biodiversidad!
La epidemia del SARS-CoV-2 puso en evidencia que los modelos urbanísticos homogéneos u homogeneizados, poco diversos, uniformes e indiferenciados, diseñados –o designados– y construidos desde una visión orientada exclusivamente al crecimiento económico –asumo, desde el relato keynesiano–, basado en los efectos multiplicadores que la edificación genera en la economía –exclusivamente de quienes participan en ese nicho, obviamente–, y sin el menor examen o atisbo al control biológico natural que supondría la conformación de una mayor biodiversidad urbano-ambiental, ha derivado en cifras alarmantes de propagación y contagio de habitantes urbanos. Los datos más alarmantes suceden en ámbitos socio-espaciales urbanos densos y homogéneos. En relación con contagios y defunciones por Covid, la Ciudad de los Palacios o la Gran Chichimeca, al 5 de enero cuenta con: 343 mil casos y 17,345 muertes; Sao Paulo con: 1.49 millones de casos y 47,222 muertes; Delhi con: 628 mil casos y 10,609 muertes; esto demuestra que, al menos ante una nueva epidemia, la concentración poblacional territorial es un mecanismo de propagación muy relevante pero también que la concentración poblacional edilicia y/o en los vehículos de transporte público es todavía más relevante, particularmente cuando el modelo urbanístico se ha orientado incansablemente a la transformación metamorfosea del ecosistema original, privando la lógica inversa miesiana: más es más… sí, ¡más nacimientos, más edificación, más pisos –o, lo que es lo mismo para los desarrolladores: pisos de más–, ¡más crecimiento económico, compadre!… es clarísimo, ¿no lo ves? ¡Dos más dos!
Como producto de este relato psicocapitalista edípico, anda circulando, desde el 5 de noviembre de 2018, es decir, desde la época en la que se pensaba que el urbanismo era de bolsillo… bueno, no de bolsillo, sino de bolsas… sí, a través de polígonos de actuación y sistemas de actuación –ambos, instrumentos de interés público establecidos en la Ley de Desarrollo Urbano vigente en nuestra ciudad–, en una suerte de bypass administrativo, el director de instrumentos… brincando, por autocensura, al director general… enviaba al secretario sendos dictámenes que iban llenos de bolsas… y, no sea usted mal pensado… eran bolsas de viviendas y de potencial constructivo, que agarraban de aquí –digamos, de la colonia patito feo– para llevarlo allá –a la colonia mucha plusvalía–, como si estuvieran en la era dorada de la preplanificación urbana, como chamaco en mera etapa edípica que las quiere todas para él… el todas mías, le apodaban, con sonrisa de complicidad comunitaria.
Pues de esas finísimas personalidades y de esa dorada administración, se engendró una propuesta para actualizar el programa parcial de la colonia Lomas de Chapultepec –territorio de alto valor urbano para el desarrollo inmobiliario– que, sin ser sorprendente sino sólo para algunos, propone la redensificación de la colonia… sí, escuchó requete bien… una vez más y como lo han venido haciendo para todas las colonias de la ciudad, REDENSIFICACIÓN; como si de un mantra urbanístico del Dalai Lama se tratase: ¡Just do it, redensifica!
La propuesta, que de manera irregular –por decir lo menos– fue acogida o recogida por la actual Alcaldía, ya ha vulnerado tanto una diversidad de derechos humanos y de certezas constitucionales, en un sinfín de ocasiones y situaciones, como también varias de las disposiciones legales del procedimiento establecido en la Ley chilanga vigente en la materia específica de planeación participativa; pues… ¡ahí como la ve!… la propuesta se basa en un diagnóstico socio-territorial deficiente y trasnochado; sí, el dichoso documento –trae hartos dichos, ¡en verdad!– imposta la idea –errónea, ¡por supuesto!– de que ¡la colonia Lomas de Chapultepec ha perdido población! Hasta ahí y con los datos presentados, ha despistado y confundido hasta a los más interesados y preocupados.
Bueno, pues hasta a las autoridades que la han estado peloteando y, por tanto, vulnerando infinitamente el procedimiento, llegando al absurdo de declarar, con gesto de satisfacción autoinflingida, que la propuesta no tiene ningún problema legal ni procedimental y, por lo tanto, ¡está en posibilidad certera de enviarse al Congreso para su aprobación!… ¡válgame Dios!… usted no preguntaría: “oye compa, ¿sí estamos en la reunión de Seduvi del programa parcial de Lomas de Chapultepec?”, “pos, eso dicen”… pero, como siempre y más viniendo de donde viene y, sobre todo, en la era de la sociedad huérfana de la verdad y creyente de las fake news, la dichosa propuesta de actualización del programa parcial de Lomas de Chapultepec esconde una realidad imposible de encubrir, una realidad obscena –es decir, ¡puesta en escena!–, una realidad que hasta el más asilvestrado en planeación urbana es sensible a ella y la reconoce, aún sin saber describirla con frases engalanadas como lo hicieron en la dichosa propuesta.
Y es que, si bien es cierto, la colonia Lomas de Chapultepec ha perdido población residente –¡he aquí el quit del asunto!–, también es cierto que su población no residente o la población, mal llamada flotante, ha aumentado desproporcionadamente, gracias a la desenfrenada construcción y puesta en operación de oficinas en edificaciones nuevas y en casas originales, transformando a la colonia Lomas de Chapultepec, por la proporcionalidad de dicha población no residente, en un ámbito preponderantemente terciario –dedicado a los servicios; ¡a las oficinas, pues!–; ya que, de conformidad con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE), que también elabora el INEGI y que los promotores de la dichosa propuesta debieron contrastar, se infiere que, por cada habitante residente habitan 3.5 no residentes. Lo que supone que, aquellos que pensaron que no era necesario considerar a los habitantes no residentes en las cuentas para planear el uso y aprovechamiento de un territorio, ¡es tanto como formar parte del elenco del mito de la caverna de Platón y permanecer sin enterarse que lo observado son sólo sombras del relato desarrollista!
