El título de la presente columna es una versión corta de una frase de Andrew Bonar Law.
“ No existe la guerra inevitable. Si llega, es porque falló el hombre”.
Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con uno de los financieros más reconocidos de México sobre los acontecimientos que se están presentando a nivel global, y su reflexión fue muy clara: en el mundo de las inversiones hay que ser muy cautelosos toda vez que la economía global está entrando en un terreno desconocido.
El conflicto Rusia-Ucrania ha abierto muchos flancos: confrontación entre los aliados de la OTAN vs los países miembros del Pacto de Varsovia –representados por Estados Unidos y Rusia, respectivamente– que se ha visto reflejado en la interrupción en la cadena de suministro, escasez de productos y servicios, incremento en precios de materias primas, inflación, mayores tasas de interés; todo lo cual sugiere prudencia en el proceso de toma decisiones.
El contexto de guerra siempre es complicado de entender e inyecta una gran incertidumbre en todos los aspectos de la vida. El alcance de la invasión rusa y el daño global de las sanciones a Rusia si el conflicto se prolonga demasiado tiempo, pueden ocasionar que se trastoque el orden económico mundial.
Pero ¿qué ha sucedido con la economía en el pasado, cuando se presenta un episodio de guerra? ¿Qué escenarios se han presentado con variables tan importantes como el precio del petróleo, la inflación y, muy importante, con las bolsas de valores? Desafortunadamente, las guerras, los atentados terroristas y los conflictos geopolíticos han estado presentes siempre, y en el último siglo de manera particular. Sin embargo, haremos referencia a dos episodios bélicos relevantes que se presentaron en los últimos cincuenta años y que pueden ayudar a entender en dónde estamos parados.
El último shock petrolero de oferta que se registró en el mundo fue precisamente en los 70, cuando diversos eventos sacudieron esta industria, ocasionado un exuberante incremento en los precios del energético.
Vale la pena poner en perspectiva lo que significa la exuberante escalada en los precios del petróleo. Los países desarrollados, particularmente Estados Unidos, mostraron una fuerte expansión económica en los setenta; particularmente, el PIB estadounidense que en 1970 creció solo 0.2%, empezó a expandirse a niveles cercanos a 6% durante los siguientes años, lo que generó una gran demanda de petróleo.
Por otro lado, se presentó un evento hostil de corta duración, pero de gran alcance en la industria petrolera a principios de los 70. La guerra de Yom Kipur o guerra del Ramadán, fue una conflagración entre una coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel, cuya duración fue entre el 6 y el 25 de octubre de 1973.
La coalición buscaba recuperar la península del Sinaí y los Altos del Golán propiedad de Israel, lo que terminó por enfrentar a las dos superpotencias nucleares: Estados Unidos y Rusia. Ambos países buscaban defender a sus aliados, lo que hizo pensar que el conflicto podría escalar y repercutir más allá del incremento en los precios del petróleo. Este escenario se vio aún más agravado por la decisión de la OPEP el 16 de octubre, de no exportar más petróleo a los países que apoyaban a Israel.
El fuerte crecimiento económico mundial, la guerra del Yom Kipur y la rigidez de la OPEP, catapultaron los precios del petróleo a las nubes. Mientras que a principios de los setenta el precio por barril de petróleo se ubicaba en 1.2 dólares, los precios subieron de manera continua hasta alcanzar 33 dpb en 1980. Esto tuvo como resultado un fuerte impacto sobre la inflación a nivel global y, como efecto colateral, la instrumentación de una política monetaria altamente restrictiva por parte de los Bancos Centrales.
Particularmente, en Estados Unidos la inflación escaló a niveles de 12% en 1974 y a un pico de 14% en 1980, mientras que las tasas de interés llegaron a 13% y 17% en el mismo lapso. A pesar de que 1973 fue un año extraordinariamente complicado para la economía mundial, el S&P500 tardó solo seis días en recuperarse y terminó el año con una variación de tan solo -0.6%. De haber mantenido la inversión desde 1973 hasta el inicio de este 2022, asumiendo la reinversión de dividendos, el rendimiento acumulado hubiera sido de 15,092.8%.
Otro episodio de guerra un poco más reciente fue la llamada guerra del Golfo Pérsico entre el 2 de agosto de 1990 y el 28 de febrero de 1991 y que tuvo como detonante la invasión y anexión de Kuwait por parte de Iraq. Este hecho tuvo una respuesta muy fuerte por parte de la comunidad internacional, y la organización de una fuerza de coalición autorizada por la ONU compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos.
Esta guerra tuvo básicamente cuatro antecedentes; 1) Irak señaló que Kuwait estaba robando petróleo del yacimiento Rumaylak, ubicado bajo ambos territorios, 2) Irak deseaba incrementar los precios del petróleo toda vez que su economía dependía fundamentalmente de este ingreso, 3) Irak buscaba acceder al golfo pérsico desde su puerto de Um Kasar, para lo cual necesitaba ocupar las islas kuwaitíes de Bubiyan y Warbah y, 4) el presidente Iraq, Sadam Husein, perseguía una guerra rápida para elevar su prestigio y convertirse en el líder del mundo árabe.
La invasión de Kuwait en la madrugada del 1 de agosto de 1990 catapultó los precios del petróleo de 16 dpb, a poco más de 40 dpb en lo que constituyó un máximo histórico. Esto aumentó el precio de los combustibles a nivel mundial y, particularmente en Estados Unidos, donde la inflación repuntó a 7.5%, a lo que la Reserva Federal respondió restringiendo la política monetaria.
Interesante observar que a pesar de que los precios del petróleo se duplicaron como consecuencia del conflicto bélico, cayeron de manera estrepitosa a principios de 1991 hasta alcanzar niveles cercanos a los existentes antes del estallamiento de la guerra al hacerse evidente que los bombardeos de la coalición pronto derrotarían a Irak. Terminada la guerra, y a pesar de que se interrumpió la producción de crudo por parte de Irak y Kuwait, los precios del petróleo se mantuvieron bajos debido a que Arabia Saudita y los países no miembros de la OPEP cubrieron el déficit mundial.
Después del ataque de Japón a Pearl Harbor, la Guerra del Golfo Pérsico es el evento que más ha impactado al mercado bursátil, ya que el S&P500 registró un ajuste de 17% y le tomó 169 días recuperarse. No obstante, para quien se mantuvo invertido desde el inicio de 1990 hasta ahora su retorno ha sido de 2,500%.
Desgraciadamente, los conflictos geopolíticos y los eventos traumáticos a lo largo de los últimos cincuenta años han sido muchos: el intento de asesinato del Presidente Ronald Reagan el 30 de marzo de 1981 a tan solo 70 días de haber asumido la presidencia, los atentados de las Torres Gemelas en NY en 2001, los atentados en el metro de Madrid y Londres en 2004 y 2005, respectivamente, las bombas detonadas durante el maratón de Boston en 2013 y muchos otros sucesos que en su momento fueron catalogados como “únicos”, tuvieron un impacto relativamente menor (días) en el mercado accionario de Estados Unidos, y en todos los casos, el mercado no solo regresó para alcanzar los niveles previos a dichos sucesos sino que registró nuevos máximos históricos.
La incertidumbre sugiere sin lugar a duda prudencia, metodología y disciplina. Si esto se adereza con una visión de largo plazo el entorno actual se presenta como una excelente oportunidad para construir e incrementar el patrimonio. Viene a colación una frase de John F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Texas: “Nunca debemos negociar por miedo, pero nunca debemos temer a negociar”.
Manuel Guzmán M., es Socio Director en IDEA Asset Management.
mguzman@ideaam.com.mx
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