Comentaba en mi entrega anterior el daño que esta pandemia ha ocasionado a la sociedad entera, primero me quiero enfocar básicamente al daño que padecen las personas física, mental y psicológicamente. Es indudable que el paro de la actividad diaria, pasando a un confinamiento obligatorio, repercutió seriamente en la conducta de la gente, para algunos, los beneficiados de poder vivir en espacios grandes, con jardines, albercas, gimnasios, su confinamiento no fue tan agresivo comparado con el que tuvieron familias que viven en un departamento, o una casa que a duras penas lograron obtener por medio de un crédito de INFONAVIT; desde luego que la contingencia sanitaria cambió por completo la convivencia.
Probablemente muchos compensaban esas deficiencias del hogar con las amistades de la oficina, el trato diario, la comunicación, el amigo(a) confidente, y con el simple hecho de escuchar ayudaba a ser más ligera la carga que se llevaba. Si por alguna razón la familia(s) en cuestión no llevaban una buena relación, con la pandemia esto desató agresiones, verbales, físicas, y depresión en algunos o todos los miembros de la familia, al grado de llegar a una separación, rompimiento de ese núcleo familiar y el vacío en los miembros que la conformaban. Orillando a algunos a caer en ansiedad y hasta tener pensamientos suicidas.
Hemos visto cómo ante esta desgracia el gobierno ha propuesto o creado ciertos apoyos (no suficientes) por parte de asociaciones privadas estos, con líneas telefónicas que ayudan, dan soporte psicológico y han evitado, en gran medida, muchos suicidios que se presentaban imparables. Esta gran labor será recordada, en conjunto con la del personal médico, como los grandes “Héroes de la pandemia”. Nada es más importante que la vida de un ser humano, si bien es cierto que hoy los mexicanos vivimos la peor de las divisiones de nuestro país, tal parece que se nos olvida que “todos” somos MÉXICO, y unidos como lo hemos hecho en otras ocasiones, lograremos salir adelante de esta prueba que se nos presenta, la mayor de nuestra historia moderna.
Es por eso que tenemos que crear conciencia, buscar la unión, olvidar la descalificación entre nosotros –promovida, por desgracia, desde la cabeza del gobierno–. No olvidemos que el pensar, actuar, de un individuo, no debe de ser la línea a seguir, ya que resulta un producto de la mayor indolencia. Por falta de medicamentos para tratamiento de cáncer, no podemos jugar con el futuro de los niños, algunos hemos tenido la fortuna de vivir algunos años, pero ellos que empiezan a hacerlo, no tiene justificación alguna para dejarlos a su suerte.
Los niños y los jóvenes son quienes llevan las riendas de nuestro país en el futuro, por eso mismo, se debe hacer algo al respecto. Dejar de meter dinero bueno al malo, los ejemplos están, la crítica mundial los apunta, una refinería sin planeación. Un tren que está por acabar el hábitat de nuestra preciada flora y fauna, y que está demostrado que nunca se tendrá ese famoso “retorno de la inversión”, convirtiéndose en otra carga para el país, otro elefante blanco sin fondo. Y tal vez, el más representativo, el famoso aeropuerto de Santa Lucía, con todas las anotaciones de expertos en el tema que dicen y demuestran que no será funcional, no por la distancia, sino por la geografía en la que se está construyendo. Con la aberración de que el Ejército mexicano pasó de ser las Fuerzas Armadas, a las fuerzas constructoras del mismo. No dudo de la capacidad técnica de los ingenieros militares, pero ésa no es su función. En esta administración los roles y responsabilidades cambiaron 360 grados, dicen que los cambios son buenos y sacan a la gente de su zona de confort, es correcto, pero hay roles que no se puede ni deben cambiar y mucho menos las responsabilidades.
En lo que refiere al tema económico, para nadie es desconocido que llevamos casi dos años con la peor caída de nuestra economía, eso es preocupante, pero lo es más saber que seguiremos así lo que resta de esta administración; llegar a los niveles de la década de los 80 o 90 es un atraso de cuando menos 30 años, lo que demuestra que si bien es cierto que las cosas no se hacían o hicieron de la forma más apegada a la honestidad, que hubo corrupción al máximo, el país tenía rumbo, crecimiento y se criticó mucho el poco crecimiento del pasado, pero ahora se justifica el decrecimiento diciendo que hay “bienestar”. Me gustaría conocer a personas de los grupos más pobres y vulnerables decir que vive mejor hoy que hace ocho años; no las hay. Desde luego siguen existiendo los beneficiados del sistema y “todos” los vemos, los criticamos, pero el discurso es que “HOY” ya no hay corrupción, aparecen casos, videos, declaraciones y lo que en otra hora se llamó corrupción, pasó a ser “APORTACIÓN”.
En repetidas ocasiones se ha escuchado decir al presidente que el que está con la 4T, está con él, y el que no, en su contra. Se sostiene que todos los anteriores tienen la culpa de lo que nos pasa hoy. No hay humildad para reconocer que en casi dos años no hay un sólo resultado positivo, nos hemos endeudado más en tan corto tiempo, que en todo el sexenio anterior no hemos logrado bajar los feminicidios. La toma de la Comisión de los Derechos Humanos por parte de grupos feministas, las marchas exigiendo lo que por derecho les corresponde, justicia, respeto, la protección de su integridad y su vida, son claros ejemplos de esta inconformidad.
No es posible que nadie brinde apoyo, recomiende, o asesore al presidente. Será cierto que, ¿no oye?, ¿no escucha a nadie?, ¿es la voluntad única de un solo hombre lo que rige el destino de este país?, tal pareciera que así es, ya se vio que hasta la Suprema Corte de Justicia cedió a ¿cómo llamarlo?, ¿capricho para lograr su consulta para enjuiciar a los expresidentes?, ¿se puede cambiar a gusto las leyes? Es sabido por todos que domina el poder Legislativo, ahora el Judicial, ¿será el inicio de lo que tanto se ha hablado, criticado, expuesto, sobre su deseo de perpetuarse en la silla presidencial?
Como mexicano no estoy dispuesto a permitirlo, ya que si bien tiene los tres poderes a sus órdenes, le falta el más importante, “el poder del pueblo”, pero pese a tener la oportunidad de resolver esto, no veo en el horizonte cercano una oposición firme que logre restarle votos en las cámaras, tanto de diputados como de senadores, y tenga suficiente peso en las gobernaturas que están por ser elegidas. Ojalá que, por el bien de todos nosotros, “mexicanos”, las cosas cambien y tomen el rumbo que merece este gran país, y que hoy se encuentra a la deriva.
Como siempre, ustedes tienen la última palabra.
Nos seguimos leyendo si gustan.
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