Diría Lord Kelvin, ¡Lo que no se mide, no se puede mejorar!, y justo fue lo que pasó, midieron con varas –sí, con varas de árboles– en vez de medir con un “Microscopio electrónico de barrido de emisión de campo urbanístico”; es decir, se requerían medidas e instrumentos que les permitieran ver –si hubiera sido el caso que hubiesen querido ver–, observar y medir hasta lo más pequeño y recóndito que, a la vez, resulta sustantivo. Por ejemplo, hubiera sido necesario saber que, en la colonia Lomas de Chapultepec, por cada metro cuadrado de superficie de oficinas, hay un metro cuadrado de superficie para estacionamiento de vehículos; también, que la colonia Lomas de Chapultepec cuenta con un poco más de dos millones de metros cuadrados de superficie dedicada única y exclusivamente a oficinas, lo que corresponde a un poco más de la cuarta parte de la totalidad de su superficie edilicia y, por último –y no por falta de datos, sino por falta de tiempo y espacio de escritura–, que la colonia Lomas de Chapultepec cuenta con ocho cajones de estacionamiento por cada habitante residente; es decir, en la totalidad de su territorio se han construido, en casas, oficinas y comercios, un poco más de ciento sesenta mil cajones de estacionamiento… y, ¡luego nos quejamos del tráfico!… pero, ¡si hay más autos que personas!
Los vecinos preocupados por el devenir de su colonia y ocupados en preservar y mejorar sus características originales, especialmente aquellas que hacen de Lomas de Chapultepec un ámbito urbano-ambiental singular que le proporciona no sólo un carácter ambiental y urbanístico diverso a la CDMX, mejorando su biodiversidad urbano-ambiental, sino también porque tutela ámbitos naturales y urbano-ambientales esenciales para el correcto funcionamiento biosistémico e hídrico chilango; en múltiples escritos han mostrado y demostrado que la dichosa propuesta no sólo no refleja los anhelos y aspiraciones –constitucionales y convencionales– de sus residentes, sino que adicionalmente contiene un designio –un diseño– contrario a los retos, objetivos y metas urbano-ambientales contemporáneos y locales; encubriendo una visión del desarrollismo liberal que ya ha mostrado sus capacidades y resultados en lugares como la zona de la colonia Granadas, en donde, con la misma visión desarrollista, se liberó la norma y se implantó una visión de modelo reino fungi urbano, vertical e hiperdensificado, dando como resultado un ámbito socio-espacial en el que, al día de hoy, ni sus habitantes se enorgullecen de su residencia.
Adicionalmente y ante los oídos sordos de la autoridad, los vecinos han mostrado y demostrado a dicha autoridad, que la dichosa propuesta y su procedimiento muestran violaciones por falta de competencia; por violación de las garantías de certeza, seguridad y legalidad, así como por falta de fundamentación y motivación de dicho acto administrativo. Y, asimismo, por la franca violación al procedimiento, en tanto que, en ninguna de las disposiciones legales específicas para la actualización de los programas de desarrollo urbano de la Ciudad de México se establece que la autoridad en la materia, después de la Consulta Pública de la propuesta de actualización del programa parcial, envíe a la autoridad del Órgano Político Administrativo correspondiente dicha propuesta y, mucho menos, que tal órgano la invisibilice durante casi dos años, para después de “sabrá Dios qué cosa le hicieron”, la reenvíe –sin fundamento legal alguno– de regreso a la autoridad responsable.
Pero, por si fuera poco y para que no vaya usted a creer que esto es un relato de una historia más de la participación política ciudadana en algún lugar recóndito de algún país autoritario del África central, en reunión remota vía Zoom –administrada por la autoridad competente–, el director de planeación, en flagrante ilegalidad, seguramente por ignorancia y no por conspiración, con gesto dichoso, manifiesta, sin siquiera mostrar en pantalla el documento, que la dichosa propuesta no ha incurrido en ilegalidad alguna y que está lista para ser enviada al Congreso para su aprobación… considere, querido lector, que la Ley mandata a dicha autoridad que todas las documentales, incluida la dichosa propuesta, que deriven de un proceso de actualización de un programa de desarrollo urbano de la Gran Chichimeca… ¡agarre lugar, que se va a poner bueno!… insisto, todas las documentales, ¡deben ser públicas!, tal y como lo señala claramente la fracción décimo sexta del artículo 41 de la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal vigente:
Artículo 41. La elaboración de una iniciativa de decreto que verse sobre el texto íntegro de un Programa, se sujetará al siguiente procedimiento:
(…)
XVI. Toda la información que se produzca en el curso del procedimiento previsto en el presente artículo, será pública, por lo cual la Secretaría la difundirá en su página electrónica, sin perjuicio de expedir, a quien las solicite, copias simples o certificadas de los documentos que obren en sus archivos, y (…)
Más de uno pasamos las de Caín ante la atrocidad de ¡tal deidad público-administrativa!, y dejándonos, como paciente recuperado de Covid, con harta desazón, harto desconcierto y sin más fuerzas que para imaginar la refundación y preservación de la nueva colonia “Lomas de Enoc”.
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